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Actualidad.
Paralelamente al suceso que llevo a Nuria donde esta ahora, Magdalena -Magda- se encontraba en el campo de paint ball junto con su familia, a veces detestaba jugar con su padre, ese hombre se ponía competitivo y se terminaba cualquier lazo, familiar o afectivo.
Quedaba ella sola, el equipo rojo y su padre, el azul, caminando atentamente, la espalda siempre apoyada contra las paredes o postes para evitar cualquier tiro tramposo, no se escuchaba nada, solo su respiración y sus pasos sigilosos por las maderas del lugar, el sitio donde jugaban, era una vieja casa de campo que compró su padre solo para esa actividad, el lugar estaba manchado de diferentes colores por las pequeñas balas de pintura, pero no había tiempo para eso, escuchó un ruido y colocó el arma en posición.
Camino lentamente y abrió una puerta con el pie, apunto a todo el lugar, y justo cuando giró, después de comprobar que no había nadie, su padre la recibió con una patada frontal directo al chaleco.
-¡Carajo!.- gritó haciendo pasos para atrás sin tratar de perder el equilibrio.
El ruido del arma disparándose sonó dos veces, justo al pecho.
-Tómalo como una venganza de la semana pasada.- dijo divertido mientras ayudaba a su hija a levantarse.
Ambos se rieron y salieron del lugar, el equipo de su padre estaba festejando, ella decidió irse a la parte remodelada del lugar, donde estaba el baño a secarse un poco el sudor, se bañaria en su casa después.
Camino hasta el lugar, abrió la puerta y entró, lo primero que hizo fue lavarse la cara y tomar la toalla para secarse.
Cerró por unos segundos los ojos, pero cuando volvió a ver, atrás de ella no había nada, volteo, pensó que era una alucinación, pero no, todo había desaparecido, trató de abrir la puerta pero su mano cayó tratando de girar el picaporte, no había, tampoco puerta, y de la nada, el suelo se esfumó y comenzó a caer. Era una caída libre, ¿a dónde?, no sabía, pero sentía como su estomago se contraia y se iba para arriba, como si estuviese en una montaña rusa.
Caía y caía, hasta que en un momento, comenzó a ver algo azul y la presión no le permitía respirar, como consecuencia, se desvaneció, pero un fuerte golpe la hizo despertar nuevamente, abrió los ojos, agua, como un reflejo comenzó a patalear hasta la superficie.
Exalo e inhalo varias veces agitada mientras trataba de ver donde estaba, era un lugar con mucho espacio verde, detrás de ella había una cascada, y en frente tierra con muchos arboles, comenzó a nadar hasta allí y notó un cuerpo flotando.
-No me jodas.- pensó y nadó hasta donde estaba, era un niño, de no más de diez años, lo tomó en sus brazos y se impulsaba con las piernas hasta llegar a la orilla.
El pequeño casi no respiraba, tendría que comenzar a reanimarlo, y así lo hizo. Se sintió satisfecha cuando comenzó a toser y a abrir los ojos.
-¿Estás bien?.- le preguntó en un tono casi maternal mientras ayudaba a que se siente, estaba temblando, se quitó su chaqueta y lo envolvió.
El niño no podía hablar, y parecía que temblaba de miedo, Magda lo entendía pero comenzó a fijarse en su ropa, tenía una camisa muy descuidada y pantalones cortos igual de rotos y sucios, no estaba calzado.
Volvió a mirar a su alrededor, no conocía el lugar, nada, comenzó a pensar que soñaba, así que se pellizco varias veces, pero no funcionaba.
Un ruido proveniente de los arboles la puso alerta y al pequeño también, que se levantó enseguida y tembló nuevamente, fue ahí, cuando el terror se apoderó de ella, un escalofrío le recorrió la espalda y se levantó de golpe, porque de donde vino el sonido, voló un hacha que le partió al medio la cabeza a el niño que acaba de salvar.
Gritó y se levantó, se tambaleó un poco y miro la figura que se le acercaba, eran dos hombres, altos, sucios, con trenzas, ropa muy vieja y descuidada, con espadas y hachas, tenían una sonrisa y mirada temibles.
Empezó a desear que fuese un sueño, estaba a punto de llorar, no tenía lugar para irse, ni siquiera algo para defenderse, a menos que quite el hacha de la cabeza del cadáver a su lado, pero no se atrevía. Las palabras de su padre se le vinieron a la cabeza enseguida -piensa en frío- se decía una y otra vez, lastimosamente en su vida había visto la muerte como algo común, presenciar un asesinato ya lo tenía asimilado, pero fue tan fuerte, que se olvidó todo y fue como volver a nacer.
Se acercó al niño y los hombres corrieron a ella, en un movimiento rápido y con mucha fuerza tomó el hacha y corrió hasta un lugar donde no la podían acorralar, susurraron algo que no entendió y levantaron sus armas, su mano temblaba, y volvió a pensar en su progenitor, levantó el hacha para evitar el golpe de espada que venía justo a su cabeza, le pesó en el momento y después esquivo otro golpe, era matar o morir, una situación horrible, deslizo su pierna por el medio de las de uno de sus atacantes y patio su tobillo tan fuerte como para hacer que se caiga, aprovecho el momento para golpear con la misma pierna el hígado del otro, pero no hizo el efecto que ella espero y un golpe en su mandíbula la hizo casi caer.
Tenía el hacha, debía usarla, flexiono sus rodillas para llegar más fácil al estómago del que estaba parado y lo golpeó, lo atravesó y una horrible sensación recorrió su espalda.
El otro se levantó y la tomó del cuello, no podía soltarse, comenzó a perder poco a poco la consciencia, hasta desvanecerse completamente.
Comenzó a escuchar unos ruidos raros, voces, comenzó a abrir los ojos, había un olor horrible, a mugre, sangre, heces, y otras cosas que mejor no saber, trató de pararse pero estaba muy débil todavía.
Miro sus manos y estaban atadas con una soga, tocó su cuello debido a una incomodidad, también tenía una soga en él.
Alzó la vista y vio rejas improvisadas, al lado más personas en su situación, golpeadas, sucias, a algunos les faltaban extremidades, la confusión del momento y el miedo hicieron que comience a llorar recordando todo, en un momento estaba riéndose con su padre, y luego, viendo como mataban un niño y ella asesinaba a una persona, no podía hacer que sus lágrimas dejen de caer.
-¿Por qué lloras?.- preguntó alguien fuera de la celda comiendo una manzana.
Sus ojos se pusieron en blanco y dejó de llorar instantáneamente, levanto un poco la vista y pudo ver la sombra cortando la fruta como si nada.
-Porque tengo muchas preguntas.- respondió en un tono seco.
Su padre y madre eran militares, al igual que toda su familia, tuvo un entrenamiento muy duro para alguien normal, sabía que hacer en situaciones de peligro, hasta ese momento, nunca agradeció tanto esa crianza, ni que la lleven a lugares donde había grandes conflictos y mostrarle otras realidades.
-Tal vez pueda responder alguna.- dijo el hombre mordiendo un pedazo de manzana recién cortado.
-¿Dónde estoy?.-
-En la base plantada por los vikingos en el principio de la frontera con Wessex.-
Esa respuesta la dejo congelada, -¿es una broma?- se preguntó, pero la persona estaba muy seria, y por alguna razón le veía lógica, los hombres de hace un rato si parecían el estereotipo de vikingo que había visto en pinturas, o series.
Pero lo peor, fue preguntar en que año estaba, no podía creer como no se desmayo al escucharlo, estaba pensando en el suicidio como opción, justo ella tenía que ir a parar en algo así, pues, era el tipo de persona que creía en viajes ancestrales y todo eso, tomo su cabeza con sus manos y su estómago sonó.
-Ten.- el hombre le tiro una manzana que saco de su bolsillo y ella la agarró.