Atracción Destructiva

Capítulo cincuenta y siete

Skyler:

Mi mente se encontraba en blanco y a la vez repleta de malos pensamientos. Mi cuerpo sentía debilidad y pesadez y sabía que en cualquier momento podía terminar en el suelo, puede que no desmayada, pero sí rendida y sin una gota de fuerzas.

Lo que escuché no era para poco, era algo que penetraba hasta lo más profundo de mi mente y se instalaba allí para no salir nunca más en mi vida. Era triste ser la causante de ciertas catástrofes que no eran intencionales pero que pasaban porque yo estaba viva. Tenía miles de preguntas pero a la vez no tenía ninguna o no sabía por qué parte empezar a indagar.

«¿Cómo puede ser que yo soy la peste?», pensé. Mi mamá era una bruja y mi padre un simple mundano. ¿Por qué esto estaba pasándome a mí?

Una idea rondó por mi mente, una en la que yo terminaba enterándome de que era hija de otras personas. Me sentí mal, porque muchas opciones no me quedaban para pensar. Sólo esa. No me gustaba la idea, no quería ser adoptada, no quería ser hija de otras personas que no fueran los padres que yo no conocía.

Intenté regularizar mi respiración pero era en vano. Tenía que hablar con ellos pero me daba miedo enterarme de ciertas cosas. Por primera vez en mi vida me dio miedo preguntar. Pero no podía irme de la casa para verme con Chase y hacer de cuenta como que nada pasaba. Si yo era la abominación, la causante de esa peste de porquería que enfermaba a lo sobrenatural, Chase podía salir herido si permanecíamos juntos. Esto era peor cada que pasaban los segundos.

Todos los que quería podían morir por mi culpa... porque toda mi familia, incluso los White, eran sobrenaturales. Y, ¿si me volvía loca como el niño de la historia que todos me contaron? Hasta el día podía decir que me sentía como una persona normal, sin poderes ni nada especial. Pero, ¿y si eso cambiaba? Probablemente le haría daño a muchas personas inocentes sin darme cuenta. No lo soportaría. Menos si seguía lastimando a quienes amaba.

Me metí en mi cuarto sin hacer ruido. Ya no los escuchaba hablar, pero era porque mamá se dedicaba a llorar. No sé qué hacía Ryan, pero suponía que consolaba a mamá o también lloraba pero en silencio. Me senté en la cama y noté cómo toda mi anatomía temblaba.

Miré la hora de mi teléfono. Chase seguramente ya estaba esperándome para la salida y, aunque parte de mí se sintió mal por dejarlo plantado, no me preocupé en ir a nuestro encuentro. Menos ahora que recordaba que él y su familia estaban buscando a la abominación. Menos sabiendo que podía contagiarle algo malo sin siquiera darme cuenta.

Parpadeé y algunas lágrimas se derramaron.

No quería llorar pero me dolía tener que aceptar que ellos me mintieron y que ahora estaba en el mundo para joderles la vida a la gente que poseía algún poder sobrenatural. Las cosas ya se estaban complicando mucho... porque a pesar de sentirme normal, era un fenómeno y gente murió por mí, y las que no, iban a hacerlo. Quería hablar con mi padre sobre esto, no sólo con mi mamá porque no podía dejar pasar este detalle grande que cambiaba mi vida, pero él ya no vivía para darme respuestas. Me sentía furiosa con ambos. Más bien, con todos los que guardaron el secreto. Y esperaba que no me vinieran con eso de que intentaban protegerme, porque es una patraña de mierda que sólo les daba más tiempo para estar tranquilos y no preocuparse de la bomba de tiempo de su hija.

Ahora me parecía sin sentido que todos intentaran alejarme de Chase y los demás White cuando yo era más peligrosa que todos ellos.

Me recosté de cotado mientras lloraba en silencio y mis recuerdos volaron a la vez en que los White me atraparon para hacerme un corte en el brazo. Chase dijo que mi sangre era pura, que no era la abominación. No es que probando sangre podías saber si eras o no ese fenómeno, pero sí sentías la magia... y él no la sintió en mí. O eso creo. Dudo que él mintiera para salvarme. Quería a Chase y por más que tuviéramos algo... no me convencía la idea de que él les mintió a ellos por mí. Y ahora que me ponía a pensar bien, Nate también bebió de mi sangre y coincidió con Chase en que yo no tenía nada que ver con la magia.

No era buena idea ilusionarme dadas las circunstancias. Quiero decir, mi madre y Ryan admitieron que yo soy la peste, pero que los chicos comprobaran que la magia no corría por mis venas me daba esperanzas, sólo esperaba que no fueran falsas.

Un sollozo escapó de mis labios y me tapé la boca por las dudas de que otro saliera. Temí que me hubieran descubierto, pero esperé en silencio en la misma posición de hace un momento y nadie vino a mi cuarto.

Respiré profundo para calmarme. No quería salir allí porque me daba miedo y vergüenza, pero tenía que hacerlo si desea entender más.

Me senté en la cama y permanecí allí un rato, uno que se pasó volando y, cuando menos me di cuenta, pasaron casi treinta minutos de aquello. Mi cuello giró para ver la puerta de mi habitación cuando escuché que alguien llegaba a casa. No tardé mucho en averiguar que se trataba de Luke.

«Luke...» ¿Él sabía de esto?

Sí, por supuesto que lo sabía.

Me armé de valor y me levanté para ir hacia la puerta. Por lo que pude escuchar hace unos minutos, sabía que mamá y Ryan bajaron las escaleras y continuaron la conversación en la sala o en alguna parte de la planta baja. No escuchaba bien lo que decían, sólo eran murmullos. Ahora, Luke seguramente se uniría a la charla. Mejor. Tenía que conversar también con él.

Crucé el pasillo con miedo y me limpié las pocas lágrimas que resbalaban por mis mejillas. Ahora ya no sentía ganas de llorar, ahora sólo estaba enojada y quería golpear todo a mi paso. Cuando me vieron bajas las escaleras, juro que pude ver cómo los tres palidecían y me miraban expectantes.

—Sí, escuché lo necesario para estar molesta con ustedes —dije con neutralidad.

Ryan entreabrió los labios para decir algo pero mamá lo detuvo. Me fijé en los ojos enrojecidos de mi hermano y en el semblante de preocupación de todos.




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