Isabel
Hacía ya dos días desde que Joakina llegó y desde entonces está entrenando con todos nosotros. Al principio pensaba que no la iban a aceptar como una más por ser una sirvienta y nosotros los nobles y los demás soldados, pero se equivocó; la aceptaron sin problemas.
-Diego, Isabel; vuestros padres quieren hablar con vosotros-nos dice Alfonso, un chico de más o menos de mi edad y bastante mono-Os están esperando en el comedor.
-Gracias Alfonso- dice Diego.
Mientras Diego le da las gracias, me acerco a donde está Joakina y la digo:
-Joakina, Diego y yo vamos al comedor, que nuestros padres nos quieren ver.
-Vale, nos vemos ya en la comida- me dice Joakina.
En el camino al comedor, tanto Diego como yo vamos pensativos y sin decirnos nada del porqué nos hacían llamar.
Nada más llegar al comedor, nos percatamos de que están los padres de Diego y decimos al mismo tiempo:
-¿Se puede saber qué haces levantada y fuera de la alcoba( yo lo sigo llamando habitación ya que todavía no me acostumbre al nombre que usan en esta época, y eso que ya llevo aquí ya 3 meses)?
- Ya estoy completamente recuperada-dice María, mi madre de esta época.
-Eso lo diremos nosotros, no tu mamá- dice Diego algo enfadado.
- Deja de farfullar y sentaros, que queremos hablar con vosotros- dice Pedro, nuestro padre( aunque en realidad solo sea el padre de Diego)
- ¿Qué nos queréis decir?-pregunto ya que me está matando la curiosidad del porque no podía esperar a la hora de comer.
-Di que si hermanita- me secunda mi querido hermanito.
- Vete a tomar por culo momia- le digo para picarle un poco.
-Chicos..- dice María, nuestra madre, a modo de advertencia- Os queríamos decir que podéis volver a la ciudad al lado de la reina, ella os necesita más que nosotros. Además de que ya prácticamente estoy como nueva.
-Pero…- empezamos a rebatir a la vez Diego y yo.
-Pero nada- dice Pedro- Si la salud de vuestra madre empeora u os necesitamos para otra cosa importante, mandamos a Alfonso a buscaros.
-Y no hay nada más de que hablar- dice nuestra madre María.
-Vale, nos vamos con Joakina a la capital- dice Diego.
-Mañana con las primeras luces nos vamos-les digo-¿Te parece bien Diego?
-Si claro, por mi no hay problema- me dice Diego.
-Entonces no se diga más- nos dice nuestro padre.
Ya llevamos casi todo el día de viaje, cuando vemos que Alex y los demás están en desventaja respecto a unos desconocidos.
-Joakina quédate aquí y procura que no te vean porfa- le dice Diego mientras desmonta de su caballo.
-¿ Y porque yo sola?¿ E Isabel?- replica Joakina.
-Sabes que por mucho que me diga, no le voy a hacer ni caso, y lo sabes- la digo mandandola un guiño y un beso.
-Para qué digo nada si se que casi nunca haces caso en estas situaciones- me dice Joakina mientras me bajo de Montis.
Desenvaino la espada casi a tiempo de evitar que maten a Alex. Cuando intercedo a la susodicha persona, veo por el rabillo del ojo la cara de sorpresa de Alex y digo con sarcasmo:
-Por lo que veo, sigues siendo igual de lento que la última vez que te vi.
Nada más decir eso, mato a mi contrincante y despisto a otro para que Adri pueda dejarle inconsciente.
-¿Quiénes eran?- pregunta Diego al mismo tiempo que aparece Joakina con nuestros caballos.
-Unos bandidos- empieza a explicar Ángel- Pero no sabemos quien o quienes les mandaron.
Mientras Adri, Dani y Aaron están interrogando al que dejamos inconsciente, los demás estamos montando el campamento, recogiendo leña y haciendo algo para comer( ya acababan de cazar cuando les atacaron).
Mientras estamos empezando a cenar, llegan los chicos y Adri nos dice:
-Resulta que quien les mandó es un pirata que nos intentó robar mercancía hace un año y medio cuando fuimos a comerciar con un pueblo del norte de Francia.
-¡¡¡¡¡¡¡¿Qué?!!!!!!!- pregunta gritando Carlos.
-Pero resulta que ayer les llegaron noticias de que dicho pirata murió en un motín y que su tripulación les habían dado la orden de abortar la misión- dice Aaron.
-Pero a su líder eso le dió igual y siguió con el plan de matarnos-dice Dani- Lo que no se esperaban es que Diego e Isabel estuvieran por la zona e intervinieran en la situación, volviendo las tornas a nuestro favor.
Después de cenar, nos estuvimos organizando para ver quién hacía qué turno de guardia y ya cada uno se puso en su puesto y los demás a dormir.
Ya llevamos casi dos días de viajes, cuando vemos a lo lejos la capital y Alex dice:
-Ya está empezando a anochecer,lo mejor es que acampemos aquí.
-Hace nada vi un dos cabras montesas y dos ciervos- dice Luis, uno de los chicos nuevos.
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Editado: 25.07.2024