Había dedicado casi toda la noche a estudiar la historia de ese extraordinario mundo, se sentía tan atraída a él, cada página que leía, más quería, necesitaba saber, aunque el cansancio la domino completamente, y cayó rendida a la cama, que parecía más cómoda de lo normal.
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Los vikingos avanzaban por pequeños pueblos, quemaban todo a su paso, no discriminaban a quien mataban, violaban a las mujeres, las mataban y las volvían a violar, una escena espantosa para los pocos que se ocultaron, aunque no tardaron en encontrarlos.
Román logro escapar, vio la oportunidad y salió corriendo, las historias que cantaban no se comparaba con vivir en carne propia lo que esa gente era capaz de hacer.
Logro llegar a las afueras de su pueblo y llegar a un camino levemente marcado seguramente por ser usado por mercaderes en carros, en ese momento suspiro de alivio y siguió caminando, a alguna ciudad debería llevarlo.
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Nuria despertó a causa de un terrible susto, ocasionado por un grito desgarrador, no sabía de donde venía, pero retumbo en todas las paredes del lugar.
Salió de un salto de la cama y abrió la puerta, Gerard, su ''protector'', la miro un poco fatigado, -pobre hombre, seguro estuvo toda la noche despierto-, pensó, pero luego decidió preguntar el origen del sonido.
-Los hombres están entrenando para la llegada de los vikingos.- respondió seco, aunque su lenguaje corporal denotaba la terrible preocupación que tenía.
Ella solo lo miro, y volvió a entrar a su habitación, fantástico ¿verdad?, hace una semana estaba ahí y ya se aproxima un ataque, su suerte iba de mal en peor.
De un momento al otro, se encontraba convencida con Alba para salir al mercado, y allí estaba, caminando por las calles de esa sucia ciudad.
Era un paisaje desagradable, al igual que el olor, había algunas calles de tierra y otras de rocas, el mercado al que se dirigían eran puras tiendas con cajones y la mercancía que se vendía, le pareció anti-higiénico, pero no podría esperar mucho, la gente vestía con trapos que parecían ásperos e incómodos, estaba sucios, y olían mal, había una enorme cantidad de mendigos, Alba se movía con total naturalidad, aunque a ella siempre le molestó estar rodeada de mucha gente, ahora esa gente estaba sucia, no quería ser asquerosa, pero no veía la hora de salir de allí, en cierto punto entendía a Sir Mateo y su obsesión por quedarse en donde estaba.
La ida fue más tranquila, no se chocaba a tanta gente, y a medida que se acercaban al palacio el olor iba desapareciendo, o ella se estaba acostumbrando.
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Sus hombres no eran malos, pero al lado de esa gente eran terribles, lo tenían todo, buenos jinetes, buenos estrategas, buenos peleadores en el campo, con o sin armas, no había posibilidad de defender sus tierras, lo que quedaría sería sus nombres en un papel, como el último rey antes de la conquista.
Sabía que se esforzaban, pero no era suficiente, aunque en ese momento solo podía pensar en la mujer que se estaba quedando en su casa, no ayudaba en nada y la trataban como noble, ¿por qué pensaba en ella?, no sabía, pero terminaría de despejar su mente en una sala tranquila de su castillo.
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La curiosidad había matado a Nuria, vio un enorme mapa y se abalanzo a esa sala, tan gloriosa, no explicaba la hermosura de ese lugar, su techo estaba pintado con un fondo blanco y figuras humanas corriendo a una ventana, justo en el medio, redonda, seguro estaba puesta ahí para que se pose la luna, o el sol, en medio había una enorme mesa de madera, perfectamente lijada, con algunos relieves como montañosos, se acercó más al único mueble de la sala para verlo mejor.
Noto que era un mapa, así como el que había en la pared, que le llamo la atención, solo que este era más específico.
Noto algunas líneas marcadas que no coincidían con la del mapa en la pared, pero luego de fijarse detalladamente, esas líneas eran caminos, o algo así, también había pueblos y ciudades tachadas, y una enorme V, que podría interpretarse como vikingos.
Al tocar un poco más abajo noto pequeños cajones, con pergaminos, que saco para mirarlos.
Eran estrategias, pero enemigas, según el título, aunque le sorprendía que teniendo las ideas enemigas de como atacar, perdieron algunas batallas, debido a que coincidían con las zona vikinga, miraba todos los mapas con atención, se parecía mucho a como escribían las estrategias en donde vivía, sabía mucho de eso gracias a su padre, recordó todas las medallas que había ganado debido a su servicio en el ejército.
Un ruido interrumpió sus pensamientos, alzó la vista de las hojas y su corazón se paro, del miedo que le daba esa mirada, sentía que en cualquier momento le iba a volar una silla o algo así.
-Hola.- dijo con una sonrisa nerviosa y traviesa, mirando los posibles lugares por los que salir corriendo.
-¿Se puede saber que hace aquí? Y cuando responda eso, ¿se puede saber por qué esta mirando todo eso?.- pregunto señalando todos los papeles un poco desparramados.