Atracción Destructiva

Capítulo dos

Skyler:

Las miradas después del comentario de mi hermano eran interminables. Me sentía tan avergonzada que quería que la tierra me tragara lo más pronto posible. Las risas seguían haciéndose presentes en el aula y mi mirada fulminante le hacía gracia a Luke.

¿Cómo se atrevía a decir frente a todos que había comido algo en mal estado y que terminé en el baño por consecuencia? 

Había sido una total mentira, eso no me había pasado. Siempre solía revisar la fecha de vencimiento de todos los productos que consumía. Sabía por qué lo había hecho. Se estaba vengando por haberme demorado y por haberme olvidado el bolso en casa pero, avergonzarme frente a todos era demasiado. Ya tenía advertencias sobre que algo haría pero no pensé por ningún momento que sería capaz de tal humillación.

—Te odio —dije, una vez me senté a su lado. 

—No volverá a pasar si te levantas temprano. 

—Me voy a vengar y no te va a gustar. Exagerado. 

La clase transcurría lenta y aburrida. El profesor guapetón era bastante tedioso al hablar y yo sólo sentía que me iba a quedar dormida. Anoche me había quedado hasta tarde despierta viendo televisión y luego no me podía dormir. Habré descansado al menos unas tres horas, y eso no era suficiente para alguien como yo que adoraba estar con la cara pegada a la almohada y con las sábanas ceñidas al cuerpo. 

La página seis del libro de química parecía estar escrita en chino. No entendía nada de lo que se suponía debía estar bien explicado. Era el primer día de escuela pero a White no parecía importarle mucho porque ya nos estaba dando ejercicios para resolver en clase. Decía que estar en quinto año era una etapa avanzada y que los temas a resolver debían estar hechos de una manera más compleja de lo normal. 

Qué estupidez me parecía eso.

Aunque pensándolo bien no lo era. Sólo me resultaba molesto porque no servía para la clase de química. Debería de haber escogido el bachillerato de economía en vez de ciencias naturales.

¿En qué será que estuve pensando?

Mordí el lápiz mientras observaba el cuaderno con las consignas. Todo estaba vacío, no había llegado a resolver nada de nada. Mi alrededor parecía estar bastante tranquilo, todos con la punta del lápiz sobre sus hojas. Me sentía en presión porque sabía que el profesor nos pediría que entregáramos el trabajo para evaluarlo al final de la clase. 

Esperaba que no me hiciera pasar vergüenza frente a todos al preguntarme por qué no había resuelto nada. Fue suficiente con que Luke les dijera a todos que andaba con dolor de panza. Está bien que era bastante extrovertida, pero pasaba vergüenza como todo el mundo. No me libraba de eso por ser una persona suelta. 

White de vez en cuando levantaba la mirada, a veces llegaba a verlo bien y en otras sólo de reojo. Yo me hacía la que sabía, la que entendía todo y la que resolvía los ejercicios. Pero en realidad no entendía nada.

Miré a mi hermano, quien tenía cara de preocupación mientas miraba su teléfono. Me incliné para ver de qué se trataba pero con rapidez bloqueó el celular y lo guardó en su bolsillo. 

—¿Qué te pasa?  —inquirí en un susurro y luego comprobé que la autoridad presente no me observara. 

—Nada, sólo no encuentro respuestas en internet sobre los ejercicios. No entiendo un pedo   —respondió. 

Al menos no era la única. 

Suspiré, viendo el reloj colgado en la pared. 

—Pss —oí, pero no presté atención y seguí con la mirada puesta en el papel—. Pss —otra vez.

Giré mi cabeza hacia un costado con todo el posible disimulo, y vi que un chico tenía su campo visual puesto en mí y que me sonreía.

Parecía simpático. Sus ojos eran de un tono verdoso oscuro y su pelo color castaño claro. Era muy lindo, y ni hablar de su sonrisa. Posó la mirada en el profesor y luego de nuevo en mí. Levantó un papel doblado para que lo viera y después le dijo algo a su compañero de banco. 

El otro chico me miró, tomó el papel y me lo tendió con cuidado. 

—Soy James —susurró cuando tomé el papel. Le sonreí y, cuando volteé a ver a mi hermano, éste me miraba expectante. 

—Ojo —se limitó a decir y yo rodé los ojos. 

¿Qué le pasa a este?

Abrí el papel y leí la nota:

"Hola. ¿Cómo estás? 

Te dejo las respuestas detrás porque te noto perdida con el tema. Tranquila, sé que pronto entenderás. El profesor White es bueno en lo que hace.

Y, por cierto, me llamo Mason."

Dí vuelta la nota y observé las siete respuestas de los siete ejercicios. Volví a girarme para ver a Mason y con una sonrisa plantada en el rostro formulé en silencio un sincero "gracias".




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