Atracción Destructiva

Capítulo treinta

Skyler:

Caminé hacia mi casa con vergüenza y un deseo latente que no podía parar.

Justo cuando entré a la casa, antes de cerrar la puerta, vi el Audi de Chase pasar y automáticamente mis mejillas se tornaron de un rojo intenso. Cuando lo perdí de vista, cerré la entrada con llave.

—¿Hola? —miré hacia todos lados con miedo de que alguien se diera cuenta de lo que había pasado. Era mucho más probable que no, pero me sentía vigilada después del beso con Chase.

Joder...

Nos habíamos besado.

Chase y yo.

¿Quién lo diría? El chico grosero y la chica curiosa que no se soportaban.

No estaba segura de si ahora nos soportábamos, pero estaba claro que ese beso modificó algunas cosas respecto a nuestra relación. No sabía qué iba a pasar de ahora en adelante, las cosas con Chase eran bastante inciertas y me daba miedo que estuviera jugando conmigo como la otra vez. No quería ser humillada por él, eso no podía pasar o sino me odiaría a mí misma por dejarme besar por esa guapura con patas.

¿Qué habrá sentido él? ¿Le habrá gustado tanto como a mí?

Sé que llegó a sentir algo porque de lo contrario yo no hubiera sentido su bulto debajo de mí. Quizás yo no le gustaba pero sí le había dado un bueno momento... al menos era algo. No sé, pero esperaba que él también hubiese sentido todo lo que yo.

Había algo que tenía muy presente y era que quería que el beso volviera a repetirse otra vez. Con esa boca... cómo no. De sólo recordarlo me entraban unos calores en el cuerpo que me daba vergüenza admitir.

—Hola —saludó Luke bajando de las escaleras con la pijama puesta.

Inmediatamente me puse nerviosa y esperaba que él no se diera cuenta.

Sonreí inquiera y mis dedos empezaron a jugar entre ellos.

—¡Hola, Luke! —dije con una energía tan falsa y por consiguiente Luke frunció las cejas, adormecido.

—¿De dónde vienes?

«Salí a caminar, me perdí, me encontré con la casa de los White y me subí al auto de Chase. Ah, y luego dejé que me metiera lengua.»

—De por ahí —respondí.

—¿De por ahí? ¿Qué hacías afuera sola? Sabes que si no conoces bien el lugar no puedes andar sola o te puedes perder.

—Lo sé, pero estoy aquí, ¿no? —dije y me fui a la cocina con una sed tremenda. Haber tenido la boca de Chase sobre la mía provocó que sintiera la garganta seca de los nervios, y pese a que ya se marchó hacía pocos minutos, aún sentía el nerviosismo carcomiéndome la piel.

Quería repetir, necesitaba repetir eso. Me había encantado, y ahora que ya no lo tenía conmigo lo quería con todas mis ganas. ¿Qué tenía Chase White en sus labios?

Algún hechizo de amor, quizá.

Si antes tenía algunos escrúpulos sobre lo que sentía por Chase, ahora ya todo estaba clarísimo.

Gustaba de Chase.

Me serví jugo y Luke y Ryan entraron en la concina provocándome tensión. Saludé a mi otro hermano y me fui directito a mi habitación. Si me veían rara iban a querer interrogarme y por cómo me encontraba por lo que ocurrió con Chase, era mejor que no estuviera cerca de mis hermanos, al menos por un rato.

Enterarse que me perdí implicaría un reto; enterase que me subí al auto de quien me lastimó sería un asesinato; enterase de que me besé con Chase sería un entierro.

Más tarde, a la noche, después de la cena en la cual no comí casi nada de los nervios, les dije a todos que estaba muy cansada y que me iría a dormir temprano después de ducharme. Cuando ya estuve envuelta en una toalla cerré mi diminuta habitación con llave y rebusqué entre mi ropa algo bonito para ponerme.

A medida que lo hacía, mi desesperación iba en aumento. No sabía qué ponerme porque prácticamente no tenía nada bonito para vestirme.

Gruñí con frustración y volví a ver entre todo el desastre que había hecho.

¿Qué me iba a poner? Mis remeras estaban todas desgastadas y faldas nunca me compraba porque no me gustaban. ¿Shorts? La mayoría de los que tenía padecían de algún agujero en el trasero por ser de tela fila. El único que sí me gustaba y que estaba bien no lo encontraba... Mierda... qué mala mi suerte.

Miré el reloj de mi celular. Ya eran las diez treinta y nueve, pero por lo menos aún tenía tiempo para vestirme antes de que él que llegara.

Revisé mis pantalones de jeans y escogí uno blanco; ese no estaba tan mal, era viejo, pero al menos no lo parecía tanto. Lo combiné con unas Vans negras y una remera del mismo color no tan desgastada.

La próxima vez que me dieran dinero lo guardaría y no lo gastaría en comida. Necesitaba ropa nueva, no sólo para parecer linda, sino porque de verdad necesitaba.

Me paré frente al espejo y me observé detenidamente. Procedí a maquillarme sutilmente y me paré frente a la ventana para esperar a Chase.




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