Atracción Destructiva

Capítulo sesenta y cinco

Chase:

—Dime qué es lo que quieres —demandé, mirándolo dese la lejanía. No me sentía nervioso, pero sí estaba incómodo con la presencia de aquel desconocido. No sé quién se creía que era para amenazarme a mí. No sabía con quién se estaba metido, porque cuando realmente me enojaba y me tocaban las pelotas, mi vista se nublaba y mandaba a todos derechito a la mierda.

—Quiero venganza, Chase.

—¿Venganza?

—Te he buscado desde hace tiempo. Al fin logro dar contigo en este pueblo barato en el que vives. Pensé que eras más rudo, más serio, pero mírate, en una fiesta de disfraces. Y disfrazado.

—No me vengas a joder. Ni siquiera sé quién eres.

—Por más que te diga mi nombre no te vas a acordar de mí.

—¿Quién eres tú? —se metió Andrew, mirando fijamente al intruso.

—El tema es con Chase. No contigo, Andrew.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó su hermano.

—He investigado.

—Dime tu nombre —exigí. La charla me estaba desesperando, solamente quería saber el nombre del chico, el motivo de su venganza y que pasáramos a la parte de la pelea.

—Soy Dan Muckingson.

Dan Muckingson.

Miré a los chicos cuando sentí que ellos me observaban.

—¿Lo conoces? —preguntó Zach.

—No recuerdo ese nombre.

—Te dije que no me reconocerías —su tono era frío. El chico tenía determinación en la voz. También oscuridad. Por alguna razón me recordó a mí—. Te espero a veinte metros de la casa. Ahora. Sino, mis amigos matarán a alguien.

Miré hacia todas partes en busca de algo raro. La gente caminaba y bailaba por todas partes. Tanto ruido a mi alrededor no me dejaba concentrarme. Todo parecía normal; era una estúpida fiesta de disfraces con estúpidos y hormonales adolescentes festejando la noche de Halloween.

—No los vas a ver, así que no los busques.

Volví mi mirada al chico.

—¿Por qué buscas venganza?

Noté desde la lejanía que una torcida sonrisa se plantó en su cara.

—Te espero a veinte metros —repitió, y quise partirle la cara. Cómo odiaba que me dieran órdenes—. Sino, alguien muere. Y esa podría ser la chica que está a tu lado.

Se iba a arrepentir de haberla amenazado.

Lo vi darse le vuelta para desaparecer.

Miré a Skyler y rápidamente la tomé de la mano para caminar hacia donde sus familiares y Jason se encontraban.

—Chase, ¿qué haces? —intentó zafarse.

—Te quedas con ellos —respondí al mismo tiempo que la mirada de los gemelos Rice se cruzaba con la mía.

—No. No quiero quedarme con ellos. Sé que vas a ir a seguir a ese hombre. Te puede hacer daño.

—No me importa.

—¡Chase! —me levantó la voz con molestia. La miré un momento y vi que sus ojos se tornaban del mismo color que los míos cuando me enojaba mucho o cuando tenía hambre.

Ya me preguntaba cuándo sería el día en que vería esa nueva forma de ser de Skyler, esa que era como yo. Se veía linda con los ojos rojos y con las finas venas llegándole al cuello, pero también había una parte de mí a la que le asustaba la nueva forma de ser de esa chica que poco a poco se había ido metiendo en mi mente sin permiso alguno. Skyler tenía algo raro, algo que a simple vista quizá no notabas. Tal vez sus gestos eran los mismos de hace una semana atrás, pero la vibra que se sentía cuando me encontraba a su lado no era igual. Algo oscuro corría por sus venas.

—Skyler, controla tus nervios. Van a notar tus ojos y tus venas —fruncí las cejas, sin dejar de caminar. Ella era fuerte, pero sus poderes no estaban tan desarrollados, no tenía práctica alguna y claramente no bebió ni una gota de sangre en estos días. Era débil.

—¿Qué?

—Tus ojos se han puesto rojos y las venas negras aparecieron —le contesté. Skyler agachó la cabeza y masculló.

—¿Cómo hago para que se detenga?

—Cálmate.

—Estoy calmada.

Detuve mi paso.

—No. No lo estás —la obligué a mirarme.

—No quiero que vayas a buscarlo.

—Shh —la callé. Mi mirada era seria. Quería que me tomara en serio—. Respira, Skyler. Yo conozco lo que es esto, una vez fui novato. Así que respira. Toma aire y suéltalo.

—Pero...

—Skyler —reprendí—. Haz lo que te dije.

Su entrecejo fruncido en combinación con el rojo de sus ojos y el negro de sus venas la hacía parecer un vampiro con dolor de panza. La tomé de las mejillas y repetí mis indicaciones.

—¿Qué pasa aquí? —preguntó una voz conocida a mis espaldas.

—Necesito que la ayuden para que su rostro vuelva a la normalidad —les expliqué.

—¡¿La has hecho enojar?!

—No, Luke, está disgustada porque me tengo que ir a solucionar un tema.

—¡Harás que te lastimen! —se negó Skyler.

Los Rice y Jason me observaron.

—Si no voy a solucionar esto, puede que alguien salga herido. Y no, no me importa mucho las demás personas, pero quiero a Skyler y, para ganar sus estúpidas aprobaciones tengo que hacer las cosas bien.

Bueno, esa era una razón. Pero la otra era que la curiosidad estaba tocando demasiadas veces la puerta. Era insistente. Quería saber quién era ese tipo y qué tipo de venganza quería. No recuerdo conocerlo, así que no sé si le he hecho algo en algún momento.

Los gemelos intercambiaron miradas entre ellos.

Me acerqué a Skyler y le di un rápido beso en los labios.

—Tranquila, iré con los chicos —susurré y me alejé—. Y recuerda que no puedo morir —sonreí.

—¡Chase! —quiso acercárseme, pero miré a Jason para que la detuviera del brazo.

—Volveré pronto.

—¡Chase! —me gritó, pero no le hice caso y caminé hasta los chicos.

—Dejen que vaya yo solo —les pedí.

—Estás loco si crees que te dejaremos ir solo.

—No tengo cinco años, me puedo cuidar solito —le respondí a Sam.

—Si un White va, los demás White también —objetó Nate.




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