El suceso de la madrugada la dejo en shock unas horas, pero pudo retomar el control de su cuerpo para la mañana.
-Señorita, ¿Se encuentra bien?.- preguntó Alba retorciendo un trapo sobre una palangana, para limpiarle la cara a Nuria.
-Si, si.- respondió sentándose.
Estaba un poco mareada y tenía la piel de gallina, nunca había estado en una guerra, mucho menos involucrada en ella, no tenía idea de que hacer, no sabía si huir del lugar, o afrontar las consecuencias de sus palabras el día que aceptó ser la estratega.
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En la cámara estaban Luciano y Alexander, junto con los grandes generales y gente de poder en lo que quedaba de sus tierras.
Era un rebote de insultos por las paredes del lugar, pareciese que no sabían lo que era escuchar.
-¡YA BASTA!.- exclamó Alexander y su voz hizo que todas las otras queden pequeñas. El lugar se fundió en un silencio abrumador.
Luciano miraba atento como hablaba y como lo escuchaban, la autoridad que tenía y como lograba convencer a la gente en ese lugar, debía admitirlo, tenía alma de líder, emanaba liderazgo, y no exageraba.
El problema empezó cuando Alexander dijo que Nuria es la estratega. Era increíble como desvalorizaron a esa mujer, incluso daban ganas de golpearlos.
-Se lo que muchos pueden estar pensando, yo también lo pensé.- dijo Alexander.-pero gracias a esa mujer es que los vikingos no nos ganaron esta madrugada y como muchos de ustedes están sentados aquí y no empalados en las puertas de su casa.- estaba enojado, se notaba.-yo soy su rey, y quieran o no, esa mujer nos guiará.-
Pensó que esas palabras iban a terminar la discusión, pero ahora se separaron en quienes apoyaban la idea y quienes no.
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Nuria estaba escuchando cerca del lugar, si no se tenía confianza, no iba a poder hacer nada y esos desgraciados no la estaban ayudando en ese tema.
Nunca pensó escuchar esas barbaries sobre su persona, y ni siquiera la conocían, si tan solo tuviese un poco de autoridad, iría a cerrarles la boca a esos desgraciados, pero no tenía, lastimosamente.
Y otra vez volvió a pensar en esa persona, ¿por qué comenzó a extrañarla tanto?, puede que no sea extrañar, tal vez quiere su personalidad, se rió por lo bajo, -¿quién no la quiere?- pensó.
Pero su pensamiento se esfumó cuando Luciano entró a la habitación.
-¿Estás mejor?.- preguntó sentándose en una silla que había en frente de ella.
Solo asintió.
-Bien, hoy a la madrugada saldremos, necesitamos planear el ataque.-
Su color fue desapareciendo poco a poco, no sabía cuanto podría durar una guerra, tampoco sabía si en su estado podía pensar, aunque se adelantó a eso y mejoro algunas antiguas estrategias, esperaba que eso sirviese.
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Alexander fue hasta su habitación y se sentó en una silla, mirando la ventana, odiaba las guerras, pero a veces eran la única solución, tal vez solo con los vikingos, gente sedienta de sangre y territorio.
Tomó su cabeza y todos los recuerdos de enfrentamientos anteriores se vinieron a ellas, debía pasar nuevamente por eso, pero esperaría que sea la última, la guerra no le conviene a nadie, y los más afectados son las personas que no tienen nada que ver, ¿qué clase de líder permite que su gente la pase mal por un capricho?, porque eso es lo que era, aunque no en su caso, el suyo era la defensa.
Tomó una jarra de cerveza y la bebió entera de un sorbo, el paisaje era lindo, el monte, el cielo celeste, algunas nubes, el sol, todo eso se teñiría de gris.
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Mateo estaba más ocupado que nunca creando ungüentos, explicándole a su aprendiz lo que debía hacer y para que era cada uno.
Si no estuviese tan viejo iría él, pero ya era casi un milagro que llegue a esa edad.
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Magda aún estaba impresionada de los paisajes. Hace unos metros se había metido en un lago donde podía verse los pies e incluso había algunos peces, era tan lindo.
Aunque sabía que no todo era color rosa en ese lugar, en todo el tiempo que llevaba viajando había visto cada desgracia, como vivía la gente, era incluso más crudo que cualquier libro o película, como por una simple cortada en la mano, una infección subía hasta el brazo entero, o la plaga de piojos, pero sabía que había algo que no era normal.
No era como la pintaban en las películas o documentales, no sabía quién estaba equivocado, los documentales, o donde estaba.
-Oye.- llamó a Erik y se adelantó para estar a la misma altura.-¿Cómo se manejan en este lugar?, es decir, con las costumbres principalmente.-
Erik la miro un poco confundido, pero decidió responder la pregunta, no era nada del otro mundo, aunque le sorprendía que no las supiese.
A medida que escuchaba comenzó a sacar cuentas, parecía como si la edad media estuviese mas avanzada de alguna forma u otra -¿cómo que la iglesia no tenía un papel principal?-, se preguntó al escuchar eso, era un poco bruta académicamente pero si algo sabía, era la participación de la iglesia en ese tiempo.