Todo a su alrededor retumbaba, se sentía arrastrada, no, no se sentía, la estaban arrastrando.
El olor era raro, el idioma era raro, todo era raro, entre abrió los ojos y solo vio pasto, barro, pisadas descalzas con cadenas -¿Que clase de persona se deja hacer eso?- pensaba Nuria mientras trataba de zafarse.
Las personas que parecían dirigir esta clase de grupo de esclavos susurraban algo.
De un rápido movimiento se zafó y trato de levantarse pero sus manos estaban atadas, lo que llevo a que se caiga pero en un rápido reflejo volvió a levantarse y quedar en pie, el horror se reflejo a través de sus ojos, estaba siendo arrastrada por lo que parecían comerciantes de esclavos, otra cosa no podía ser, estaban encadenados con grilletes, en fila india, sus caras demostraban el miedo y tristeza, quedo paralizada, miro a sus captores, sucios, desaliñados, y por suerte tenían dientes, y si los tenían, eran amarillos y con caries.
Instintivamente quiso correr pero las cadenas que ataban sus brazos estaban unidas con las que llevaban a los otros y un fuerte tirón le indico que no podía, los hombres se reían y uno se acerco para querer golpearla, lo esquivo, y así con otros tres golpes hasta golpearle con su tibia en la rodilla, que provocó una mueca de dolor en el tipo y un golpe por detrás hizo que fuera lo único que vea antes de caer inconsciente.
Ahora había vuelto a despertar, pero esta vez en una jaula, que tenía un movimiento exagerado, tal vez por el camino rocoso que la dirigía a lo que parecían grandes paredes de piedra con una enorme puerta de madera en forma de ovalo pero a la mitad, tenía un enorme marco de metal y pinchos del mismo elemento, el carro paro en un movimiento brusco, y luego de que las enormes puertas se abrieron, dieron paso, se adentraron a lo que parecía un pueblo, el olor era espantoso debido a la enorme falta de higiene de los habitantes.
El nivel de pobreza era altísimo, vagabundos pidiendo monedas, mujeres lavando trapos fuera de sus casas, o algo así, parecía que estaba entrando en un videojuego ambientado en la edad media, aunque le daba risa la ocurrencia y seguro soñaba, leer tanto sobre eso en el último mes había influido hasta en sus sueños.
Luego de un momento de reflexión y calma recordó el espantoso golpe en la nuca y que había despertado en ese lugar otra vez, no pudo aguantar la curiosidad y preguntó que año era y donde estaban, la repuesta hizo que un peso horrible cayera en ella, tomo una de las rejas de la jaula y trato de respirar con calma, era imposible que este en el siglo X, aún no caía el lugar donde estaban, no por el idioma, era todo muy diferente y su mente no tenía tiempo de procesar sus estudios, ni como se llamaban los lugares en esa etapa, se pellizco unas cinco veces y nada hacía efecto.
Se tiro para atrás y volvió a preguntar donde la llevaban, un poco disgustada y sorprendida la joven a su lado le dijo que para ser vendidas en la fortaleza del gran señor de estas tierras.
-El gran señor de estas tierras- pensó antes de explotar en una carcajada nerviosa, no podía ser que le pase esto, en algún que otro libro había leído de gente muy avanzada para su época, pero, viajar en el tiempo así como así, imposible, o no tanto, era lo que le pasaba.
Tardaron media hora aproximadamente en llegar al enorme castillo que crecía aún mas en cuanto se acercaron, volvieron a pasar las puertas y unos hombres les hicieron señas obcenas, lo que la hizo hervir de rabia.
Las hicieron meter por un pasillo poco iluminado, solo tenía algunas antorchas hasta entrar a lo que parecía un gran salón, divido en dos con una gran tela que serviría de telón, había una mesa redonda donde muchos caballeros estaban alrededor de ésta, sentados y conversando alegremente.
-La castaña de la marca pasa última- escuchó decir a uno que la señalaba, la marca sería el tatuaje de su brazo, era una manga de un cerezo con un dragón alrededor, pero eso no importaba, de un fuerte tirón el hombre la arrastro al final de la fila.
Su estomago estaba contraído a medida que pasaban las jóvenes, solo escuchaba Vendida, y como algunas iban calladas y otras lloraban desesperadas, gritando por sus padres, sería lindo que los suyos estuviesen con ella aunque esten peleados, ahora sería vendida, se asomo un poco por un pequeño agujero en la tela que la separaba de su perdición, ponían a las jóvenes en exposición justo en medio de la mesa, ahí si lo pedían les tiraban las ropas hasta dejarlas desnudas o no, la mayoría eran hombres gordos, mal cuidados, pero que no pasaban de los cuarenta o cincuenta, solo había algunos, que eran los que más compraban, -como si las pudieran usar, viejos degenerados- pensó.
-Nuestra mayor novedad, caballeros.- comenzó a decir su captor. Lo otro que seguía, retumbaba en sus oídos y no entendía, solo quería huir, su cabeza hizo algo como un tic y sus neuronas se juntaron, recordó que desde pequeña hacía artes marciales y que aunque no venza a todos, eso le daba la mínima oportunidad de salir de ahí.