Skyler:
Mi vista se nubló, se volvió roja y mi cuerpo no respetó las señales que mi cerebro dio.
Haber visto cómo le disparaban a Chase me desesperó a tal punto que ese cosquilleo fuerte, esa ansiedad conocida y ese deseo de sangre volvieron por segunda vez desde que activé mis poderes. La ira iba consumiéndome, la falta de aire me agobiaba, y el dolor en el pecho era insoportable. Estallé de una manera distinta, porque ahora no había roto cristales, había rebatado vidas. Y lo que más me asustada es que lo disfruté.
Sin embargo, mi negación se puso delante y tomó el control por un momento. Chase dijo que fui yo cuando se lo pregunté, y fue ahí cuando la negación desapareció tan rápido como apareció. Chase estaba débil y yo no tenía ni la más puta de idea de lo que tenía que hacer. Él sufría por sus hermanos y por sí mismo. Mientras Andrew y Zach atendían a Nate y Sam, Chase me suplicó que intentara sacarle la bala de pecho.
Chase, desde que lo conozco, siempre fue un tipo rudo, malhumorado, alguien que despotricaba cada que tenía la oportunidad y mantenía ese lado demandante y oscuro, pero hoy era la primera vez en la que lo veía realmente mal. Ese muchacho duro desapareció. Ahora tenía a un Chase sin fuerzas, sin ánimos para levantarse, tendido en el suelo y con sudor empapando su cuerpo. Las lágrimas se le resbalaban, y yo no pude evitar llorar al verlo sufriendo. Quería mucho a ese hombre, y su dolor también se convirtió en mi dolor.
—¿Estás bien? —me preguntó Jason, con la mirada fija en la mía.
Me limité a asentir.
Pero no.
No estaba bien.
La imagen de mi novio, gritando y sufriendo seguía clavada en mi mente. Todavía estaba preocupada. Preocupada por él y Sam, porque la bala que los atravesó llegó profundo y aún permanecían en sus cuerpos.
Mis hermanos, Jason y Sara, llegaron al lugar del horror minutos después con expresión de preocupación y fastidio en sus caras. Cuando se distrajeron un poco, yo salí corriendo de la fiesta para buscar a Chase. Ellos me persiguieron un momento después porque no fui tan discreta como esperaba ser, pero mis piernas fueron mucho más rápidas que las de ellos. Eran simples brujos, y yo, una abominación. Al menos le encontraba una ventaja a toda esa locura.
Les supliqué que nos ayudaran, y para mi sorpresa, Ryan se agachó a intentar sacarle la bala a Chase mientras que Jason, Luke, y Sara se quedaban con los demás White. Chase perdía sus fuerzas muy rápido, y el dolor que le causábamos nosotros al intentar ayudarlo aumentaba la prisa de la muerte. Fue mi hermano quien me dijo que sin unas pinzas no lograríamos hacer nada, y fue Jason quien me comunicó que Sam se encontraba en la misma.
No sé quién era el que estaba peor. A pesar de que Sam jamás fue del todo amable conmigo, no le deseaba el mal, quería que sobreviviera, quería que mi novio y él lograran tener la misma suerte que Nate.
El auto de los White estaba adelante de nosotros, era conducido por Andrew, quien se notaba muy preocupado. Iba demasiado rápido, y tenía miedo de que en la carretera apareciera algún camión que terminara embistiendo su auto. Le supliqué a Jason que me llevara a casa de los White, y para tranquilizar a mis hermanos les dije que yo no entraría en la casa, que me quedaría fuera a esperar alguna noticia. No se negaron, pero fueron con nosotros.
Minutos más tarde, Andrew estacionó el auto en su vereda y nosotros en la calle. Se bajó rápidamente junto a Zach y abrieron la puerta para ayudar a sus hermanos. Nate es el primero que vi bajar; a pesar de que estaba fuera de peligro, seguía viéndose muy débil. Cuando lo vi allí tirado en el bosque mi cuerpo fue recorrido por una sensación de pánico. No tenía tanta relación con Nate, pero ahora que lo pensaba, la actitud juguetona de él era divertida, y eso que al principio me resultaba un poco pesada.
Y recién ahora me daba cuenta de que parte de mí lo apreciaba y le agradaba la idea de tenerlo como un amigo.
Sam bajó del mismo lado que Nate y Chase por el lado derecho. Cuando lo vi haciendo muecas de dolor y tomándose de la herida, me desabroché el cinturón de seguridad y salí corriendo hasta él. Ryan me llamó, pero no le respondí. De todas formas, no iba a incumplir mi promesa, solamente quería darle un abrazo y un beso en esa boca que tan perdida me traía.
—Chase... —me acerqué a su lado. Él me miró a los ojos. Su palidez asustaba mucho. Me mordí el labio para no llorar.
—Skyler, perdóname, pero tengo que llevarlo adentro. No hay tiempo para perder —me hizo saber Zach, quien ayudaba a Chase a mantenerse en pie.
Miré un segundo a Zach y se me pasaron muchas cosas por la mente. Él me daba un poco de miedo, era parte de la asociación de brujas, lo que quería decir que estaba obligado a dar cualquier información sobre la peste. Y él y los demás White vieron lo que pasó. Sabían lo que yo era. Nate no iba a decir nada de esto, pero no sabía si Andrew, Sam y Zach me apoyarían.
Y entendía si no lo hacían, porque de apoyarme serían estúpidos. Yo era la destructora de lo sobrenatural. Era su destructora.
Ignorando mis pensamientos por un rato, dije:
—Lo sé —asentí. Claro que no teníamos tiempo para perder—. Sólo quiero darle un beso —comuniqué, llevando mi mano a la mejilla sudorosa de Chase.
No esperé que me dijera nada, me acerqué a sus labios y posé suavemente los míos sobre ellos. En el primer milisegundo sentí un escalofrío, y creo que era mi lado de bruja quien me estaba comunicando algo a juzgar por cómo se sentía. Antes, cuando era normal, si alguien me decía esto no habría comprendido nada, le habría dicho que no soy ninguna experta en descifrar significados de las sensaciones, pero ahora, aunque era complejo y nuevo, entendí lo que ese escalofrío me quiso decir.
Era dolor. Era el dolor de Chase. Pero combinado con algo más. Era un sufrimiento físico y sentimental. Y supuse que lo sentimental se debía a sus padres. Pero no sé por qué.