Atracción Destructiva

Capítulo veintisiete

Skyler:

Después de que Jason se marchara no lo había vuelto a ver por los pasillos de la escuela y eso me decepcionaba un montón. Minutos después de que me dijera que no podíamos ser más amigos me arrepentí en su totalidad de no haberlo seguido para decirle que me perdonara o alguna cosa que en el momento pasara por mi cabeza. Cuando intenté ir a clase ya me había tardado más de lo que debía, así que no me dejaron pasar al salón y tuve que esperar aburrida a que la siguiente clase comenzara. Con suerte no me mandaron a dirección. Había llamado a mi tía en aquel tiempo libre para preguntarle por mis hermanos y cuando me dijo que se encontraban muchísimo mejor, me tranquilicé. Ninguna peste les haría daño a ellos, así que para justificar el comportamiento inadecuado y extraño de mi ahora examigo me dije a mí misma que él estaba alucinando por la fiebre. Alguna explicación le tenía que dar a mi mente y esa era una bastante buena, ¿no?

La mañana se había pasado con rapidez y lo agradecí, era otro día sin ánimos de estar rodeada por todos aquellos estudiantes que cuando chocabas tu hombro con el suyo te insultaban en vez de pedir disculpas o simplemente seguir caminando y nada más. Por desgracia me tuve que quedar a cumplir aquel tedioso castigo hasta terminar de quitar los chicles de debajo de la mesa. ¿Cómo podía haber tanta cantidad de aquella asquerosa goma de mascar? 

Chase había estado muy generoso y amable en todo momento y eso me gustó, se había ofrecido a ayudarme a quitar el chicle para que no terminara exhausta. Me había quedado tan sorprendida ante su oferta y cuando caí en cuenta de que mis oídos no habían escuchado mal, no dudé en aceptar. ¿Cómo desperdiciar ese gesto?  Él podía ser muy divertido cuando dejaba de lado aquella mala actitud, me agradaba mucho y me la pasaba mejor. Me había vuelto a insistir que quería que mañana me presentara en su fiesta para pasarla bien. Mi sentido «desconfianza» se activó en el momento y me hizo preguntar a qué se refería él con pasarla bien, pero me obligué a dejar de pensar que se refería a sexo y alcohol... de todas formas, yo no iba a ir a ninguna parte. 

Cuando terminamos de hacer nuestras tareas —incluso las de Jason porque él no se molestó en aparecer y eso me decepcionó porque quería aprovechar para conversar e intentar solucionar las cosas que tan deprisa se había salido de control— Chase esperó que me lavara las manos, buscara mis cosas y me acompañó hasta la salida donde se despidió de mí con un beso en la mejilla que me causó tantas cosquillas en la panza que sentí que él escuchó aletear a todas aquellas mariposas. Me había observado de una manera más blanda, no tan oscura como acostumbrada y hasta me regaló más de tres sonrisas, y viendo cómo nos habíamos llevado desde que nos conocimos, tomaba eso como un... como un progreso. 

Luego de bajarme del auto entré en la casa. Inmediatamente se me formó una sonrisa en el rostro cuando vi a Ryan y Luke sentados en el sofá y peleando como siempre solían hacer. No tardé en correr hacia ellos para abrazarlos y confesarles que me alegraba que se vieran tan bien a pesar de todo. A Ryan le habían dado el alta y Luke ya no parecía nada enfermo. Según Luke, el reposo, la sopa de pollo y los medicamentos le habían surtido un gran efecto positivo porque se lo veía de lo mejor. Lo que quedaba del día lo había pasado con ellos, estaba contenta de que se sintieran mejor y que Ryan no tuviera nada malo en su cuerpo, lo que era sorprendente, me llenaba de estupor ya que había escupido mucha sangre la noche anterior.

Miré mi reloj de muñeca y noté lo tarde que era. Ya debería estar durmiendo, si mi tía me veía me iba a reprender por quedarme con la computadora viendo una película que tranquilamente podía ver mañana en la tarde o en la noche pero a un horario más decente. Esa es otra de las cosas que me molestaban, a pesar de ser fin de semana ella tenía la regla de no quedarse pasadas las tres de la mañana, pero como no era mi casa y estaba bajo su tutela, no tenía el derecho de quejarme. 

Guardé la computadora y volví a la cama. Me tapé y me quedé dormida en menos de diez minutos. 

A la mañana siguiente desperté y bajé a buscar algo para desayunar. Cuando llegué a la sala y después me dirigí a la cocina no vi a nadie y me resultó extraño. Tampoco había mucho ruido, en realidad no había ninguno y eso que eran más de las diez. 

Saqué frutillas y crema y me senté en el comedor a disfrutar de aquella delicia mientras apreciaba cómo el hermoso sol se adentraba por la ventana. Era un día cálido, más que ayer y me propuse salir a dar un paseo sola como solía hacer cuando vivía con mi madre en otra ciudad. Después de desayunar fui a ver a los chicos, los cuales dormían como dos bebés, sin culpa alguna y como si no hubiesen descansado hace meses. Les dejé un beso en la mejilla a cada uno y fui a ver a mis tíos y a mi prima, pero no los encontré en sus habitaciones; era obvio, no solían dormir hasta tarde, y menos un sábado.




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