Atracción Destructiva

Capítulo setenta y dos

Skyler

La mirada de Jason seguía conectada a la mía desde hacía largo rato, hablábamos de esa manera, porque al parecer no podíamos tener la privacidad que deseábamos con todos los White y tres Rice presentes. De vez en cuando se me pasaba por la cabeza echarlos a las patadas a todos, pero no quería ser grosera.

Después tendríamos una salida de amigos solos.

Le regalé una sonrisa de disculpas a Jason, ya era la séptima que le dedicaba y en cada una de ellas él me respondía con una media sonrisa de menos de un segundo.

—Y por eso es que creo que no conseguiremos ese trabajo —terminó Ryan y, no sé cómo, pero Nate, Zach, y el profesor White, soltaron una risa unísona y mis hermanos se unieron a ellos.

¿En qué momento empezaron a reírse juntos? ¿Tenía que tomar eso como que ahora se llevaban bien?

No.

Seguramente, luego de esto, el rencor y la desconfianza de los chicos regresaría.

—Después quiero preguntarte algo —Chase susurró en mi oído.

—¿De qué se trata? —le pregunté con curiosidad.

—Después hablamos —dijo serio.

Chase parecía estar algo molesto, y me frustraba que tuviera esa mirada de indiferencia y malhumor. Me encantaba ver su lado de chico malo, pero era muy difícil de soportar cuando se ponía en ese papel. Casi siempre solía comportarse de una manera algo grosera en esos momentos y, como ahora estaba un poco enojada porque invadió mi desayuno con mi amigo, si se ponía pesado, no creía poder aguantarlo.

—¿Estás bien, Chase?

—Estoy bien —parecía querer convencerme con su tono seco y frío.

¿Podía pegarle una cachetada?

Hace un rato no estaba tan serio. ¿Qué le estaba pasado ahora? ¿Le volvió la bipolaridad?

Rodé los ojos y me centré nuevamente en los ojos miel de Jason y él rodó los ojos. Al parecer, Ryan y Nate hoy se habían levantado conversadores. Seguía haciéndoseme extraño que los gemelos no demostraran ese desprecio hacia el vampirismo de los White, pero se me hacía algo bueno y esperanzador. Ya era hora de que al menos se aceptaran y cruzaran palabras sin insultarse en cada oración.

Después de que Zach dijera que debía irse a resolver un asunto con una chica (a lo cual, según Nate, con eso se refería a que debía ir a tener sexo), todos excepto Chase, se levantaron de la mesa. Mis hermanos dejaron su búsqueda de trabajo para otro día y mi prima salió de la mano con Andrew.

Si mi tía se enterase que su hija andaba en algo con Andrew White, seguramente la guerra se desataría. Pero yo no era alguien que podía decir mucho.

—No entiendo qué mierda se le pasa en la cabeza a Andrew para salir tomado de la mano con tu prima —soltó Chase y lo fulminé con la mirada.

—¿A qué viene eso? Chase, ¿qué tiene de malo que estén juntos? Bueno, sé que él es vampiro y que ella una bruja, y que la ley sobrenatural explica explícitamente por qué está prohibido, pero si se cuidan no tiene por qué ser algo malo. Y tú precisamente no tienes por qué juzgar, ¿no te parece?

—No, bueno, yo no estoy para oír cómo pelean, así que mejor me voy a mi casa. Después te veo, Skyler, y concordaremos un día, un horario y otro lugar para estar juntos, y asegurémonos que nadie se entere —dijo Jason poniéndose de pie y fulminando sin vergüenza a Chase.

—Te llamo después, Jason.

—Sí, y avísame si te hace algo malo, tengo ganas de echarle la mala suerte a Chase —respondió alejándose de nosotros.

Miré a Chase para regañarlo en caso de que dijera alguna cosa, pero solo lo vi rodar los ojos y centrarse en mi mirada.

—No es que quiera juzgarlos, lo tuyo es diferente porque cuando te corté la otra vez en la escuela les dije a los de la asociación que tu sangre es pura. Si te ven saliendo conmigo no nos castigarán con la muerte por romper la regla, yo seré vampiro pero tú para los ojos de las personas que saben de nuestro mundo, eres humana. En cambio, aquí los brujos y los vampiros saben qué es Andrew y qué es Sara. Es un peligro que salgan juntos.

Mi molestia ante su comentario de hace un momento se terminó esfumando por completo cuando entendí el punto de Chase. No quería que Sara y el profesor White murieran, sobre todo temía por mi prima, que a pesar de haberme ocultado muchas cosas como los demás, la quería mucho. Sería una desgracia que algún brujo o chupasangre fuera con el chisme a la asociación y les contara sobre aquel romance. Chase dijo que se los castiga con la muerte.

Era grave.

—Ah... —asentí.

—¿Ahora entiendes? —hizo un ademán.

—Tendrías que hablar con Andrew para que empiecen a verse en algún otro lado, uno privado, sin personas que los vean.

—Sí, claro, y él me va a querer escuchar. Yo seré alguien serio y aún algo bipolar, pero él es un duro para entender ciertas cosas cuando se le meten a la cabeza.

—Pensé que era el más responsable y sabio de todos ustedes.

Chase me miró serio.

—¿Estás diciéndome que yo no lo soy? —achinó sus ojos.

Me encogí de hombros.

—No te enojes, pero creo que tú no te llevas precisamente el título por todas las cosas que has hecho.

—Bajo el efecto de la bipolaridad —se defendió y negó con la cabeza—. Siempre intento estar calmado, pero hay veces en que las cosas me superan. Lo entenderías si hubieras estado en el infierno. Despertar de allí tiene consecuencias.

—Lo sé, no te lo tomes como un ataque —le acaricié su musculoso brazo—. ¿De qué querías hablar conmigo hace un rato?

—Ah... No es nada —respondió mirándome a los ojos y mintiéndome en la cara. Ahora era bruja también, y por más que mis partes sobrenaturales estuvieran dormidas, tenía la clara sensación de que él no me decía la verdad.

¿Qué necesidad?

—Chase, sé que me estás mintiendo. ¿Puedes decirme de qué querías hablar?

Puso los ojos en blanco.

—¿Quieres ir a mi casa a conocer a mis padres?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.