Atracción Destructiva

Capítulo cuarenta y dos

Skyler:
Con el miedo recorriendo cada partícula de mi anatomía, rodeé con mis brazos el cuerpo lastimado de Chase y me eché hacia atrás ejerciendo toda la fuerza posible para poder salvarlo y, si bien podía moverlo, no era lo suficiente como para poder sacarlo del auto. Estaba pesado para mi débil cuerpo, y si contábamos que mi fuerza se veía medio interrumpida por el temblor causado por el miedo, habían más posibilidades de que ambos terminásemos muertos.
Estaba la opción de salir corriendo hacia el otro lado de la calle para estar a salvo, pero dejar a Chase, el chico que me gustaba a pesar de todo, haría que mi consciencia terminara atormentándome todas las mañanas, tardes y noches... En realidad, toda la vida. No iba a dejar morir a ese chico. Sí deseé su muerte una vez, pero por el enojo, y ahora que mi deseo podía llegar a hacerse realidad, rogaba por que no. 
Lo observé mientras seguía con mis intentos. Estaba muy noqueado, y me daba a entender que el golpe había sido más fuerte de lo que me imaginé. Recosté su cabeza en mi pecho sin importar que su sangre manchara mi ropa y mis manos. Apreté los dientes con rabia e hice fuerza para atrás, cayéndome de nuevo de culo pero, al menos, con gran parte de su cuerpo fuera y encima de mí. El calor de las llamas me alarmó más y me apresuré a recostar a Chase en el suelo. Saqué sus piernas del coche, y aunque sí pesaban, no fue tan difícil sacarlas. 
Me sorprendía que, al ser vampiro, él se haya desmayado de esa forma. Quería llamarlo, gritarle, hacer algo para que abriera sus hermosos y seductores ojos color azul, quería que se levantara por su cuenta porque yo ya me sentía cansada, pero sabía bien que sería una gran pérdida de tiempo. Lo tomé de los brazos y lo arrastré difícilmente por la calle hasta llegar a la vereda más lejana. Quería estar a salvo. Quería que él estuviera a salvo. 
Tiré hacia atrás el pelo pegoteado por el sudor que tenía en su frente y miré con una fea sensación en el cuerpo sus heridas. Eran lastimaduras mortales para cualquier persona, pero él era un vampiro, así que terminaría recuperándose tarde o temprano. Pero eso no quería decir que me sintiera más tranquila. Estaba un poco descolocada, a decir verdad. Salí a caminar con la intensión de despejar mi mente y había terminado en una vereda, sentada, y permitiendo que mis piernas fueran una almohada para la cabeza malherida de Chase White. 
Miré el fuego expandirse por todo el Audi y luego una explosión hizo que las lágrimas empezaran a escaparse de mis ojos. Permanecí con los ojos cerrados un segundo hasta que el sonido más fuerte dejó de escucharse. Estaba asustada y decepcionada por no haber podido salvar a esa persona. Desgraciadamente tuvo una de las peores muertes, porque morir quemado es una de las maneras más desagradables de partir del mundo. Sólo esperaba que fuera quien fuera haya estado lo suficientemente inconsciente para no sentir ni el más mínimo dolor. Oía a mi corazón en mis oídos como si tuviera un parlante pegado a mi oreja y una presión en el pecho que no me dejaba respirar bien. 
Le acaricié la mejilla a Chase y lo observé nuevamente con pena. No me gustaba verlo tan vulnerable, quería a la mirada oscura de Chase enfocándose en mí, no sus ojos cerrados por culpa de un accidente que... él mismo provocó. 
Un momento... todo esto fue culpa de Chase y yo recién caía en cuenta. Entre salvar a dos personas y salvarme a mí no me dio tiempo para analizar las cosas. Pero sabía que él no lo había hecho apropósito. Está bien que fue él quien aceleró, pero dudaba mucho que fuera adrede. 
—Chase —llamé—. Tienes que despertarte —le dije, moviendo su cuerpo.
Sus ojos permanecieron cerrados y la ansiedad acudió a mi cuerpo. 
—Vamos, Chase, eres un vampiro, tienes que reaccionar, por favor. Necesito que te despiertes —supliqué, con más ganas de llorar. 
Me mordí el labio para no llorar. No le iba a ocurrir nada, pero seguía conmocionada por el suceso. 
—¡Chase, joder! —grité, pero fue inútil otra vez. 
Saqué mi teléfono torpemente y marqué el número de Ryan, quien seguro estaba durmiendo. Rogué para que me contestara y que no pasara lo mismo de la otra vez. No sabía bien qué hacer, y luego supuse que llamar a la ambulancia era la mejor opción, pero claramente, si Chase llegaba a despertarse y sus heridas empezaban a curarse eso generaría especulaciones y no podía pasar. Sabía que Ryan no quería a Chase ni un poquito después de lo que pasó, pero esta vez iba a tener que ayudarme a llevar a Chase a su casa, con su familia, para yo quedarme más tranquila. Además, yo sola no iba a ir hasta la casa de los White con un chico inconsciente y con la cabeza algo abierta. Primero que todo, no recordaba el camino hacia la casa, y segundo, si alguien me veía haciendo eso llamarían a la policía, y lo sabía porque era algo que yo haría si llegara a ver a alguien de esa forma. Da mucho que pensar. 
Le acaricié la mejilla y aproveché que estaba inconsciente para deslizar mi pulgar sobre sus suaves labios. Las ganas de besarlo acudieron a mi cuerpo, pero el sentimiento desapareció cuando la voz de mi hermano me sobresaltó. 
—¿Qué quieres, Skyler? Estaba durmiendo. No te llevaré jugo a la habitación, ve tú sola, para algo tienes piernas —respondió y rodé los ojos. A veces, cuando estaba acostada viendo series o algún vídeo en YouTube, pegaba un grito a mis hermanos para que me trajeran algo para beber ya que la flojera me invadía en cuanto me quedaba en la cama y me relajaba. Era consciente que eso realmente era de floja pero, ¿para qué están los hermanos? Además, siempre que ellos estaban "ocupados" jugando videojuegos me mandaban a buscarles algo para comer y para tomar. 
Pero esta vez era todo muy diferente. Hoy no necesitaba que me diera algo para tomar, necesitaba que viniera a recoger a Chase para llevarlo a su casa a descansar para recuperarse del accidente. Bueno, seguramente cuando se despertara no duraría mucho el proceso de sanación dado a su especie, pero era raro que aún no empezara a sanar. Esperaba que pasara al despertar. 
—Necesito tu ayuda, Ryan. 
—¿Para qué? ¿Para llevarte algo para tomar? Es sábado, querida, déjame dormir. No tengo ganas ni de hablar. 
Volví a rodar los ojos. 
—Estoy con Chase. Ha pasado algo y necesito que vengas a ayudar. 
De seguro, con esa respuesta de mi parte, Ryan habrá pegado un salto de la cama. 
—¿Qué dijiste? 
—Lo que escuchaste. Salí a caminar y justo pasó con su auto y hubo un accidente. 
—¿Un accidente? ¿Estás bien, Skyler? Estoy cambiándome, dime dónde estás.
Miré el cartel que indicaba la calle. 
—En la calle Asturias, frente a una casa con el número 5610. 
—¿Estás bien o no?
—Más o menos. Físicamente sí, pero Chase no tanto y la persona con la que chocó está muerta. O muerto. No sé de qué sexo era, no llegué a ver porque se prendió fuego. Por poco a Chase le pasa lo mismo. 
Mi hermano seguramente estaba por tener un colapso. No hacía falta ser adivino para decir que en mi lugar, Ryan lo habría dejado morir en vez de arriesgar su vida por un vampiro. 
—Voy en camino. 
—No le digas a Luke. 
—No te prometo nada —respondió—. Cuídate, aléjate de él lo más que puedas. 
—No. Está inconsciente y su... —miré detenidamente la herida de Chase y fruncí las cejas con horror. ¿Qué mierda era eso? ¿Era normal?—. Ryan, la sangre de Chase está saliendo de color negro. 
—¿Negro? —inquirió—. ¿Estás segura?
—Ajá. ¿Qué significa? ¿Es normal? ¿Es porque es un vampiro? —pregunté, preocupada. Le acaricié el pelo. Era lindo poder tocarlo sin que me dijera nada, pero era feo saber que él no estaba bien. 
—Es normal en lo sobrenatural, pero no está bien —dijo, y escuché el sonido del agua correr—. Intenta parar su herida —pidió con la voz rara, como si estuviese comiendo algo. Creo que estaba cepillándose los dientes. 
—¿No está bien? —el corazón se me aceleró.
—No, si eso pasa es porque está muy mal. 
—¿Va a morir?
—Sí, va a morir —tomó sus llaves. Lo sabía por el sonido de ellas golpeando entre sí. Un nudo se volvió a formar en el medio de mi garganta. No quería que Chase se muriera, no tenía que morir. No él. Era un chico perturbado, alguien que hacía las cosas mal, pero algo en mí quería creer que Chase no era tan malo como aparentaba, como todos creían que era. Tenía esperanzas, porque más de una vez, cuando me acostaba en la cama, pensaba en lo difícil que debió ser para él tener el alma en el infierno. Y eso te cambia. Pasas de tener una vida pura a tener una impura, una desgarrada. Chase era de esa forma por lo que le pasó. Eran cosas pésimas las que hacía, imperdonables, pero una parte de mí quería comprender, quería ponerse en su lugar y sentir qué era ser él. 
Suspiré y respiré con pesadez. Luego tosí por el asqueroso olor a humo que llegaba a mis fosas nasales. 
¿Cómo es que nadie salía a ver qué era lo que pasó? Fue una explosión, algo ruidoso y me negaba a pesar que nadie oyó nada. ¿Acaso no querían salir a brindar ayuda? 
Vi que en la casa de número 5610 una anciana llena de canas estaba asomada en la ventana. Sólo podía ver su rostro porque a su cuerpo lo tapaba la cortina. El cabello estaba desordenado, y la forma en la que me miraba me provocaba miedo. Se quedó observándome por unos segundos, pero luego cerró la cortina y no la vi más. Pensé por un segundo que saldría por la puerta que no muy lejos estaba de la ventana desde la que me miró, pero no fue así. No salió y la rabia creció en mí. 
¿En serio no iba a salir a al menos preguntar?
Negué con la cabeza.
—Tienes que ayudarme —dije. 
—Ya salgo —contestó. Escuché una puerta ser cerrada y después el sonido del motor. Sentí un poco de alivio. Al menos mi hermano iba a venir—. Ten cuidado. No tardo en llegar. 
—Sí. Adiós —corté. 
Los siguientes minutos me la pasé intentado despertar a Chase, pero su cuerpo no reaccionaba. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué un golpe en la cabeza lo iba a matar si él era un vampiro? No tenía sentido. 
Miré la ventana en la que la mujer apareció. Esperaba volver a verla, pero no apareció. Al menos, no en esa ventana. Cuando miré hacia los ventanales del segundo piso, ahí estaba aquella señora, observándome sin siquiera moverse. Ahora veía más de su cuerpo; vestía con una remera roja marrón y, al parecer, un pantalón oscuro. 
Su mirada parecía sostener la mía. No demostraba vergüenza al hacerlo, lo que me daba a entender que no le importaba que me diera cuenta de que ella observaba y no hacía nada mientras que yo rogaba por que el joven con la cabeza recostada en mis piernas abriera los ojos de una vez. Tenía un aire que me daba miedo.
—Skyler —dijo una voz a la que reconocí de inmediato. Aparté la mirada de la casa para ver el rostro de Chase. 
—Hola —dije dulcemente y sin sopesarlo ya estaba acariciándole el pelo. Chase se tomó de la cabeza e hizo una mueca de dolor. Sus ojos se cerraron en el proceso. 
¿Era tonto pensar que, después de las cosas malas que me había hecho, yo sintiera ganas de protegerlo? Me daba tanta lástima que estuviera así... No era común para mí, porque estaba más que acostumbrada a ver ese ceño fruncido en su semblante. 
—¿Cómo estás? ¿Qué sientes? —pregunté. Se quiso levantar pero me apresuré a advertirle que no lo hiciera—: No, Chase, quédate quieto. Te diste un golpe muy fuerte. Estaba asustada por ti.
Sus ojos se enfocaron en los míos, pero parecía hacer fuerza para mantenerlos abiertos. De pronto, se fueron cerrando poco a poco y no los volvió a abrir. Moví su cuerpo.
—Chase —lo llamé, y sus párpados se entreabrieron y se cerraron nuevamente—. Chase —volví a llamarlo, pero con más fuerza—. No te tienes que dormir, es peligroso. 
—Se me parte la cabeza —dijo, débil. Se tocó la herida y miró su mano ensangrentada. Esperé que dijera algo por el color negro, pero no lo hizo. 
—¿Sabes qué significa? 
Asintió, haciendo fuerza para mantener los ojos abiertos. Volví a acariciar su mejilla. 
—Que moriré.
Mi corazón volvió a acelerarse. 
—Tu corazón late como loco —comentó, tocándose el hombro y el brazo—. Me duele todo, mierda —se removió incómodo. Hice presión en su herida para que dejara de sagrar. Se quejó, pero le expliqué que Ryan me lo pidió.
—¿Cómo sabes que morirás?
Mi hermano me lo diría al llegar, pero no quería esperar, quería tener una respuesta inmediata. La curiosidad me mataba. 
—Estoy derramando sangre negra.
—Eres un vampiro —recordé, dándole a entender mi punto. 
—Hay cosas que no sabes. 
—Dime. 
—Están haciendo magia negra contra mí. Moriré. 
Agrandé los ojos y recordé a la mujer que tenía antecedentes por practicar la magia oscura. 
¿Y si Jane estaba haciendo esto? Con la información que mi mente retenía desde las últimas semanas, no me extrañaba que un miembro de mi familia fuera a hacer algo como eso. Bueno, menos sorprendente era si nos referíamos a mi tía, porque del resto sí que me extrañaría algo como eso. Más si fueran mis hermanos. 
—No. Te prometo que no. Llamé a mi hermano para que también te ayude. Sé que no se caen bien, pero te echará una mano. Te llevaremos a tu casa. 
—No —se apresuró a decir. Su tono fue frío y demandante—. A mi casa no. 
—¿Por qué no?
—No quiero ir. 
—¿Tienes otro lugar al que te podamos llevar?
Sus ojos volvieron a cerrarse. 
—A tu casa, llévame a tu casa —murmuró. 




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