Atracción Destructiva

Capítulo cuarenta

Skyler:

Le di un sorbo a mi bebida y volví a mi postura anterior.

No podía dormir. Mi cabeza estaba atada a cosas que no quería pensar pero que mi mente me traía una y otra vez. Pensaba en el día en que Chase me cortó para probar si mi sangre era o no pura. Todavía seguía enfadada por eso, y cómo no, lo que hicieron fue demasiado injusto y poco legal, pero a ellos nada les importaba, o eso aparentaban. Después de que Chase me dijera que nunca sería lo que yo esperaba que él fuera, nos quedamos mirando y en un silencio sepulcral. Él no decía nada y yo tampoco tenía intenciones de articular alguna palabra, por lo que opté por rodear su sexy cuerpo e irme del baño, dejándolo ahí solo. Ya estaba teniendo demasiados problemas sobrenaturales y Chase tenía que irse de mi lista, por eso me armé de valor y le di una patada a mi deseo de vampiro y me alejé.

Después de eso me fui a ver a Luke, le dije que le enviara un mensaje a la tía para que nos recogiera porque no me sentía bien. Le hubiera mandado uno yo sola pero no tenía saldo para hacerlo. La tía Jane no tardó en aparecer y me interrogó todo el viaje a casa qué era lo que tenía, y parecía tan preocupada como si fuese que me fuera a morir como Luke y Ryan. Se me pasó una pregunta estúpida, que trababa de si existiese alguna posibilidad de que yo fuera parte sobrenatural, pero cuando se lo pregunté a mi tía empezó a reírse y me aclaró que no, que yo era una simple mundana y que no dejara que preguntas como esas aparecieran en mi mente porque me haría la cabeza con esas cosas. Así que le hice caso y no divagué más, me quedé mirando por la ventana el resto del camino con la cara de Chase grabada en mi mente, como si no quisiera desaparecer.

Yo tenía que ganarme un premio a la estupidez. Tenía que aprender a respetarme más, a no ceder ante los deseos y a alejarme de Chase rápido. Era inútil dejar que me besara, que sus manos se posaran en mi cuerpo como si fuese sólo de él y nadie más. Me hacía daño a mí misma cuando le daba el paso a unir su boca con la mía, era algo que jamás debió pasar, ni siquiera el que transcurrió en su auto. ¿Cómo permitía que siguiera viendo lo débil que era en personalidad? Ya se lo demostré en fuerza, pero en personalidad... eso no tenía por qué saberlo. Todo el mundo sabía lo que Chase White era... Un muchacho muy guapo, sexy —que estaba atormentado por el infierno— y que embobaba a cualquiera que lo viera.

Quizás Jason tenía razón... quizás me volvía loca su vibra de chico malo, y no estaba mal querer a una persona que aparentara ser seria y con una personalidad oscura, pero ya era distinto con él. Aparentar y ser son dos cosas muy distintas. De todas maneras, algo me decía que no vería a Chase en mucho tiempo, que las cosas cambiarían de ahora en adelante y que lo que sea que sintiera por ese chico se esfumaría con el tiempo.

Qué bueno que no me había enamorado de él, porque ahí sí que las cosas estarían complicadas.

—¿Por qué los chicos más lindos son los que más locos están? —mi voz se oyó por primera vez en un rato. Era curiosa esa pregunta, generalmente los chicos son los que preguntan eso refiriéndose a nosotras.

Desde ese día pasaron casi dos semanas. Mañana, lunes, se cumplen catorce días desde que los White volvieron a desaparecer. Joder, ¿por qué hacían eso? No es que yo quisiera tenerlos cerca, pero era llamativo que se fueran otra vez. Bueno, no estaba segura de que se hubieran ido del pueblo, pero sí no descartaba la opción porque llegué a escuchar que un chico comentaba que los había visto en el aeropuerto. No sabía si guiarme por esa noticia, porque muchas eran las que circulaban nuevamente sobre el colegio. Recuerdo que hace semanas dijeron que los White enfermaron, pero cuando los vi no parecían nada enfermos.

Se me vino a la mente el momento exacto en que Zach le dijo a Chase que pensaba que un par de semanas iban a estar bien para controlarse, pero que se notaba que seguía con ansias y que aunque estuviera controlando su bipolaridad, no estaba del todo bien.

No me sorprendería que ese fuera un motivo para no volver más al colegio.

Tenía miles de cosas en las que pensar, pero Chase era el principal motivo de mi desvelo y no me agradaba ni un pelín. Estaba cansada de él, pero no podía dejar de tenerlo en mi maldita cabeza.

Me tapé con las sábanas mientras mi mirada estaba perdida en la oscuridad de la habitación.

La otra noche estuve hablando con Jason por vídeo llamada y me animé a preguntarle qué significaba que la sangre de una persona fuera pura. Me respondió que se denomina así a las personas que no tienen magia corriendo por sus venas. Los vampiros y los brujos son impuros, y si Chase dijo que la mía era pura, entonces significaba que realmente yo no era nada sobrenatural. Obviamente no pude evitar intentar asegurarme de ello, así que interpelé sobre si un vampiro podía averiguarlo bebiendo sangre, a lo cual, Jason asintió. Claro que tuve darle explicaciones sobre el motivo de mi pregunta, y le mentí diciéndole que oí a mis hermanos pronunciar algo sobre la pureza e impureza de la sangre. Por suerte me creyó, y eso que supuestamente los brujos sienten ciertas cosas... Quizás no funcionaba tanto a la distancia.

A la mañana siguiente, la ruidosa alarma me despertó y salí a las corridas de la casa porque llegábamos demasiado tarde y no quería que Luke dijera alguna cosa imprudente que me hiciera pasar vergüenza. A él no le importaba con tal de hacerme molestar y cobrar venganza.

El día fue aburrido. En realidad, toda la semana. Y si ningún rastro de los White.

El sábado decidí salir a caminar otra vez. Esta vez juré que prestaría más atención y que no iría con tantos pensamientos en la cabeza. Estaba al tanto de que dije que no volvería a salir sola, pero ya pasó un tiempo desde esa vez que me extravié, ese miedo ya no estaba.

Caminé un par de cuadras, mirando las casas bonitas y con algo de humedad que tenía a los costados. Era un día de mucho sol, y los rayos me quemaban bastante la piel. Era una mañana tranquila, sin muchos autos y con pocas personas en la calle, al menos en donde yo caminaba.




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