Atlantis: Guerra del Imperio Perdido.

Prólogo

Año 280 a. C.

Una luz corría entre la gente. Viajó por la selva de aquella isla en medio del mar, y se detuvo frente al lago Roca Luz.

Una hermosa Ninfa de cabellos blancos como la nieve posaba levitando sobre aquella fuente de agua, detrás de ella, una mujer de cabellos oscuros y tez blanca la contemplaba en silencio temiendo interrumpir a aquel ser mitológico.

Un fuerte estruendo llamó la atención de ambas, la mujer de apariencia joven y claro cabello cayó al suelo cubriendo su cabeza.

—¿Qué pasó? ¿Qué viste?

—La profecía... ha cambiado — la mujer salió del agua y camino con los ojos cerrados al igual que una mueca de dolor en su rostro.

—¿A qué te refieres? El árbol de la vida jamás se equivoca.

— Apareció alguien, es muy fuerte, hará grandes cosas, pero no logre identificar cuál de nuestros Dioses la o lo representaba.

—¿Estas queriendo decir que...?

—Hay un séptimo portador.




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