Atracción Destructiva

Capítulo veinte

Skyler:

—¡Ni de broma! —arremetí con cara de asco. 

No podía creer que el muy tonto estuviera exigiéndome un beso a cambio de abrirme paso hacia el pasillo que daba a la clase que me tocaba. 

—¿Por qué? —preguntó divertido, y por un segundo imaginé que no lo decía en serio. Pero a medida que los otros segundos transcurrían me quedaba en claro que no era una broma. 

Descarado. 

—Porque no quiero, porque no me gustas y porque no puedes chantajearme de esa manera. 

—¿Quién lo dice?

¿Era en serio?

«Prepárate para el impacto en sus bolas, rodilla.»

Bueno, no era para exagerar, pero tampoco era algo agradable, me ponía nerviosa que me detuviera cuando por primera vez en mi vida quería asistir a una clase. 

—Yo lo digo —entrecerré los ojos. 

—¿Qué te cuesta darme uno?

—¿Qué te cuesta soltarme?

Nate sonrió con aires de superioridad, y no entendí por qué, pero tampoco iba a preguntarle el motivo. 

Le di un manotazo en el brazo con la fuerza que en el momento me salió, pero no logré nada. Se volvió a reír y me sentí más molesta que antes. 

—Es sólo un contacto de labios. 

—Ve a buscar a otra. 

—Las demás no me gustan como tú —admitió. 

Bueno... lo estaba confesando y eso era un acto de valentía, porque decir eso le aterraba a muchas personas, a mí incluida. Aunque a Nate no parecía molestarle mucho eso; en realidad, no parecía importarle nada. Pero de alguna manera no me creía la confesión de Nate... 

Lo escaneé con la mirada más de lo que debería, o eso es lo que suponía al ver la sonrisa repleta de arrogancia que se le formaba a mi compañero en la cara. 

—Te lo digo de verdad.

—Y está bien... —dije—. Si te gusto tanto puedes soltarme y dejarme ir a la clase. 

—¿Me das un beso como pago de pasaje?

Me reí secamente y rodé los ojos mientras negaba con la cabeza. 

—Que no, Nate. 

—¿Al menos irás a mi fiesta? —inquirió. 

—No.

—Anda... —insistió. 

—Que no. 

—Vamos... 

Suspiré. 

Si le decía que no seguiría molestándome, seguiría sosteniéndome del brazo para no dejarme ir. 

—¡Bien! Iré —mentí. 

La sonrisa volvió a su rostro y me sentí victoriosa, pero esa sensación se esfumó cuando me dijo que no me creía. 

—¿Por qué no? Te lo digo en serio.

—Tu corazón está... —hizo una pausa y la sonrisa se le borró—. Nada, nada —finalizó y me soltó, dejándome extrañada. 

—Mi corazón, ¿qué?

Negó. 

—Nada —su compostura anterior pareció reincorporarse—. Por favor... sé que el que no vayas mucho tiene que ver con Chase, pero no le hagas caso, él a veces tiene problemas de comportamiento, pero no te hará ningún daño, lo prometo. 

—Me lo pensaré... —dije.

—Bueno... —pareció desconfiado, pero no me importó y empecé a dar unos pasos hacia atrás, alejándome de él—. Te veré luego. 

Caminó hacia atrás y se dio la vuelta tres pasos después. 

Iba en dirección contraria a mí... eso significaba que no iba a entrar a la clase. 

Mejor. La presencia de Nate era muy similar a la de Chase, y eso quería decir que me ponían nerviosa y la mayoría de las veces me molestaban. 

Di la vuelta y caminé hacia la clase de filosofía. Esperaba que la profesora Sanderss no se molestara conmigo por mi tardanza. 

(...)

—Luke, ¿qué tienes? —inquirí poniendo una mano en la espalda de mi hermano en cuanto dejé la bandeja con comida sobre la mesa. 

—No me siento bien —arrugó la nariz. Su cabeza estaba apoyada en la mesa y sus brazos abrazaban su estómago, como si le doliera muchísimo. 

—Luke... Deberías pedir que te retiren, luces muy mal. 

—No te voy a dejar sola con Chase. ¿Y si te quiere hacer algo?

—No hará nada —contradije. 

El rostro de mi hermano estaba completamente pálido y habían algunas gotas de sudor cayendo de su frente. 

—¿Qué comiste?

—Nada —negó—. Me siento así desde la mañana. 

—Quizás la cena de anoche te cayó mal —supuse. 

—No —soltó con un notable dolor en su voz—. No creo. 

Saqué mi celular. 

—Le llamaré a la tía y le diré lo que está pasando.




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