Atardecer en el Palacio del Sol

Capítulo 25: El Salón Secreto

Selien

- Baham, ¿A dónde me llevas?

- Ya lo verás, camina rápido.

Ya habían dejado atrás la biblioteca y ahora estaban bajando hasta el primer piso. Cuando llegaron, Selien se quedó quieto mientras Baham se dirigía a un costado de las escaleras. Tocaba la superficie con demasiada delicadeza, lo que era bastante extraño, considerando que era una simple pared.

- ¿Qué estás haciendo? — preguntó él, confundido.

Ella se volteó y se le acercó. Puso sus manos en sus hombros y lo miró directo a los ojos.

- Sígueme, y no hagas preguntas.

Cuando Selien alzó la vista por encima de su hombro, no pudo creer lo que veían sus ojos. Donde antes había habido un muro, ahora había una especie de túnel oscuro.

- ¿Qué es eso?

- Nada de preguntas — le recordó mientras entraba al túnel.

Selien la siguió y la entrada se cerró, quedando casi a oscuras por completo.

- Antes de ir por las hojas quería mostrarte esto. He estado husmeando por el palacio estos últimos días, espero no te moleste…

- Para nada — aseguró Selien. — Ni siquiera sabía la existencia de este túnel.

- Túneles — corrigió. — Hay varios. Algunos son bastante útiles y otros no tanto.

De pronto, extendió su mano a lo que parecía una puerta bloqueada, con la misma delicadeza de antes. En cuanto la abrió, Selien notó que estaban en una de las terrazas del palacio.

- ¿Cómo…?

- Lo sé, es extraño. De alguna manera, es más fácil desplazarse por estos túneles que por fuera de ellos.  

- ¿Cómo los descubriste?

Ella se le quedó mirando por unos segundos con una pequeña sonrisa en su rostro.

- Sabes que no me gustan las escaleras…

Cerró la puerta y siguieron andando. Ella le enseñó cientos de túneles a lo largo del recorrido. Algunos conectaban con la cocina, otros con el campo de entrenamiento, con algunas habitaciones, etcétera.

- Baham, ¿Cuándo iremos por las hojas? Llevamos bastante tiempo aquí dentro.

- Se paciente, Sel. Unos de estos túneles nos llevará a ellas.

- ¿No recuerdas cuál exactamente?

- No llevo ni una semana viviendo aquí — le recordó. — No esperes que recuerde cada detalle sobre unos túneles que ni siquiera tu sabías que existían.

Tiene razón. Debí notarlo antes.

- Lo siento — respondió Selien.

- ¿Por qué lo dices?

- Siento que te estoy presionando demasiado.

Baham no respondió. Doblaron a la izquierda y siguieron andando metros más allá, hasta que ella se detuvo.

- Ya llegamos.

Frente a ellos, se encontraba una puerta. Era bastante común, distinta a las otras, nada comparado a lo que Selien esperaba. Luego de unos minutos, Baham abrió la cerradura.

El salón era grande y espacioso, pero algo decepcionante. Muebles cubiertos por sábanas, cuadros y candelabros rotos, cajas… Todo estaba cubierto de polvo.

- ¿Estás segura de que aquí es?

- Completamente. Ahora será mejor que nos separemos. Así encontraremos las hojas más rápido.

Ella se fue por la izquierda y él por la derecha. Tardó un poco en hacer lo que ella le dijo.

¿Cómo llegaron estas cosas aquí?

Abrió unas cuantas cajas. Dentro de ellas habían algunas armas, como dagas y lanzas rotas. Abrió otra más. Cada nueva cosa que encontraba era más extraña que la anterior, pero todo se volvió aún más extraño cuando encontró una espada con su sello e inicial grabada en ella.

- Baham — alzó la voz. — ¿Puedes venir un momento?

La espada se ajustaba perfectamente a su puño. Estaba hecha de plata, con un peso perfecto para empuñarla sin problemas. Selien se sentía extraño e inexperto con aquel arma entre sus manos.

- ¿Encontraste algo? — preguntó la Estrella en cuanto llegó. — ¿Qué es eso?

- Mira.

- Una espada. ¿Qué hay con eso?

- Acércate más. Observa la empuñadura.

Se la entregó. Baham por poco la deja caer asique la ayudó a sostenerla.

- Tiene mi inicial.

- ¿Y?

- Estaba escondida entre las cajas, ¿Por qué habría una espada con mi inicial aquí?

- ¿Qué insinúas?

¿Qué me está pasando?

- Creo que esta espada era… mía.

Baham lo pensó por unos segundos. Luego comenzó a reír.

- Tú, ¿¡Con una espada!? — preguntó incrédula. — Selien, nunca has sido bueno con ese tipo de armas. Eres un arquero.

- Lo sé, pero, esta espada… la he visto antes. Tiene mi inicial y mi sello, ¿No te parece extraño?

- Tal vez sea una coincidencia.

- Las coincidencias no existen.

Baham le dedicó una mirada que él no pudo descifrar. Lo miraba con extrañeza, como si estuviera delirando.

- Sel, deja esa espada donde la encontraste y concéntrate en encontrar las hojas.

Selien le quitó la espada y la sostuvo solo por unos minutos más. Una parte de él le decía que no debía de abandonarla, pero Baham tenía razón. La dejó en su lugar. De todas formas, ya sabía dónde encontrarla, podía volver cuando quisiese.

Ésta vez él se fue hacia la izquierda y ella hacia la derecha. Más cajas, muebles, vidrios rotos.

Basura.

Estuvieron más tiempo del esperado, pero de pronto, Selien notó algo extraño a sus pies. Un pequeño desnivel. Se inclinó y golpeó el suelo con sus nudillos. Estaba hueco. Justo en el momento en que iba a levantar la madera, Baham lo llamó desde el otro lado del salón.

- ¡Las encontré! — anunció.

Selien olvidó lo que estaba haciendo y fue donde su amiga. Ella sostenía una pila hojas entre sus manos, iguales a las que no fueron arrancadas del libro de la biblioteca.

- Creo que son todas — dijo. — Estaban detrás de unos muebles, junto a unos libros viejos.

Él las tomó entre sus manos. Las hojas estaban en un idioma que él desconocía, algo que ya esperaba.



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En el texto hay: mitologia griega, romance, enemiestolovers

Editado: 20.02.2024

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