Atracción Destructiva

Capítulo veinticuatro

Skyler:

Inflé mi pecho y suspiré después de que utilizara esa voz ronca que me estaba seduciendo sin mi permiso. Al parecer hoy me había levantado con un nivel hormonal alto. 

—¿Te veo hoy en el castigo? Es una lástima que ayer se haya cancelado otra vez. 

Para mí eso había sido una alegría. En la noche del miércoles, el mismo día que Chase me encerró en el armario del conserje, mi tía volvió a recibir un correo del director avisándole que se suspendía el castigo.

—¿Una lástima? ¿Por qué? ¿Acaso te gusta quedarte en la escuela a limpiar?

—No, pero te podía ver más tiempo y más a solas. 

Elevé las cejas.

Bien. No me iba a creer tan fácilmente ese cuento; Chase estaba actuando demasiado raro. ¿Me decía que no me quería y después tenía intenciones de ser mi amigo? No. Eso implicaba dos cosas. Una; peligro. Dos; ilusión. Y Chase era exactamente del tipo de chico que parecía interesado y que después te desechaba como si nada había ocurrido. Y no olvidemos lo de hacía dos días cuando me lastimó y me dijo que me fuera del pueblo. 

No quería ser mala, pero... ¿tenía él un problema?

Por un momento puede que me lo haya creído, pero ahora no tenía un pelín de confianza en sus palabras. 

—Tengo clase, perdón.

Di un paso hacia atrás y lo saludé con la mano para darle a entender que me quería ir. De todas formas lo iba a ver en nada, teníamos clase juntos. Le di una mirada rápida y noté la forma recta en la que sus labios se posicionaban y en cómo sus ojos me recorrían como queriendo comerme e incomodarme. Frunció las cejas un momento, como si estuviese molesto o confundido, como si estuviese sopesado si detenerme o dejarme seguir mi camino. Lo perdí de vista al girar la cabeza para ver al frente y un escalofrío me recorrió la espina dorsal; sentía a Chase detrás de mí, sentía su respiración en mi nuca y cerré los ojos dos segundos porque, por alguna razón, aquella acción de él me estaba dando una sensación tan complicada de explicar que mi cuerpo tembló. Un suspiro salió de sus labios y me erizó los vellos de la nuca. ¿Qué pretendía hacer?

Me di la vuelta para verlo y para pedirle que dejara de hacer lo que sea que estuviera haciendo, y me llevé una sorpresa cuando no lo vi. ¿Cómo había hecho para irse tan rápido si lo había sentido detrás de mí hacía un segundo atrás? Eso me recordó al primer día de escuela, cuando le había echado el ojo para preguntarle algo. 

Me quedé parada dos segundos y luego caminé hacia mi siguiente clase. Pensaba en Chase, en su forma de ser y en cada cosa que me decía y lo hacía ver como un hombre complicado. 

¿Por qué justamente él tenía que ser tan atractivo y medio loco a la misma vez?

—¡Skyler! —me di la vuelta justo antes de entrar al salón. 

Jason. 

—Ven conmigo, por favor —me tomó del brazo y me obligó a caminar. 

—¿Qué estás haciendo? Tengo clase. 

—Tengo que pedirte algo importante y no puede esperar. 

—¿Ha pasado algo?

—Sí —respondió y me horroricé al ver su rostro tan pálido; ese nivel de palidez no era normal, parecía prácticamente muerto, demacrado, y las gotas de sudor recorrían su lindo rostro, dándole un aspecto sucio. Claramente estaba muy enfermo, y en su momento no pensé que fuera un gripe, yo sabía que eso que traía no era una peste que podíamos padecer con normalidad.

—¿Qué te ha pasado? Anoche te mandé mensajes y no me contestaste ninguno.

—No hables aún, aquí hay muchos oídos. 

—¿Qué...?

—Cierra la boca, Skyler. 

Lo miré con sorpresa. 

—No me hables así —fruncí las cejas. Si algo detestaba con todo mi ser era que fuesen malos cuando intentaba ser buena con los demás. No era justo el trato, debía ser recíproco el buen trato, pero quizás él no estaba para tantas palabras mías. A juzgar por su apariencia podía decir que la estaba pasando mal. No conocía a Jason de hacía mucho, en realidad, hacía nada, pero me caía muy bien y ya lo consideraba un amigo, me preocupaba su salud y me sentía mal por él. 

Nos quedamos en silencio y dejé que me encaminara hacia donde él quería ir. No protesté cuando presionó más fuerte mi muñeca, no me hacía daño, pero no me agradaba aquél apretón suyo. Me daba cosa mirarlo tanto, pero aún así lo observa porque su aspecto seguía llamándome mucho la atención. 

Pasamos por al lado de un chico que buscaba nervioso algo en su casillero. No nos miró y Jason pareció agradecido por aquello. Bueno, eso fue lo que pude deducir cuando soltó un suspiro. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.