Atracción Destructiva

Capítulo cincuenta y seis

Chase:

—Ten un buen día —susurré al oído de Skyler. Sus ojos permanecían cerrados y su respiración era tranquila. 

Me coloqué la remera y las zapatillas y miré a ambos lados desde la ventana para asegurarme de que nadie pasaba. No era un barrio muy transitado, lo que era bueno porque me daba más motivos para meterme en el cuarto de Skyler sin tanta preocupación de que alguien llegase a verme. Salté y caí de pie. Antes de irme, miré la ventana de Sky por un segundo y suspiré. 

No sé qué estaba pasando conmigo.

Esto de venir a buscar consuelo en ella era algo que, ahora que lo pensaba, no estaba bien. No quería utilizarla para ello. Y menos me gustaba saber que necesitaba de alguien para sentirme mejor. No era propio de mí, pero al parecer en los últimos tiempos todo estaba cambiando en mi interior. La bipolaridad ya no estaba, pero esa tristeza a veces me daba la sensación de que me consumía. En estos últimos días existieron algunos minutos en los que no podía respirar, en los que mi entrecejo se fruncía y no quería hacer nada más que echarme en un rincón a llorar. Era humillante. 

—¿Dónde has estado? —preguntó mi padre cuando me vio entrar a la casa. Era temprano para que él estuviera despierto, por lo que supe de qué se trataba lo que hablaríamos. A su lado, estaban todos mis hermanos y mi madre. 

—Por ahí —respondí, dejando de mirarlo y encaminándome hacia las escaleras. 

Ahora no estaba para pelear, y sabía que algo me reclamaría. 

—¿Dónde has estado? —me detuvo usando su rapidez para interponerse en mi camino. 

—En casa de los Rice.

—¿En casa de los Rice? —elevó las cejas. Bien, dije que no quería pelear, pero al ver su tono demandante que tanto me tocaba las pelotas quise contestarle con la verdad porque sabía que le molestaría—. ¿Qué mierda hacías allí, Chase? Te dije que no quería que volvieras a hablar con ninguno de ellos desde el día en que vi que esa chica apareció aquí para pedir un teléfono. 

Rodé los ojos. 

—¿Qué estuviste haciendo? ¿Qué fuiste a hacer ahí? —se metió Andrew. 

—Esa chica se llama Skyler, y no hablé con nadie más que no fuera ella. 

—¿Qué fuiste a hacer ahí? —cuestionó mi padre. 

—A dormir con ella —sonreí maliciosamente porque sabía que él malinterpretaría mis palabras. Los Rice no le agradaban en lo absoluto, y cómo no, si ellos fueron parte de los brujos que exigieron que nos dieran pena de muerte a todos los White ya que yo maté a muchos brujos de la asociación. Al principio se me hizo estúpido que quisieran meterse con toda mi familia cuando ellos no asesinaron a ninguna persona, pero querían que pagáramos todos por tener el mismo apellido. 

Observé a todos en la sala. Me miraban con sorpresa después de oírme responder. Me hizo algo de gracia pero preferí permanecer mi postura seria para dejarles en claro que no tenía ganas de que me jodieran con nada. Menos si era de la maldita asociación. Mil veces aclaré que me cansé de esas cosas pero no lo querían comprender. Si estaban todos reunidos y esperándome, era por algo importante y lo comprendía, pero el dolor emocional pasaba a manifestarse como dolor físico, lo cual hacía que mis ganas sólo fueran de meterme en mi cuarto y encerrarme por horas. 

—¿Te acostaste con Skyler? —preguntó Nate con incredulidad. 

Rodé los ojos. 

—No. Sólo fui a dormir. 

—¿Para qué vas a dormir allí con ella si tienes tu propia casa para hacerlo? ¿Y por qué hueles a alcohol? ¿También estuvieron bebiendo?

—Yo sí, ella no. No vendrás a hacerme problema por eso, ¿o sí? Estoy grandecito. Y no tengo por qué explicar qué hacía porque eso forma parte de mi vida privada. 

A veces es mejor guardar ciertas cosas para uno mismo, más cuando no confías tanto en las personas que tienes en frente. No es que no confiara en los chicos y en mi madre, pero sí que parte de mí sentía cierto rechazo hacia papá. Quizá su forma de ser era lo que causaba eso en mí o el simple hecho de que, a pesar de estar tanto tiempo juntos, aún no lo conocía del todo y sabía que era una persona que se guardaba algunas cosas no tan buenas para él. Realmente no estaba del todo seguro, pero era algo que casi siempre pasaba por mi mente cada que lo tenía en frente. 

—No empieces. Es demasiado temprano como para tener que aguantar tu actitud. 

Me limité a poner los ojos en blanco. 

—¿Qué necesitas para dejarme ir tranquilo a mi cuarto? También es temprano para una reunión familiar, ¿no creen?

—Te vieron entrar en la casa de esa bruja Michelle. ¿Por qué, Chase? ¿Qué tenías que hacer ahí? —dijo Andrew y lo miré. 

—¿Quién me vio?

—Fui temprano a la asociación porque hubo un problema con dos brujas que enfermaron y están en pésimo estado por lo de la peste. Me dijeron que alguien te vio metiéndote en la casa de esa mujer Michelle. ¿Por qué? —habló mi padre con seriedad. 

—Tuve el accidente cerca de su casa, pensé que no era coincidencia. Creí que ella fue quien intentó matarme con magia negra, pero dijo que no tuvo que ver, que más personas me quieren muerto —me crucé de brazos. 

—Esa no es ninguna novedad. 

Sabía que mi padre diría eso. 

—¿Te dijo alguna cosa más? —preguntó mamá. 

Las palabras de Michelle llegaron a mi mente al mismo tiempo que Madeline hablaba. Tenía la opción de decirles que al parecer mi bipolaridad se había ido una vez morí para que dejaran de mirarme con cara de miedo cada vez que entraba por la puerta. Era molesto saber que pensaban que maté, golpeé o amenacé a alguien por mi descontrol. También podía comentarles que ahora ya no era una bomba de tiempo pero sí alguien que sentía una tristeza profunda por momentos y que ahora tenía la necesidad de refugiarme en los brazos de una chica a la que apenas conocía y que por eso fui a dormir a su casa. Pero no. Claramente no. Me ahorraría preguntas y desconfianzas. Sabía cómo eran. 




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