Atlantis: Guerra del Imperio Perdido.

10

Me quedé callada mirándolo a los ojos. Seguía sintiendo esa misma sensación en el pecho de hace rato, esa sensación que me pedía sacarlo todo aún sin saber qué era lo que pasaba exactamente. Era una sensación de querer llorar, gritar, como si ago realmente malo en tu vida estuviera sucediendo y no sabes que es.

No sabía que hacer o qué decir, no tenía y no había las suficientes palabras para expresarme. Se que jamás las habría y si las tuviera jamás las diría. Porque así soy yo. Supongo que la costumbre de estar sola desde tan pequeña me creó esa mala maña de estar siempre callada.

Landon me miró de pies a cabeza esperando una respuesta. Pero ¿qué decía?

—Pues realmente el destino, los dioses, el universo, sea quien sea que haya escrito la profecía, cometió un error. Hubieran escogido a alguien más para este trabajo.

Contesté seria, sin expresión y me di la media vuelta para salir. ¿A dónde? Ni idea, pero necesitaba salir de ahí.

Parece todo tan irreal, me parece imposible el que Landon sea tan así conmigo. Aún y después de todas las cosas que he hecho.

Cerré la puerta de la habitación dejando a el rubio atrás. Caminé por todo el pasillo de las habitaciones. El sonido de la puerta volviendo a abrirse intento distraerme de mi camino, pero intente no prestarle atención.

Bajé las escaleras de manera presurosa y sentí que una mano me tomó por la muñeca, lo que me hizo dar la vuelta pegando un salto.

Lander se encontraba frente a mi con el ceño fruncido y una leve mirada de ¿lastima? Si eso era. Así se veía.

Fruncí el ceño algo confundida.

—Anastasia, se que esto puede afectarte de una manera de la cual no tengo idea, pero solo dire que lo lamento.

Lo miré extrañada.

—Discúlpame, pero no se a qué te refieres.

El frunció el entre cejo y me soltó de la muñeca.

—¿Qué? Creí que... — dejó las palabras en el aire y señaló detrás de él, hacia las habitaciones.

Escuché pasos que me hicieron voltear encontrándome a Landon. Se veía serio.

—¿Qué? ¿Qué creíste? — miré al mayor de los hermanos interesada.

El lugar quedó en silencio y se sentía una gran tensión en el aire. Podría palparse o hasta cortarse con un cuchillo.

—Anastasia... Es sobre tu padre — giré a ver a mi protector.

Tomé aire y lo solté en un lento y silencioso suspiro. Mierda ¿ahora qué?

—¿Qué hay con él? — alcé la ceja.
 

—Falleció, Anastasia. Está en las noticias.

Sentí una ola pegarme duramente, tambalearme un poco. Eso no podía ser verdad. Por Dios.

—Necesito ver para creer — trague saliva nerviosa.

Mi padre. Una persona muy complicada y muy diferente a la gente común. Jamás tuve una relación de 10/10 con él, pero era todo lo que tenía.

Como sabrán, mi madre y mi padre se divorciaron cuando yo apenas tenía 11 años de edad y a los 16 la mataron. Fue una pelea muy dura la de ese entonces, sabía que detrás de todo el trabajo y lo que hacía mi padre nos involucraba en un mundo nada Perfecto, un lugar lleno de mentiras para lograr una verdad, donde miles de asesinatos, robos y violaciones se realzaban diariamente y eso era lo que mi padre combatía.

Sabía que después del divorcio mi madre se había juntado con otro hombre del trabajo de mi madre. El sargento Hank Voight. Ellos dos antes de que yo llegara al mundo tenían toda una historia que mi padre no sabía. Viví y crecí rodeada de hipocresía. Fue gracias a él que la mataron. Eran amantes.

Cuando eso sucedió creí que mi relación con mi padre mejoraría, pero la verdad fue todo lo contrario. Es muy normal que después de casos así las personas se la vivan en el trabajo, o en el bar. Kelton Rojas no fue la excepción.

La voz de Landon me saco de mis pensamientos y cuando menos me estaba dando cuenta ya iba detrás de él. Bajamos a un cuarto lleno de cosas comunes en la superficie.

—Traje muchas cosas en todo este tiempo. Nos ayuda a mantenernos comunicados con el exterior... — me explicó en voz baja.

La luz del lugar era tenue, pero aún así podía apreciarse todo. El rubio tomó un control remoto y encendió la televisión en un canal de noticias.

En primera plana, aparecía el rostro de mi padre. No había ninguna broma en esto.

"El candidato de Chicago, Kelton Rojas, ha sido asesinado 12 horas antes de las votaciones en la ciudad como alcalde de la ciudad."

Escuché decir eso a la presentadora y palidecí. Asesinato. Otro más.

La sangre se me fue a los pies y negué con la cabeza sintiéndome algo mareada ante la situación.

Sentí unos brazos rodearme por la cintura y después caí en cuenta de que estaba casi en el suelo.

Es por eso que Landon me ha la dicho todas esas cosas en la habitación.

—Suéltame.

Me puse de pie a como pude y haciendo oídos sordos a su llamado caminé hasta la salida. Iba a amanecer ya. Por los Dioses nunca dormía.

Salí del templo en busca de algo para despejarme y volví a terminar en el lago donde antes había estado con la Ninfa.

No se ni como le había hecho para llegar hasta ahí sintiéndome así. Creo que fue la necesidad d e querer escapar y que eso no fuera una realidad.

O sea si, mi relación con mi padre nunca fue la mejor, por más que lo intentáramos siempre había algo que fallaba de ambos, pero eso no significa que deje de ser mi papá. La persona que me dio vida y quien me cuidó y lucho por mi custodia contra la bruja de mi madre.

Fue una de las pocas personas que hicieron sacrificios por mi. Me enseñó su vocación y yo la seguí por intentar pasar más tiempo con el porque si, lo quería.

Jamás pude decírselo verdaderamente, todo por privarme siempre de mis sentimientos por más simples que fueran. Pero ahora, estaba muerto. Un imbécil que no quería aceptar que él llevaba la delantera en las encuestas fue y lo mató.

Cerré los ojos un segundo y aproveché el estar sola para soltar el primer sollozo. Las lágrimas mallaron por mi rostro y una de ellas calló directa en el agua del lago.




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