Atracción Destructiva

Capítulo setenta y nueve

Chase

La oscuridad en la mirada de Caleb me decía que él no tenía miedo de disparar aquella arma. Desde que supe del pedido que él le había hecho a Jane, he sabido a la perfección que a mí me despreciaba, que si tuviera que dejarme morir lo haría sin pensárselo una sola vez, y que jamás tendría el amor que él le tenía a mis hermanos. Sin embargo, por la manera descarada en la que le apuntaba a Sam, resaltaba el poco interés que Caleb le tenía a su propia familia.

—Papá, ¿qué carajo haces?

—Hazte a un lado, voy a pasar —le respondió a Sam, empujándolo un poco y cerrando la puerta luego de meterse.

Caleb le hizo una seña a Sam para que se acercara a mí.

—Papá, ¿qué piensas que estás haciendo aquí? —preguntó Sam, haciéndole caso a su padre.

—Vine a cobrar.

—¿A cobrar? —la madre de Skyler estaba completamente asustada, y aunque ella lo intentara controlar, no le salía nada bien.

Concentré mi oído en los latidos de los corazones de todos, buscando el de Skyler, rezando para que ella estuviese escuchando lo que estaba ocurriendo. Skyler no podía salir de ese cuarto, porque si mi padre estaba aquí en la cabaña, y con un arma, era de suponer que el secreto que tanto nos esforzamos en ocultar, él ya lo sabía. Además, lo había insinuado.

Mis nervios no me dejaba pensar bien, no permitían que me concentrara, y el miedo tampoco me dejaba. Algo en mí presentía que esta noche sería sangrienta. Tal vez era mi instinto de supervivencia.

—A cobrar una vida —respondió—. O a llevármela, como sea —rodó los ojos y, en un abrir y cerrar de ojos, Caleb se movió con rapidez y pegó la espalda de aquella mujer a su pecho y le inyectó algo en el cuello.

—¡No! ¿Qué le has hecho? ¡Mamá! —gritó Luke.

La mujer cayó al suelo, desmayada, y cuando Luke y Ryan quisieron acercarse al cuerpo, dos tipos aparecieron de la nada y tomaron a los gemelos. Después, en otro abrir y cerrar de ojos, ambos también cayeron al suelo. Les habían inyectado algo.

Di un paso hacia atrás, preparado para ir por Skyler.

—¿Qué diablos te pasa? —espetó Sam, mirándolo furioso.

—Sé el secreto que ustedes esconden —sonrió maliciosamente, disfrutando de tener aquella arma en su posesión.

—¿De qué nos estás hablando?

—No te hagas el tonto, Chase. Sé lo que están haciendo aquí. Sé lo que es Skyler.

Palidecí.

Estaba confirmado.

El secreto había sido revelado.

Y si ese monstruo lo sabía... ¿Los de la asociación también?

Miré a los otros dos tipos. No los conocía, pero sabía que no eran humanos. Eran como yo. Vampiros. Y desgraciadamente también tenían armas.

—No se preocupen, a pesar de que me hayan ocultado algo tan grande, puedo perdonarlos y no acusarlos. Y tampoco les meteré una bala en la puta cabeza a estos tres brujos. Pero para ello me tienen que entregar a Skyler Rice en este instante, sin pelea alguna.

—Eso no pasará —di un paso adelante, y la pistola me apuntó a mí.

—¿Cómo es que lo sabes? —Quiso saber Sam.

—Un White y un Rice los traicionó —soltó, y sentí un gran pinchazo de decepción.

De los Rice podía esperármelo... Pero, ¿de un White?

Eso no.

—¿Qué? —agrandé los ojos. Sam igual.

—Eso no puede ser posible, Nate, Andrew y Zach prometieron callarse la boca, lo prometieron por nuestra hermandad.

—Sam... Las promesas son simplemente palabras. No puedes pretender que sea más que eso. No en este mundo de hipócritas.

—En este mundo de hipócritas como tú, ¿eh? —espeté.

—Tú eres el menos indicado para hablar, Chase. ¿No te parece? Te hemos dado todo con Madeline, te dimos casa, comida, abrigo, amor y familia y tú te burlas de nosotros. Porque eso es lo que haces. ¿Cómo puedes ir a enamorarte de alguien como ella? O sea... ¿es en serio? ¿De una abominación, Chase? Siempre fuiste un imbécil, pero esta vez te has superado. Ella es una peste, abre los ojos.

Lo apunté.

—¡No te atrevas a hablar así de ella porque te juro que te mataré con mis propias manos!

Ese tipo cegaba mi juicio. Y más en estos momentos. Mi mente seguía intentado asimilar que un White me había traicionado. Nate, Andrew y Zach eran los únicos que sabían sobre este tema. Lo únicos que sabían.

Iba a morir decepcionado de mis hermanos. O bueno, de alguno de ellos.

—¿Quién fue el que te lo dijo? —Quise saber.

—Entrégame a Skyler y te lo diré. Si no haces lo que te pido, aquí correrá sangre y tendremos que tomar a la niña a la fuerza.

—Esa niña es mucho más fuerte que tú.

—Sí, pero tengo un suero que la dormirá, es el que me dio la asociación antes de viajar a San Francisco, esa ciudad en la que supuestamente tú y Sam tendrían que haber estado. Pero no... Todo era una farsa de ustedes dos. Y tú Sam... esperaba más de ti. De Chase podía imaginármelo, pero no de ti. Te hacía más inteligente.

—¿Sabe de esto la asociación? De lo que es ella...

—No, Chase, quiero darles la sorpresa al llegar a Hasser. Afortunadamente no estamos muy lejos de la asociación. Se querrán morir de la felicidad cuando sepan que la he encontrado.

—¿Y cómo es que nos encontraste?

—Ya te dije, te han traicionado.

Otra vez aquel pinchazo.

Espero no se interponga ninguno de ustedes, y sobre todo tú, Chase, porque si tuvimos que meternos con la comunidad de brujas, fue por ti. Que no se te olvide.

Y otra vez más de la misma mierda de siempre.

—¿No te cansas de decirme todo el tiempo lo mismo? —me crucé de brazos y di otro paso hacia adelante.

—Entrégame a la chica.

—No.

—Entrégame a la chica.

—No lo haré —reté.

—¿En serio piensas que esa niñata es tu verdadero amor? Por favor, Chase, abre los ojos. Tienes setenta años de imbécil. Esa chica que dices amar es la destructora de lo sobrenatural. ¡Pones en riesgo tu vida y la nuestra!




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