Skyler:
«Te quiero.»
El vibrato en su voz, la suavidad con la que lo dijo, la soltura y la sinceridad que sus ojos desprendieron en aquel momento me sacaron más de cien sonrisas, según llevaba la cuenta. Nunca nadie me lo dijo. Y que él fuera el primero en hacerlo y después de haberme hecho el amor de la mejor manera posible, fue especial. Chase subía día a día medio escalón más. Realmente temía terminar en la perdición. Porque me encantaba. Chase tenía mil y una cosas malas, pero yo lo quería de igual manera. Porque esas mil y una cosas eran las que convertían a Chase en el chico que me gustaba. Puede que sonara morboso, y lo entiendo si es lo que se te pasó por la mente.
Hoy me sentía cansada. Pero en el buen sentido. Sin embargo, no lograba pegar un ojo ya que las imágenes de lo que pasó hace más o menos tres horas se repetía en mi mente para sacarme sonrisas y no dejarme dormir. Me di la vuelta con lentitud para que Chase, quien estaba completamente dormido, no se diera cuenta de que lo iba a observar.
Me mordí el labio.
Sus párpados estaban cerrados, sus labios juntos, sus mejillas algo coloradas y su pelo un poco desarreglado. Y de lo último soy culpable. Después de tener nuestro primer encuentro, quizá unos veinte minutos después, el fuego de la pasión volvió a encenderse y repetimos el acto sexual, aunque, esta vez, conmigo encima de él. Debo decirlo, fue incómodo al principio, un poquito más doloso que la posición del misionero, pero fue cuestión de dejarme llevar por la excitación y la costumbre que se consiguió con el correr de los minutos, porque luego pude sentirme más libre, más en conexión con él. Me dejé llevar tanto que, cada vez que él presionaba fuertemente mis caderas con sus manos, yo le tiraba un poco el pelo hacia atrás. Lo mejor era que le gustaba. Literalmente, hoy había sido la mejor noche de mi vida.
Chase fue amable conmigo, y eso le sumó muchos puntos en su currículum como novio. Bueno, aún no éramos novios, en ningún momento me lo pidió. Mucha gente piensa que es una etiqueta, y sí lo es, pero aunque yo no haya soñado con tener un príncipe azul a mi lado se me hacía algo bonito que me lo pidieran. Y más alguien como él, porque Chase me gustaba en absoluto y hoy me había entregado a él de la manera más completa.
Le acomodé un poco el pelo. Se veía lindo despeinado, pero me gustaba tocar su pelo. Asomé una sonrisa cuando se removió en la cama y se acostó boca arriba. Su torso se encontraba desnudo. Sólo la fina tela de la sábana cubría su parte más privada.
—No me gusta que me miren mientras duerno. ¿No te lo he dicho antes, nena?
—¿Nena? —elevé las cejas de manera divertida. Chase seguía con los ojos cerrados.
—¿Algún problema con el apodo?
—No —me encogí de hombros—. Se siente lindo que lo digas así. Bueno, de ser otra persona no me gustaría tanto, pero en ti se escucha lindo. ¿Estabas despierto?
—No. Estaba dormido, pero me despertó la mirada fija y acosadora de alguien.
Rodé los ojos.
—Eres un molesto.
—Me gustaría que Jason sepa lo que hicimos hoy —confesó sin reparar en mi comentario. ¿Por qué quería que Jason supiese lo que hicimos? Supongo se refería al sexo. Y conociendo el poco agrado que ambos se tenían, seguramente Chase deseaba aquello para provocar a mi amigo.
—Jason es mi amigo. No te quiere y creo que nunca lo hará. Es más, apenas soporta lo que tenemos. ¿Para qué quieres hacer daño?
Abrió los ojos y me observó. Se puso de costado para verme mejor. Vi que su mirada bajó hacia mis pechos y me tapé bien con la sábana para que no se viera nada que no tuviera que verse. Tuvimos sexo tres veces seguidas, pero todavía me sentía algo tímida respecto a mi cuerpo.
—Porque le gustas y quiero que cualquier tipo de ilusión que tenga se esfume de su cabeza.
—No seas así. Jason te salvó la vida, ¿recuerdas? Y ten en cuenta que el hechizo lo dejó muy cansado. Demasiado. Regresarte a la vida lo dejó agotado. No seas malo con él.
—Sólo no quiero que se haga más ilusiones.
—No se hace ilusiones. Chase, Jason no quiere nada conmigo. ¿Cuándo lo vas a entender? —quise saber. Chase asomó una sonrisa pícara que me hizo fruncir las cejas—. ¿Ahora por qué sonríes?
Se me acercó y con su brazo me atrajo más hacia él. Su frente chocó con la mía.
—Se me para cuando te molestas —murmuró cerca de mi boca. Que dijera eso me recordó a la vez que hizo que lo tocara.
Tragué saliva.
—Chase... —quise alejarlo.
—¿Te molesta si llevo tu mano a mi pene?
Joder. Me puse como un tomate. ¿Por qué me decía esas cosas? Él sabía que me ponía incómoda, pero no tenía que hacer esto. No tenía que hacerme sonrojar de tal manera. Además, ¿qué esperaba que le respondiera? ¿Sí, Chase, quiero tocar tu pene? ¿Eso quería? Porque no. Claro que no le iba a decir eso.
No dije nada.
Tomó mi mano y la llevó bajo la sábana. No tardó mucho para que sintiera que su miembro estaba duro.
—¿Ves cómo me pones?
—Sí... —contesté sin querer.
—Ahora tengo muchas ganas de hacerlo otra vez. De sentirte —musitó y me besó de la manera que me volvía loca mientras hacía que lo masturbara.
Yo también quería volver a hacerlo. No sólo por el placer que sentía, sino también porque quería aprovechar lo que quedaba de la noche con él. En la mañana tendríamos que volver a casa de Violett antes de que mi madre pasara a recogerme.
—¿Qué dices? ¿Lo hacemos de nuevo?
Le mordí el labio en respuesta. La captó de inmediato.
—¿Podemos intentar alguna otra posición? —pregunté y le robé una sonrisa.
Afirmó y me besó en los labios para luego levantarse a buscar otro preservativo. Su trasero quedó al descubierto y me enganché mordiéndome el labio. Vaya culo que tenía.
Me senté en la cama cuando se acercó. Me regaló otro beso y luego murmuró: