Atracción Destructiva

Capítulo nueve

Skyler:

Miré el suelo por otro minuto más hasta que oí la voz de Ryan llamándome. Levanté la mirada para encontrarme con la de mi hermano y pude observar su cara de preocupación. Tenía las cejas elevadas, claramente confundido, y sus ojos me preguntaban qué era lo que había pasado para que terminara sentada fuera de la oficina del director. 

Y en resumen... Chase White era lo que había pasado. 

El chico podría haber ido a sentarse en el banco de atrás, pero no. Él quería sentarse justo en donde yo había posado la cola. Y después armó un papelón. 

Claro estaba que con él jamás tendría una buena relación. Pero tampoco era algo que me importara. 

—¿Qué pasó? —preguntó una vez a mi lado. Me levanté del asiento y entrelacé mi brazo con el de él. 

—Nada, sólo un idiota —respondí, cruzando miradas con Chase, provocando que Ryan lo mirara. 

—¿Qué te hizo? —indagó, aún con la mirada en él. 

—Le pegó a un chico que fue muy amable en defenderme de él, y yo me metí en la pelea y lo golpeé —respondí, apenada. 

Bajé la mirada cuando sentí la de mi hermano sobre la mía. 

—¿Y él te pegó?

—No, claro que no le pegué. No haría eso —respondió Chase para mi sorpresa.

Lo miré.

—No hablo contigo, no te metas. 

El grosero rodó los ojos.

—No, no me hizo nada. 

—¿Segura?

—Sí. 

—Si no le crees le puedes preguntar al profesor presente y verás que no le he levantado la mano a tu hermana —volvió a colarse. 

—Cállate, Chase. 

—¿Lo conoces? —pregunté a Ryan, sorprendida de que supiera su nombre. 

—Algo así —respondió, pero yo no le pregunté nada más—. ¿Te puedo llevar a casa ya?

—Aún me queda una clase más. Y no, tienes que hablar con el director. Por algo te pidieron que vinieras.

Asintió. 

—Bueno... —contestó dudoso. 

La puerta de la dirección se abrió, y Jason y su madre salieron de la oficina. Crucé miradas con él y pude observar su ojo morado. Le lancé una mirada de preocupación y me regaló una sonrisa que provocó que me tranquilizara. No estaba muy mal, pero sí se había llevado un par de puñetazos.

Pero Chase tampoco se salvaba. 

No sé qué fue lo que me pasó. Yo no era de pelear, ya lo había dicho. Jamás lo había hecho. Siempre me enseñaron que a las manos las tenía que tener en los bolsillos y no en la cara de alguien. Pero después de ver cómo Chase golpeaba a Jason, algo en mí se arrebató de enfado y, cuando menos me dí cuenta, ya tenía mi puño en la cara de Chase. 

Tampoco sabía cómo, pero había tomado una vez más al chico del brazo con una fuerza que ni yo sabía que existía en mí. Le había golpeado justito en medio de su nariz, provocando que la recién nombrada comenzara a sangrar de inmediato.

Los ojos de todos, hasta inclusive los del profesor White me miraban con sorpresa, y por un momento Chase me miró tan feo que pensé que me iba a golpear. Pero eso nunca pasó. White nos acompañó hasta la oficina del director para que solucionáramos el tema con la máxima autoridad. 

Se lavó las manos enseguida. 

Parecía que le encantaba dar clases a ese hombre. 

Con Ryan hablamos con el director, le conté mi versión de la historia y nos dijo que de castigo, a partir de mañana, tendríamos que quedarnos después de clases por una hora a limpiar la cafetería, y que en caso de que la situación se volviera repetir, nos sancionarán y nos pondrán amonestaciones.

Me parecía injusto, yo no debería de tener que limpiar nada porque estaba defiendo a un chico de un agresor. ¿Qué clase de castigo era ese de tener que limpiar la cafetería? O sea, por algo tenían a los porteros. Que se ocupen ellos. 

Maldito primer día. 

En definitiva, extrañaba mi antiguo instituto. La gente ahí era más amable.

—¿Qué te gustaría hacer uno de estos días? —me preguntó Jason. Caminamos hasta la salida de la escuela y su ojo golpeado aún acaparaba las miradas de los alumnos, incomodando a mi acompañante.

—¿Por? ¿Me estás invitando a salir?

—Sí —respondió—, pero no como más que amigos. 

—¿Ya me consideras tu amiga?

—No te conozco, pero sé que eres una buena persona, así que ya eres bienvenida a mi pequeño círculo de amigos. Felicidades, Skyler. No mucha gente suele ganarse un lugar tan rápido como tú. 

Sonreí.

Al menos estaba haciendo amigos. 

—¿Cuántas personas lograron entrar en tu círculo amistoso?




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