Atlantis: Guerra del Imperio Perdido.

3

Mi padre se dispuso algo feliz a preparar la cena para los tres, aunque para mi fortuna el chico misterioso negó a eso y se fue.

Solté un suspiro de alivio cuando lo vi atravesar la puerta de mi casa y se despidió de mi padre. No lo conocía y esto que acababa de pasar fue muy, muy extraño. Cenamos en silencio, o al menos de mi parte, cuando terminamos mi papá se quedó lavando los platos y yo subí a mi habitación a darme la ducha que jamás me pude dar.

Dejé que el chorro de agua calentara mi cuerpo, no me sorprendería amanecer enferma mañana, me enfríe por mucho rato. Unos minutos después salí del pequeño cuarto envuelta en una toalla y me coloqué una bata sentándome frente al tocador. Hice mi rutina diaria para la cara y tomé el cepillo para comenzar a pasarlo por mi cabello.

—En serio deberías ser más precavida por quien se mete a tu habitación.

Solté un pequeño gritito al escuchar a alguien detrás de mi. Me levanté alterada y de golpe de la silla para mirar al rubio que hace unos minutos había estado en mi casa.

—¿Se puede saber qué mierdas haces aquí? Ya tuve suficiente con lo de hace rato — intente no alzar mucho la voz.

—Anastasia tienes un camino muy largo que recorrer y es por lo de hace rato que estoy aquí, te salve más de dos veces el día de hoy, realmente debías de darme las gracias de que este aquí — alzó las cejas.

—Yo no pedí que vinieras a salvarme. Además... — tomé el borde de la bata y la apreté las a mi cuerpo — tal vez si no hubieras estado aquí esa maldita cosa no hubiera entrado a mi casa — conteste comenzando a alzar un poco la voz.

—Si no hubiera estado yo, te habrían llevado — dio un paso hacia mi y respondió de la misma manera.

—¿Me dirás acaso quien eres? Apareces de la nada en el metro, te metiste en la habitación de mi mejor amiga sin decir nada, resulta que ella no te veía, me hiciste quedar como loca que necesita un psiquiatra, entraste a mi casa, en mi cuarto, más de dos veces, una cosa rara casi nos mata, le mentiste a mi papá diciendo que eras mi novio y lo ilusionaste y ademas, volviste a aparecer de la nada estando yo saliendo de la ducha sin nada abajo, además de que te he estado soñado — le recriminé —. Creo que al menos tengo derecho a saber tu nombre y así poderte poner una orden de alejamiento. 

—Las órdenes no se aplican conmigo, no tengo ni ciudadanía estadounidense — me miro ignorando todo lo demás.

—¿Me dirás? ¿O tengo que gritar para que venga mi padre, llame al sargento Voight y te lleven preso? — alcé la ceja y lo miré expectante.

—No es necesario... — habló más tranquilo y soltó un suspiro —. Me llamo Landon, Se que tu cabeza está llena de preguntas y puedo responder todas y cada una de ellas, solo se paciente.

—La paciencia no es mi mejor cualidad, así que habla.

—Lo se, te he observado demasiado como para no saber eso — me miro.

Espera ¿qué? ¿Más tiempo dijo? Dios mío, este va a resultar como el loco de Everette Lynch que acosaba por años a sus presas antes de asesorarlas.

—Llamaré a la policía — caminé por la habitación e intenté dirigirme hacia mi cama para tomar el celular.
 

—Si lo haces quedarás como loca, voy a desaparecer y la policía no te va a creer.

—Tal vez te vayas, pero he visto tu cara y un retratista puede dibujarte sin ningún problema — lo tomé y me lo quitó de las manos —. Eres muy odioso.

—Y tú a veces eres muy estúpida, me lo agradecerás luego — vi como corrió a la ventana y lo tiró desde el segundo piso.

—¡¿Qué te pasa?! Realmente estás mal de la cabeza — agarre una almohada pequeña y le comencé a pegar al chico.

—Me haces bullying y todavía ni me conoces bien. Que educada señorita Rojas — rodó los ojos, lo que causó que yo lo hiciera también.

—Bien... Landon, te pido de la forma más amable posible — hable con voz "educada" — que te largues de aquí. No te quiero volver a ver — hable con cierto tono de enfado.
 

—Aunque no me veas, siempre voy a estar ahí — respondió antes de acercarse a la ventana y salir por el tejado, dejándose caer.

Me acerqué al filo de esta y miré hacia abajo, no estaba.

Cerré el cristal y le coloqué el seguro, lo mismo hice con la puerta. Me cambié a un pantalón largo y una sudadera enorme para dormir y me recosté en mi cama.

Tomé mi mac y me metí al navegador para leer más sobre la noticia que había leído en el metro.

La nota decía que el evento había sucedido hace muy poco, los secretos del área 51 revelados, una supuesta colaboración con grandes empresas y asociaciones como la NASA. Todo parecía casi Perfecto al ser algo que ayudaría a la humanidad.

Lastima que todos estaban tan podridos, una lucha entre naciones se había desatado por tener la posesión de los diarios que mencionan, pero por suerte este país logró conservarlos. Varios aún siguen intentando tenerlos, como Rusia, Egipto, Inglaterra, Japón, los Emiratos Árabes y Alemania.

Por la carrera sabía que entre varios de esos países habían estado antiguamente en conflicto por temas políticos, económicos y posesión de tierras, pero no hablaré de eso, eso no es el punto.

Los papeles se acaban de firmar, Estados Unidos, Rusia y Alemania acaban de entrar en guerra por esos diarios.

Solté un suspiro y cerré el aparato, lo dejé de lado para acostarme de manera correcta en mi cama y apagué el foco de mi mesa de luz. Me acomode en mi típica posición para dormir y me dispuse a cerrar los ojos.

Esperando que todo lo que había sucedido hoy con el chico y la criatura, haya sido solo como un mal sueño para despertar al día siguiente.
 

• • •

Me levanté a las 11 de la mañana, tenía tanto sueño y el clima no ayudaba, estaba lloviendo. Tallé mis ojos suavemente con los dedos de mis manos para quitar las lagañas y poder abrir los ojos.

Realicé casi la misma rutina que el día de ayer, solo que hoy era sábado y no tenía que ir a la facultad.




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