Atracción Destructiva

Capítulo treinta y cuatro

Skyler:
Abrí los párpados lentamente y la luz del sol que se adentraba por mi ventana me obligó a achinar los ojos. Me senté en la cama asustada cuando de golpe los recuerdos me invadieron de un segundo a otro. Mi mano viajó a mi cuello, tenía la sensación de que el brazo de Sam seguía haciendo presión en mi garganta, de la falta de aire desesperándome y de la debilidad acudiendo a mi cuerpo. 
Había sido tan horrible, de las peores cosas que había llegado a vivir. 
Tuve miedo, después de las cosas que había visto, tuve miedo de morir. No entendía qué hacía en mi casa. ¿Acaso el plan de Sam era dormirme para luego meterme en un auto y traerme a casa? Había mil maneras para hacer las cosas, y él optaba por dormirme con su brazo. Estaba mal de la cabeza. Sí, yo no quise dejar que me trajera a casa por las buenas, pero eso no significaba que él podía hacerlo por las malas. 
Mis tíos y hermanos se me vinieron a la cabeza un momento después. ¿Será que se habían dado cuenta de que me escapé en la noche? Dudaba que Sam pudiese subirme hasta la ventana de mi cuarto estando desmayada, era un trabajo peligroso y que nos podía afectar a ambos, así que seguramente tuvo que tocar la puerta. Si eso pasó, no me quiero ni imaginar la cara de mis hermanos y la cantidad de preguntas que Sam habrá tenido que contestar. 
Me aterraba la idea de pensar que cuando bajara un castigo enorme me esperara, pues es lo que harían conmigo si estaban al tanto de mi travesura, pero la parte buena que no debía descartar era que, si ellos se hubiesen enterado, a mí me habrían despertado poco después de dejarme en la cama. Pero eso no pasó, así que... quizá estaba salvada. 
Un pinchazo de decepción se instaló en mi pecho al recordar a Chase... estaba tan oscuro con esa mirada y esos toques raros en su rostro, tan distinto a lo que yo siempre solía ver en los pasillos del colegio o en el salón de clases cuando me tocaba una materia junto a él. Pensar en el beso me daba ganas de repetirlo otra vez, sentir lo que sentí en el primero y en el segundo, los dos besos más calientes de mi vida. Pero después volvía a verlo de aquella manera tan aterradora, tan inhumana y las ganas se me pasaban. 
No iba a mentir, estar así, en mi cama, segura, sin nadie que pretendiera hacerme daño me daba lugar para repasar a Chase en mi mente. Sí, estaba que te meabas del miedo si lo veías de cerca, personalmente y diciéndote que beberá la sangre de tu cuerpo, pero ahora que estaba tranquila me imaginaba tocando su cara, las venas negras que se expandían por su piel, admirando los colmillos que seguramente tenía, apreciando los ojos rojo brillante que te miraban avisándote que te comerían, que estaban ansiosos por absorberte la sangre sin escrúpulos. 
Me peiné el pelo enmarañado hacia atrás y la mano se me quedó medio atorada entre el nido de paja que tenía en la cabeza. Solté un suspiro y observé hacia un costado al notar un movimiento, lo que hizo que diera un salto de la cama y me pegara a la pared del fondo de mi habitación. 
—¿Tú qué haces aquí? —espeté y tomé un cepillo de dientes para defenderme. Sí, era consciente que no iba a hacer ningún daño con un cepillo pero era lo único que estaba sobre el mueble de mi lado. 
Él estaba sentado en la diminuta y vieja silla de madera que descansaba a menos de un metro de mi cama. Vestía con una camiseta camuflada y unos pantalones negros un poco desgastados. Llevaba el pelo algo alborotado pero su rostro ya no parecía el de un muerto viviente. 
—Con un cepillo de dientes no me vas a hacer ningún daño —respondió con una media sonrisa y apoyó los brazos en los costados de la silla para levantarse con más facilidad. 
Caminó hacia mí y a la mitad de su camino estiré mi brazo para que se quedara quieto. 
—No te muevas, Jason, o gritaré. 
Lo observé con más detenimiento y confirmé que el sudor ya no recorría su cuerpo, que sus ojos ya no me miraban con odio, que no tenía ojeras, que no olía mal, entre otras cosas. El Jason que tenía en frente era parecido al que me había escoltado hasta la clase que no encontraba el día que nos conocimos. 
Pero seguía siendo el Jason que la noche anterior me había zamarreado y hecho caer. Me acaricié los codos cuando me ignoró y dio un paso más. Retrocedí por consiguiente y él se percató de ello. 
¿Qué hacía Jason en mi casa? ¿Quién le había dado el permiso de entrar? Porque mis hermanos en ningún momento habrían permitido su acceso a mi desordenada habitación. 
—No te voy a hacer daño, Skyler —dijo con seriedad y me dejó sin espacio para envolverme con sus brazos sin darme tiempo a asimilar y a negarme. 
Jason me acarició la espalda y me apretó con fuerza, como si fuésemos amigos de toda la vida y no nos hubiésemos visto en meses. Aprecié su perfume varonil para distraer a mis deseos de abrazarlo, porque sí, quería responder a su cálido abrazo a pesar de lo de ayer. Aunque eso no quería decir que no le temiera.
Anoche él había hecho algo inexplicable, y aunque tenía mis teorías, ahora con la cabeza más fresca, intentaba decirme que lo que pasó no fue nada más que mi imaginación. Quizá los tragos de alcohol me afectaron un poco. 
«Dudo que con dos tragos de vodka te emborraches, Sky.»
Bueno, era verdad, no estaba borracha, pero sentía que tenía que conseguir alguna excusa. Para Chase también. Lo de anoche no pudo ser verdad. Esas cosas son sólo de los cuentos de hadas y de las novelas de fantasía y eso no pasaba aquí. No en la vida real. Quizá todo fue un sueño tan vívido que ahora estaba confundida. 
—No sabes cuánto lamento lo de anoche —susurró y me acarició el pelo de manera muy tierna.
No respondí. 
Esas palabras estaban contradiciendo a aquello que yo quería creer, pero sostuve la esperanza y me separé de Jason. Miré uno de mis codos y noté que mi corazón aceleraba su ritmo: mi piel estaba un poco lastimada, lo cual era como un balde de agua fría en la cara, lo cual me gritaba en el oído que mis intentos de buscarle alguna razonante explicación a lo que me asombraba era inútil. 
No había estado soñando, joder. 
Tenía cosas que preguntar, como siempre, pero esta vez era distinto. Esta vez sí necesitaba explicaciones y Jason no se iba a ir si no me constaba. 
—Estás enojada. —Me tocó la frente, en donde mi entrecejo se fruncía. 
—Empieza a hablar, Jason —respondí. 
Asintió dubitativo mientras miraba hacia el suelo. 
—Te estamos esperando abajo para hablar —comentó. Se alejó de mí y fue hasta la puerta de mi cuarto. 
Bien, eso no suponía nada bueno para mí. Ya tenía un bucle de pensamientos y no tenía ganas de aguantar reprendidas de nadie. Porque con las palabras de Jason sabía que mi familia estaba superincluída. 
Me daba miedo bajar y que me retaran.
—¿Qué? ¿Estamos? —divagué sin querer. No quería demostrarle temor.
Jason posó su mano en el picaporte.
—Cámbiate y luego baja —se limitó a decir y, un segundo después, salió de mi cuarto. 
Me quedé sentada unos minutos en la cama, mirando un punto muerto de la pared. Pensaba en todo lo de anoche y en las consecuencias que tendría que afrontar cuando terminara de cambiarme. 
Decidí tomar una ducha rápida para relajarme, pero mis músculos estaban muy tensos. Me cepillé los dientes y me puse lo primero que encontré. Dudé en abrir la puerta, pero cuando escuché a mi tía pronunciar mi nombre y decirme que me apresurara, supe que tenía que dejar la cobardía a un lado e ir abajo. Así que lo hice, bajé y me encontré a toda mi familia, incluyendo a una mujer que una sola vez había visto, reunidos en la sala. Sabía que la señora era madre de Jason porque la había visto el primer día de clases cuando su hijo se había agarrado a los golpes con Chase. 
Todos me miraron y me sentí muy incómoda. No me gustaba acaparar la atención de tanta gente, y eso que la mayoría era parte de mi familia. Me detuve en el último escalón y vi el rostro de Luke y Ryan: me miraban con neutralidad. 
—Siéntate, Skyler —habló mi tío. 
Bajé la mirada de mis hermanos y caminé hacia la silla vacía. 
—¿A ti te lastiman y aún así vas a la casa de los White? —preguntó Ryan, molesto. 
Me quedé callada. 
—Ryan —reprendió mi tía. 
—No, tía Jane, es importante que ella no se deje llevar por una atracción, un muchacho que no vale la pena, ni ahora, ni nunca.
Joder... estaba refiriéndose a Chase, lo que quería decir que ya sabían todo. Lo de mi beso con Chase y lo de mi escapada. 
«Prepárate para el castigo, Skyler.»
—Yo... puedo explicarme —empiezo a decir. 
—No, Skyler, tú vas a responder cuando nosotros lo requiramos. —Miré a Ryan con atención y una gran vergüenza. No me gustaba esto. Menos cuando había visitas, pero si ahí estaban era por algo, ¿no?—. Dices que tiene edad para tener novio, que estás grande, pero haces estas estupideces. ¿Te parece que eso es tener la madurez suficiente para tener una pareja? Chase no te conviene, y como dije antes, no lo hará nunca, porque es un maldito abusador que se atrevió a hacerte daño. Y tú... ¿te vas a su casa? No tienes idea del peligro que corrió tu vida —me señaló con el dedo—. Tal vez no te lleve mucho de ventaja, pero soy lo suficientemente más maduro como para decirte lo que tienes que hacer, y lo harás, me vas a hacer caso, y si no quieres que vaya a matar a ese maldito idiota de una vez, te comportarás. Porque nos meterás a todos en un enorme peligro. En especial a ti misma. 
Ryan parecía mucho más molesto, al igual que Luke, pero éste no me decía nada. Estaba cruzado de brazos y me miraba decepcionado. 
—¿Qué sabes? —pregunté con la voz temblorosa. De pronto tenía un nudo en la garganta que me incomodaba, pero no iba a llorar. No frente a tantas personas. Me daba vergüenza.
Ryan negó con la cabeza y observó a Jason. 
—Le dije todo lo que pasó, Sky. Le dije lo que te hice, lo que les hice, y lo que viste. 
El corazón me palpitó con fuerza y miré a todos en la familia, esperando que me dijeran alguna cosa, pero nadie abría la boca. ¿Sabían todo lo que había visto? Entonces... si así era, ¿qué pensaban de ello?
—¿Y qué es lo que vi?
—La verdadera forma de Chase —respondió mi prima—. La de los ojos rojos, venas negras, y con una sed de sangre que no te imaginas. 
Me levanté de la silla, aturdida. No podía ser verdad. Ya, en serio, eso era una maldita locura, una patraña, una cosa sin sentido. 
—Vi mal —respondí—. Esas cosas no existen, no pasan en la vida real. 
Ryan negó con la cabeza y caminó hacia mí. Me tomó de las mejilla con sus mano y me obligó a verlo a los ojos. 
—Escúchame bien, Skyler, no te acercarás más a ese chico. 
—Pe... pero, ¿por qué? —musité. No preguntaba porque quisiera acercarme a él, Chase me daba miedo, pero tenía que saber la razón de Ryan.
Sentía que la habitación se quedaba sin aire, estar rodeada de todos ellos me dejaba incómoda, y yo tenía que soportar una reprendida y asimilar todo lo que anoche había presenciado. No me gustaba saber que todo eso real, que lo que veía en las películas existía y que el chico que me gustaba era alguien que tenía sed de sangre. Y encima mi examigo era alguna cosa de la cual no estaba tan segura aún. 
—¿Por qué no puedo estar cerca de él? ¿Qué tiene Chase?
Todos me observaran dubitativos, como si no quisieran decirme la verdad pero tuvieran que hacerlo.
—Chase es un vampiro bipolar, Skyler. Un día puede ser amable contigo, y al otro, puede querer arrancarte la cabeza. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.