Atracción Destructiva

Capítulo cincuenta y cinco

Skyler:

Después de cenar con Jason y su familia él me trajo a casa en el auto de su padre.

—Me llamas cualquier cosa, ¿sí?

Asentí con una sonrisa mientras colgaba mi cartera en mi hombro. Miré la ventana de casa; había luz, lo que significaba que estaban despiertos.

—Lo mismo digo para ti. Si necesitas alguna cosa me avisas. Dejaré el teléfono en sonido —respondí y me centré en él antes de bajarme de su auto—. ¿Estamos bien?

Jason sabía a qué me refería así que no era una necesidad que preguntara. Después de que le confesara que con Chase andábamos en algo, justo después del abrazo que nos dimos, el silencio se tornó presente entre nosotros. Jason no lucía molesto, pero de todas maneras me preocupaba lo que pensara de mí, y aunque dijo que no diría nada, existía una parte que temía que abriera la boca. No sólo era mi amigo, era el de mis hermanos. 

—Estamos bien —contestó con seriedad—. Pero te recuerdo que si...

—Que si Chase hace algo malo lo matarás practicando magia negra, lo sé —interrumpí.

—Va en serio. Lo hago porque quiero cuidarte. Sigo pensando que te mereces algo mejor y que eres pésima eligiendo muchachos.

Rodé los ojos.

—No soy pésima escogiendo muchachos —me defendí. Bueno, Chase no era exactamente el chico más dulce o por lo menos amable, pero hasta ahora noté que conmigo lo intentaba. Creo.

Hice hincapié en el principio de su tercera oración. Dijo que me merecía algo mejor y eso me ha llevado a pensar en lo que Chase insinuó el otro día. En el mundo hay miles de millones de probabilidades de que un amigo guste de su amiga, pero yo seguía creyendo que Jason no tenía ningún tipo de interés en mí. Por un momento lo malinterpreté y lo admito, pero ahora vuelvo a poner los pies en la tierra y quito esa idea boba de mi mente.

—Creo que sí —asintió—. Además, tus hermanos me dijeron eso.

Cuándo no.

—Mis hermanos son unos tarados. Me voy a dormir, Jason. Mándame un mensaje cuando llegues a tu casa.

—Bueno.

—Adiós —saludé y me acerqué para besarle en la mejilla—. Te veo mañana.

—Ojalá que no —bromeó. Pude decirle algo, pero me limité a poner los ojos blanco y salí del auto para trotar hasta la entrada. Me metí adentro y recibí rápidamente la mirada de Luke desde el sillón. Vi que sostenía un libro en la mano y no pude evitar preguntar:

—¿Qué haces con eso?

—Estoy estudiando.

Me reí.

—¿Tú estudiando? Tengo que llamar a los del noticiero para que avisen que se viene una tormenta fuerte.

Levantó la mirada y me enseñó el dedo corazón.

—¿Mamá dónde está?

—Durmiendo.

Asentí.

—¿Y los demás?

Se encogió de hombros.

—Ryan seguramente viendo porno y los demás puede que estén durmiendo.

—¡Luke! —reprendí—. No digas eso.

—Tú fuiste quién preguntó. ¿Qué tal tu cena con Jason?

—Estuvo bien, su padre es muy amable, pero no tanto como la mamá. 

Subí las escaleras y entré en mi cuarto para cambiarme de ropa. Me puse algo cómodo y me acosté con pensamientos de Chase invadiendo mi mente. El estar durante toda lo que restaba de la tarde con Jason y después haber sido invitada a su casa a cenar logró desaparecer el nombre de Chase por un rato. De vez en cuando tenía momentos en los que lo recordaba, pero me mantenía ocupada y se me pasaba. Ahora que estoy sola, no puedo evitar tener algunos pensamientos sucios. Me da vergüenza decirlo, pero es cierto.

Lo que pasó en el baño de 1980 no fue para poco o, al menos, no para mí. Seguramente él le dijo muchas veces eso a miles de chicas y probablemente todas terminaron en su cama. Pero para mí era diferente, no era algo así nomas. Tocarlo, sentir algo duro en mi mano, algo de Chase... me generó cosquillas en todo el estómago y algo de miedo.

En la mañana preguntó si podía volver en la noche y le dije que sí, sin dudas ni preocupaciones. Ahora que lo repasaba bien, sí fue sencillo convencerme, sólo tuvo que formular la pregunta y nada más. ¿Iba a venir? Digo, después de lo que pasó en 1980 sentía que las cosas entre nosotros estaban raras. Seguramente, esto para él era algo muy normal, lo que lo dejaba fuera de la bolsa de los nervios y la vergüenza en la que yo estaba metida.

Me acomodé boca arriba y miré el techo. En realidad no lo veía porque todo se encontraba a oscuras. No era muy tarde pero yo ya estaba acostada intentando dormir. O esperando a Chase. Ahora que sabía que había posibilidad de que él viniera a casa me sentía algo apretada. No podía descifrar el sentimiento con otra palabra, porque nervios sí tenía, pero me sentía apretada porque era como si él estuviera invadiendo mi espacio. No de la manera mala pero sí de la forma en la que pinchaba en mi punto de falta de costumbre.

Di vueltas varias veces en la cama y cada rato miraba la hora. Si es que vendría, ¿a qué hora lo haría? Anoche llegó a altas horas, lo que me hacía pensar que podría hacer lo mimo hoy. Y, ¿si llegaba y me veía durmiendo con la boca y los ojos abiertos y roncando? Porque mis hermanos a vece tenían que venir a despertarme porque me acusaban de no dejarlos dormir por los ronquidos. Qué pena.

Me quedé dormida sin darme cuenta y soñé que se me caía un diente, algo raro para soñar, pero a veces esas cosas me pasaban. Cuando me desperté para ir al baño, me decepcioné de que nadie estuviera a mi lado. Miré la hora de mi teléfono antes de meterme en el baño: 4 a.m.

Si Chase no vino hasta ahora, en definitiva no iba a venir después. Era muy tarde para andar en las calles, y no es que pensara que Chase tenía que andar con cuidado ante los peligros de hoy en día, pero dudaba que estuviera despierto y preparándose para dormir conmigo. Además, él estaba al tanto de que tenía que ir al colegio, así que sería muy descortés que viniera a estas horas de la noche y me molestaría por ello.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.