Atenea (amores perdidos #3)

Capítulo 35

Bastian se fue a dormir a un hotel cercano, se hubiera quedado pero mi padre aun no quiere ser demasiado cercano a él, cosa que ya está sucediendo porque es el padre de mi hijo.

 

Hablamos y aclaramos todo lo sucedido estos últimos días en Grecia, mi padre no estuvo muy convencido hasta que Bastián nos mostró el comunicado de prensa en donde negaba cualquier tipo de vínculo con su ex. Fueron días estresantes y llenos de malos entendidos, pensar que su secretaria estuvo involucrada en todo este escándalo donde la que salió más afectada fui yo, pero gracias a ello descubrí mi embarazo. Debí estar tan ocupada y atareada para no darme cuenta del retraso en mi periodo.

 

En fin.

 

Se supone que debo tener un buen descanso.

 

Mientras me meto a la cama pienso en todas las cosas que cambiaron de un momento a otro, en situaciones y acontecimientos que no fueron planeados pero que cambiaron mi vida. Estoy embarazada y hasta ahora no le he hablado a mi bebe con el cariño que debería, y es que no sé cómo sentirme. No sé cómo debe comportarse una mujer embarazada con su bebe.

 

Desde que me entere de mi estado he tenido una extraña sensación de extrañeza en mi corazón, estoy empezando a sentir los cambios de mi cuerpo, mi vientre se siente hinchado, las ganas de ir al baño son frecuentes y mis ansias por comer a la hora exacta me desespera. Me siento triste, enojada, feliz y sobre todo me siento confundida. Las ganas de llorar y tirar todo abajo me invaden como si fuera un cuerpo poseído.

 

Aun se siente raro asumir y aceptar que tendré un bebe, seré madre y esto es mi responsabilidad, lo sé, pero al mismo tiempo no sé cómo enfrentar esta situación. No tengo idea como debo sobre llevarlo, no he logrado todo lo que yo quería y realmente sé que no es culpa de este niño, pero me siento estancada y frustrada. Mi inmadurez se hace presente cuando estoy sola y acepto que no estoy preparada emocionalmente para este rol, pero eso no importa porque cuando él bebe llegue a este mundo no preguntara si su mamá esta lista o no. Yo debo empezar a aceptar la idea de que mi vida no será la misma y que un diminuto ser dependerá completamente de mí. Eso me asusta, me asusta pensar que no podre protegerlo de todo, que no me siento lista para recibirlo.

 

Tengo miedo de no superar esta frustración durante los meses que faltan para recibirlo, temo que cuando llegue a este mundo yo me desquite con él por las cosas que no puede lograr. Pensé que lo había aceptado siquiera un poco, pero al parecer no es así. Cuando estoy sola pienso en muchas tonterías. Tengo 22 años, no soy una adolescente, pero tampoco soy completamente una adulta y ahora seré mamá.

 

ATENEA DOSKAS… ERES PATETICA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desperté muy temprano con muchos deseos de comer un delicioso huevo duro, corrí a la cocina y vi lo que tenía en el refrigerador, leche, queso, huevo… ¡huevo!

 

Encendí la hornilla y puse a sancochar los huevos, herví agua para mi café e hice un poco de arroz por si papá quiere comer. Después que todo estaba listo, le quite las cascaras a los huevos…

 

Salí corriendo lo más rápido que pude con dirección al baño, el olor del huevo cocido fue asqueroso, jamás, ¡jamás! Había sentido este olor tan horrible. Me quede en baño un buen rato hasta que mi papá toco la puerta.

 

_ ¿todo bien, hija? – volvió a dar pequeños golpecitos en la puerta.

 

_Tengo nauseas – respondí como pude.

 

_ oh… Eso no había ocurrido hasta ahora – su voz se oía un confundida. – te hare huevos revueltos con arroz – y solo de imaginar ese plato mi estómago empeoro y terminé devolviendo hasta lo que no comí.

 

Dios.

 

No había tenido síntomas así nunca. ¿Por qué ahora? ¿pensé que era el primer mes? Era como si un detonante se hubiera encendido durante la noche, estos dos meses la he pasado normal, sin antojos o mareos, solo cansancio y sueño, pero hoy ¿nauseas matutinas?

 

_ ¿hija? – llamo mi padre.

 

 

_ No hables de comida, pa´ - pedí. No hubo respuesta así que pensé que se había ido, pero cuando abrí la puerta él estaba parado ahí con un rostro evidentemente preocupado.

 

_ Estas muy pálida – acaricio mi rostro - ¡dios! No pensé verte en este estado.

 

_ yo tampoco, me siento horrible – me recosté en su pecho.

 

_Es parte de ser madre, mi amor – mi padre suspiro – recuerdo cuando tu mamá se embarazo de ustedes… no podía comer otra cosa que no sea chirimoyas y naranjas.




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