Atracción Destructiva

Capítulo cincuenta y tres

Chase:

Desde afuera podía oír los murmullos de Skyler. Al parecer estaba teniendo una pesadilla. 

Por el sonido de las pisadas y la respiración agitada pude deducir que se levantó de la cama, y cuando escalé hasta la ventana de su pequeña habitación no la encontré entre las paredes, pero podía escuchar el agua correr, lo que me señalaba que probablemente estaba lavándose la cara. 

En la larga caminata que emprendí hace unas horas para distraerme pensé en muchos lados para poder distraerme del mal sentimiento que no parecía querer abandonar mi pecho, pero cada uno de esos sitios eran negados cuando se pasaban por mi mente. No quería ir a un bar a beber o la playa a mirar el mar, eso era inútil para la tristeza que estaba sintiendo. No quería volver a casa a dormir ni mucho menos pedirle a alguno de los chicos o a mi madre para hablar sobre lo que estaba sintiendo desde que desperté de la muerte ni de lo que la mujer que vi en la tarde me dijo. 

Pero sí quería ver a Skyler. 

De todas los lugares y personas que mi mente negó, ella es la única a la que quería ver para pasar un momento de tranquilidad. Skyler hizo que me olvidara de la tristeza cuando la besé, y no es que dijera que para distraerme iba a pasármela besándola, no. Quería verla, deleitar a mis oídos con el sonido de su voz y con el de su respiración irregular al tenerme cerca, quería cerrar los ojos un momento con sus brazos rodeando fuertemente mi cuerpo. 

Me senté en el borde de la cama y me di cuenta de lo cansado que me encontraba. Recién deparaba en ello. Estar caminando y con la mente llena de cosas fue como si me hubiera ido a otra parte, a un lugar oscuro, situado en el mismo lugar, y con esto me refería a Hasser, pero como si a la vez fuera otro lado. Era complicado, lo sabía, a veces hasta ni yo me entendía. 

Me masajeé las sienes con frustración mientras escuchaba que ella se acercaba. Probablemente preguntaría muchas cosas y me pediría que me fuera, y si lo hacía, claro que me iría. Por primera vez en mucho tiempo me importaba no ser un estorbo para la gente. 

¿Esto era parte de la depresión? ¿Realmente tenía que creerle a esa mujer? ¿O sólo eran palabras suyas que me confundían y agobiaban más mi mente? Quería creer que sí, pero ha dado justo en el clavo con lo de la tristeza.

Solté un suspiro de cansancio y fijé mi vista en el suelo. 

Sus pulsaciones se alborotaron un poco ante la sorpresa de mi presencia, por lo cual me apresuré a hablar antes de que gritara por pensar que era algún violador o ladrón. 

—¿Puedo dormir contigo? —solté la pregunta con la voz ronca. No había hablado con nadie desde que acerqué a Skyler a su casa hoy en la tarde. Ni siquiera hablé con mi familia. 

Cuando llegué todos estaban en la sala; no me hablaron, pero con sus miradas podía deducirse que pensaban que algo malo hice dada a mi expresión de seriedad, pero no fue así. Se fijaban en mi ropa, intentando averiguar si tenía alguna mancha de sangre que delatara algún delito de mi parte, pero no iban a encontrar nada. Evité sus miradas y subí las escaleras en silencio. Luego, cerré la puerta de mi cuarto con llave y pestillo y cerré las cortinas para bloquear cualquier paso de luz solar. Me acosté en la cama ignorando las ganas de beber sangre que tenía y, perdiéndome en la oscuridad, me puse a recordar cosas. 

Y qué mala idea fue. 

Mi pasado me pegaba en la cara como si fuera un mazo, y yo me torturaba con ello porque era como si parte de mí no quisiera dejar de recordar lo más malo que he visto en mi vida: la muerte de las tres personas que más amé en el mundo. 

¿Será que, si he ido a la puerta del infierno, me torturaron con ello? ¿Por qué siento que sí? ¿Estaré recordando algo? ¿Por qué todo siempre tenía que ser tan complicado?

—¿Qué? —preguntó con incredulidad. Levanté levemente la mirada para verla; seguía en el mismo lugar y yo quería que se acercara a abrazarme. 

El Chase de ayer estaría decepcionado de mí por pensar así. Nunca necesité un abrazo. O bueno, eso era lo que yo pensaba. 

—¿Puedo dormir contigo? —repetí. Me quería levantar para acercarme a su lado, pero por alguna razón me encontraba tan cansado físicamente que no me quería mover de mi lugar. 

—No puedes dormir aquí, ¿acaso estás loco? 

Su tono era amable pero seguía lleno de incredulidad. Dios, sí, era estúpido, estaba loco si pensaba que podría llegar a dormir con ella. Eso desencadenaría muchos problemas si llegaran a enterarse sus familiares. 

Me sentía mal, quería ser egoísta y decirle que no me importaba que no pudiera, que de todas maneras me quedaría a dormir en su cama, pero me limité a asentir y me levanté de la cama para ir hasta la ventana. No quería tratarla mal o hacerla enfadar.

—Buenas noches, Skyler —deseé con sinceridad y la voz baja. Sus ojos recorrían cada uno de mis pasos en la oscuridad.

Entonces, cuando estaba a punto de salir por la ventana, con un movimiento rápido tomó mi brazo y tiró de mí para que la mirara. No se veía mucho en la oscuridad, pero apostaba que sus ojos se veían igual de bonitos como siempre. 

—¿Te encuentras bien, Chase? 

Negué con la cabeza, apreciando su tacto sobre mi brazo. 

—No —respondí.

—¿Qué tienes? —acarició la piel de mi brazo con ternura y quise besarle con fuerza y tirarla a la cama, pero me contuve porque no era el momento para hacer ese tipo de cosas. 

—Será mejor que no preguntes. No tengo ganas de hablar del tema. 

Suspiró. 

—¿Entonces por qué me dices que no estás bien? Ahora me dejas preocupada. ¿Por qué no me mientes y dices que no pasa nada si no me vas a decir lo que tienes?

—Porque no te quiero mentir —respondí. Ni siquiera tenía ánimos de eso—. ¿Te dejo preocupada? —elevé las cejas. 

Es raro que una persona que no te conoce y a la cual no conoces de nada te diga que se preocupa por ti. No es que dijera que ella mentía, no, su voz y su corazón me aclaraban que era verdad lo que acababa de formular, pero era muy raro y quizá estúpido que sintiera preocupación. 




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