Atemporal: encuentro con el pasado.

XXVIII

 Magda no pudo salir de su casa esa noche porque sus padres tenían planeada una cena, así que Nuria se encargaría de ir a ese lugar y sacar la mayor información posible.

 Sus manos estaban temblorosas y todo su cuerpo un poco transpirado, tuvo que olerse dos veces para confirmar que no tenía olor desagradable.

 No quería bajar del carruaje pero ya estaba allí, se ajustaba los guantes a cada rato y se puso un antifaz.

 Bajo y vio un pequeño cartel con la insignia del lugar, una fachada bastante clandestina, tenía miedo de entrar ahí y perder un órgano, o que la secuestren, la violen, la maten y la tiren en algún descampado, sea lo que sea tomo valor y cruzó la calle de piedra.

 El farol del lugar alumbraba a un hombre de gran contextura que la miro raro.

-Recibí esta tarjeta.- dijo temblorosa y le entrego el pequeño papel negro que Magda había encontrado en la ropa de Allan.

-No son muy comunes las damas por estos lados.- y le hizo una seña para pasar.

 Suspiro aliviada, o no tanto, no sabia que le esperaba dentro.

 Caminó por un largo pasillo con tapizado rosado y algunas lámparas de pie hasta llegar a una cortina de seda de un rosado un poco más oscuro, al pasarlas, tuvo nauseas, con justa razón pedían la máscara.

 Era un burdel, y todos parecían aristócratas, había prostitutas entre nueve y doce años, no le sorprendería de menos edad, quería salir huyendo de allí.

-Usted nos entrego la tarjeta negra.- dijo una voz femenina un poco seductora a su lado.

 Era una mujer rubia, muy hermosa que tenía en su mano una pipa rosada.

-Sigame.- le indicó.

 Nuria notaba la decoración del lugar, ahora era todo de colores mas oscuros, variando entre marrón y negro y el ambiente iba cambiando.

 La mujer sacó una llave de su escote para abrir una puerta de ese pasillo.

-Que disfrute.- le susurró antes de irse.

 Nuria entro a la habitación y sintió ganas de llorar, estaba repleto de cuadros con imágenes sexuales de niños, pasando por el lugar noto un ropero donde había juguetes sexuales.

 Alzó su vista y vio un estante repleto de libros, abrió algunos, pero asumió que todos tenían un contenido similar.

 Eran libros de tortura, de violaciones, de puntos claves para provocar más dolor. No creía lo que veía, si conocía historias de altos mandos de la aristocracia con parafilias, y hombres grandes casándose con jovencitas de catorce o menos años, pero nunca imagino ver un burdel de esa índole.

-Es raro.- dijo una voz añiñada detrás de ella.- siempre vienen hombres.- giro para encontrarse con la figura de un niño de no más de trece años, morocho, flaco, alto pero su cara delataba la edad.-¿qué pasa? Tan feo no soy.-

-¿Que edad tienes?.- pregunto Nuria con la voz cortada.

-¿Acaso eso importa?.- el niño se recostó en la cama y le hizo señas de que vaya.

 Quería salir de ahí, pero debía preguntarle, aunque no sabía todas las personas que el veía -carajo carajo- pensaba mientras se sentaba en la cama.

-No quiero nada sexual contigo.- aclaró y el niño la miró sorprendido.

-¿Golpes, ataduras? ¿qué?.- si escuchaba algo más de eso saldría del lugar con todos esos niños y prendería fuego el lugar.

-Quiero saber sobre una persona.- el pequeño giro los ojos.- esta muerta, fue asesinada, venía a este lugar.-

-Entonces lo merecía.- susurró sin sentimiento, algo que le partió el alma a Nuria.

 Comenzó a describir a Allan y el prestaba atención con el ceño fruncido.

-Mira, si, lo conozco, porque venía aquí a hablar con Anna, tenía uno de preferencia, Leandro es su nombre, no se donde puedes encontrarlo.- Nuria perdió ánimos de seguir investigando esa muerte, tal y como decía el niño, seguro lo merecía.

-Bien, ¿sabes de alguien que pudo haberlo matado?.- preguntó, algo en ella no la dejaba terminar todo ahí, si tal vez descubría como fue la muerte, podría hacer quitar ese lugar, aunque pensando, en ese tiempo no sabía si podría, es decir, si asiste la aristocracia sería difícil, pero si la homosexualidad está penada a alguno de esos niños podría ayudarlos.

 Pensándolo bien, era una buena señal que no haya venido Magda, porque ellas estaría presas.

-La gente aquí habla poco, Leandro debe saber.- Nuria sacó de su cartera algo de dinero y se lo entregó, junto con un papel con su dirección y la de Magda.

-No se si es de mucha ayuda, cualquiera de nosotras te defendería.- dijo y sin más se fue.

 Antes de salir del lugar decidió mirar otros lados, había de todas las edades, físico, para cualquier gusto, mujeres, hombres, niños, dejo de mirar, y pasó por la puerta con la cabeza agachada, cuando Magda se entere de eso, no quería saberlo, lo único que la impulsará a seguir es saber si la persona que lo mató es de ese círculo o alguien que se defendió.



#1998 en Otros
#339 en Novela histórica
#119 en Ciencia ficción

En el texto hay: historia, dimensiones, cuantico

Editado: 31.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.