Atracción fatal: un amor que desafía la muerte.

Un descanso.

Había pasado un mes desde que Ainara cayó en coma, y cada día había sido una prueba de paciencia y esperanza para Mauro y su familia.

Una tarde, el médico volvió a hablar con él; su semblante mostraba una mezcla de seriedad y cautela.

—La hinchazón en el cerebro de su esposa ha bajado un poco —informó el médico—. Es probable que despierte pronto, pero debo advertirles que puede haber complicaciones con su memoria. Dependiendo de la gravedad del traumatismo craneoencefálico, su memoria podría verse afectada de varias formas. Es posible que experimente amnesia retrógrada, lo que significa que podría no recordar eventos previos al accidente. También puede haber amnesia anterógrada, lo que dificultaría su capacidad para formar nuevos recuerdos después de despertar. En algunos casos, puede haber una combinación de ambos tipos de amnesia.

Mauro escuchó atentamente, tratando de procesar la información. Aunque la posibilidad de que Ainara despertara era un rayo de esperanza, la idea de que pudiera no recordar nada de su vida juntos era devastadora. Sin embargo, decidió concentrarse en lo positivo: la hinchazón había bajado y su amada tenía una oportunidad de volver a despertar.

El médico continuó explicando que Ainara necesitaría mucha rehabilitación y apoyo emocional para enfrentar los desafíos que vendrían con su recuperación. Mauro asintió, determinado, a estar a su lado en cada paso del camino.

La noticia de que Ainara podría despertar pronto trajo un renovado sentido de esperanza a la familia. María y Francisco, aunque aún profundamente preocupados, encontraron consuelo en el hecho de que Ainara estaba mejorando.

—Bendito sea el Dios del cielo —exclamó la mujer al escuchar a su hijo.

Por su parte, Rodrigo, aunque seguía manteniendo una expresión impasible, mostró su apoyo de manera sutil, permaneciendo cerca de su hijo, pero para Mauro eso solo era una pantalla.

Aun así no le prestó mucha atención, ahora estaba lleno de una nueva energía, continuó su vigilia al lado de Ainara. Le hablaba con más fervor, contándole sobre las buenas noticias y recordándole lo fuerte que era. Aunque la posibilidad de enfrentar una amnesia parcial o total era aterradora, Mauro estaba dispuesto a reconstruir cada momento y cada recuerdo con Ainara, si fuera necesario.

Con el paso de los días, María observaba con creciente preocupación la incansable vigilia de Mauro al lado de Ainara. Aunque entendía su determinación y amor incondicional, también sabía que él necesitaba descansar y recuperar fuerzas.

Así que un día sábado, María se acercó a Mauro con la intención de convencerlo de que saliera del hospital, aunque fuera por un breve período.

Mauro estaba sentado junto a la cama de Ainara, sosteniendo su mano y hablándole suavemente cuando ella entró en la habitación.

—Mauro, querido, necesitas descansar. Ainara está en buenas manos aquí. Yo me encargaré de cuidarla mientras tú te tomas un respiro —dijo María, con voz suave pero firme.

Mauro, sin soltar la mano de Ainara, negó con la cabeza. La idea de alejarse de ella, aunque fuera por un momento, le resultaba insoportable.

—No puedo, mamá. No puedo dejarla sola —respondió Mauro, con voz quebrada—. Ella me necesita aquí, además no tengo nada que hacer allá afuera.

María se sentó junto a su hijo, colocando una mano en su hombro.

—Mauro, estás agotado. Ainara necesita que estés fuerte para cuando despierte. Sé que es difícil, pero necesitas cuidar de ti mismo también. Yo estaré aquí, no la dejaré sola ni un momento —insistió María, con un tono de voz tranquilizador.

Mauro suspiró profundamente, luchando contra la necesidad de permanecer junto a Ainara y el reconocimiento de su propia fatiga. Finalmente, el amor y la preocupación de su madre lograron convencerlo. Sabía que debía confiar en ella para cuidar de Ainara, al menos por un corto tiempo.

—Está bien, mamá. Saldré por unas horas —cedió Mauro, su voz era un susurro de agotamiento.

María sonrió con alivio y abrazó a su hijo con ternura.

—Gracias, Mauro. Todo estará bien, te lo prometo. Ainara es fuerte, y nosotros también lo somos —dijo, transmitiéndole confianza.

Mauro se levantó con dificultad, sintiendo el peso de los días de noches, sin dormir y preocupación. Antes de salir de la habitación, se inclinó y besó la frente de Ainara, susurrando una promesa de regresar pronto.

María observó a su hijo marcharse, sabiendo que ese pequeño descanso era necesario para su bienestar. Mientras permanecía al lado de Ainara, María se aseguró de que la habitación estuviera tranquila y acogedora, hablándole con voz suave y transmitiéndole todo el amor y el apoyo que la familia sentía por ella.

Mauro llegó a su apartamento, aquel que compartía con su amada esposa. Al cruzar la puerta, la realidad de su ausencia se hizo aún más tangible. La soledad del lugar, que antes era un hogar lleno de vida y amor, le golpeó con una fuerza arrolladora.

Sin poder contenerse más, se permitió llorar una vez más. Las lágrimas caían libremente mientras se hundía en el sofá, admitiendo en ese llanto lo que no había expresado en todo este tiempo: la desesperación, el miedo, la culpa y la angustia. El peso de sus emociones lo abrumaba, pero el llanto le proporcionaba una catarsis necesaria.

Después de un tiempo, Mauro se levantó y se dirigió al baño. Una ducha caliente le proporcionó un poco de alivio, limpiando no solo el sudor y el cansancio, sino también parte del dolor emocional acumulado. El agua caliente sobre su piel era un bálsamo temporal para sus heridas internas.

Una vez limpio y con ropa cómoda, Mauro se permitió tomar una siesta en la cama que había compartido con Ainara. El cansancio acumulado de semanas y preocupación lo venció, y se sumió en un sueño profundo y sin sueños, durmiendo durante varias horas hasta el día siguiente.

A pesar de la profunda tristeza, aquel descanso le otorgó un poco de la fuerza necesaria para continuar su lucha por la recuperación de Ainara. Mauro sabía que el camino por delante sería arduo, pero su amor por Ainara lo impulsaba a no rendirse. Con renovada determinación, se preparó para regresar al hospital y continuar apoyando a la mujer que amaba con todo su ser.




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