Atracción Destructiva

Capítulo cincuenta y cuatro

Skyler:

La respiración tranquila de Chase me acompañó durante las horas restantes de la noche. No dormí ni un sólo momento pero no me importó porque se sintió bien, un poco incómodo, pero bien. 

Notaba los rayos de sol adentrándose a mi ventana mientras acariciaba entretenidamente con la yema de mis dedos la piel del brazo desnudo de Chase. Mordí mi labio con nerviosismo al sentir que mi acompañante se movía detrás de mí, despertándose después de unas largas horas de sueño profundo. O eso creí, porque cuando me di la vuelta para ver su rostro, él seguía manteniendo los párpados cerrados. Dios, ¿acaso ese hombre podía estar más bueno? 

Su pecho se movía con tanta tranquilidad que daba ternura, pero no tanto como sus labios entreabiertos. Me tomé el atrevimiento y toqué su mejilla izquierda con cariño, sintiendo su piel caliente bajo mi mano. Frunció el entrecejo unos segundos y pareció un niño pequeño, pero luego suavizó su rostro y se aferró a las sábanas cuando me alejé de él con cuidado para salir de mi diminuta cama.

Me sentía cada vez más confundida con este chico. Era tan guapo pero tan impredecible que no sabía bien qué hacer. Quería algo con él. No una relación momentánea, una relación de verdad porque me gustaba mucho. Me ponía los pelos de punta en muchas ocasiones pero no le quitaba lo atractivo. Creo que lo dejaba más interesante. 

Me senté en la silla de mi escritorio para observarlo desde una mejor perspectiva. Todavía no podía creer que dormí abrazada a un chico, o mejor dicho, todavía no podía creer que dormí abrazada al grosero de Chase. Sin duda alguna los cambios que nuestra relación estaba dando eran muy interesantes. Anoche vi una faceta nueva de Chase, una en la que él no lucía bien. Siempre se mostró desinteresado ante todo, molesto, enojado, algo caprichoso y mesquino, pero nunca triste. Estábamos en el oscuro pero aun así podía detectar en su forma de hablar que algo pasaba. Él mismo me lo confesó. Aún no sé qué era lo que le ocurría, pero fuera lo que fuera, esperaba que al despertar se encontrara mejor. Quizá sólo necesitaba descansar un par de horas para despejar su mente de las cosas malas. 

Lo que más llamó mi atención —y esto es en lo que pensé durante casi toda la noche— fue que de todos los lugares a los que él seguramente podría haber ido, decidió venir a mi casa. Fue incluso más lindo que me preguntara si podía dormir conmigo, un poco aterrador, pero interesante.

Me mordí el labio cuando se acomodó boca arriba y llevó la tela de la manta hasta su cadera. Era como una tortura verlo así de guapo, sin remera, porque me mostraba ese físico que me encantaba, me excitaba y que me incitaba a tocarlo.

—¿Chase...? —llamé. No quería, pero era hora de que él se fuera porque la alarma no tardaba en sonar y Luke aparecería frente a mi puerta para gritarme que despertara de una vez—. ¿Chase? 

Sus ojos seguían cerrados y, Dios, quería tomarle una fotografía para retratar lo guapo y sexy que él era. Chase fue el primer chico con el dormí así que esto tenía que ser recordado con algo más que con la mente, ¿no?

Tomé mi celular de la mesita de luz y busqué la cámara. El flash alumbró la cara de Chase cuando me acerqué y, cuando estuve a punto de sacarle una foto, sus labios se movieron, sobresaltándome:

—Que ni se te ocurra. 

Mi corazón se aceleró. Quería mentir, pero no servía de nada porque él escuchaba mis alocadas pulsaciones. Sus oídos seguramente eran como un polígrafo.

—Lo siento —fue lo que salió de mi boca. El calor subió a mis mejillas y quise meterme bajo la cama. Está bien que en varias ocasiones tuve ciertos tipos de acercamientos con ese chico, pero no me daban la confianza como para hacer lo que quería hacer sin pasar vergüenza cuando me descubrió. 

Aproveché que sus ojos estaban cerrados para alejarme de la cama, pero como si su sentido de la audición estuviera activado al nivel cien, me tomó del brazo y, en un parpadeo de ojos, Chase me tenía bajo su cuerpo. No me besaba, sólo dejaba su peso encima de mí, aplastándome. 

—Oye, ¿qué haces? 

—Estoy asegurándome de que no intentarás tomarme una foto como recién.

—Pero me aplastas —quería reírme, pero era complicado porque su peso encima de mí me impedía respirar bien—. Oye, levántate. 

—No —se negó y apoyó la cabeza encima de mi hombro. 

—Chase —pedí. 

—No. 

Rodé los ojos e intenté apartarlo de mi cuerpo, pero era demasiado fuerte para mi escasa fuerza. No sólo me molestaba que no me dejara respirar, me molestaba que su entrepierna estuviera tocando mi parte íntima. Si ese chico planeaba volverme loca tenía que decirle que lo estaba logrando. 

—Se hace tarde, la alarma va a sonar en cualquier momento y Luke vendrá a verme y se extrañará cuando note que la puerta está cerrada con llave. 

Al mencionar a mi hermano recordé algo que durante la noche estuvo rondando por mi cabeza: la promesa que le hice a Ryan si me ayudaba a revivir a Chase. Tenía que hablar con el señor bipolaridad sobre eso pero, aunque me convertía en una mentirosa y una cabezota y también una egoísta, yo no quería que dejáramos de vernos o hablarnos. Esta noche fue tan especial, tan nueva para mí, tan rara a la vez pero tan... bonita... que no podía alejarlo de mí cuando yo notaba que podíamos estar llegando a algo. A pesar de todos seguíamos buscándonos, seguíamos encontrándonos en el camino a pesar de nuestras diferencias. Éramos dos personas diferentes y complicadas pero no parecía importarnos del todo. Supongo que eso era lo que nos llevaba a cruzarnos. 

—Si me levanto y me voy, ¿prometes que esta noche podré volver aquí a dormir contigo?

Tragué saliva. 

Sí, por supuesto que quería, aunque también quería poder dormir tranquila sin temor a andar roncando mientras él está detrás de mí. Pero tampoco era tan boba... mis deseos indicaban que aceptara la promesa y lo dejara volver en la noche. 




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