Atracción fatal: un amor que desafía la muerte.

Indiferente.

Mauro estaba en su antigua habitación, en casa de su madre, caminando de un lado a otro, con la mente llena de pensamientos desesperados sobre el paradero de su esposa. La falta de progreso en las investigaciones lo angustiaba profundamente. María entró en la habitación con un vaso de jugo, notando cada vez más delgado a su hijo.

—Mauro, necesitas cuidarte más. Tienes que comer bien y dormir lo suficiente —dijo María, con voz preocupada.

Mauro se detuvo y miró a su madre con ojos cansados.

—Es imposible, mamá. No puedo descansar sabiendo que Ainara sigue desaparecida, esto es una maldita pesadilla —respondió, su voz era un susurro de desesperación.

María suspiró, entendiendo perfectamente la angustia de su hijo, pero aun así preocupada por su salud.

Mauro, incapaz de contener más sus pensamientos, decidió hablar sobre lo que realmente le preocupaba.

—¿Cómo es posible que aún no hayan dado con el paradero de Ainara? Tiene que haber alguien muy poderoso detrás de todo esto, alguien que esté obstaculizando las investigaciones —dijo Mauro, su voz llena de frustración.

María asintió, sabiendo que las palabras de su hijo podrían tener razón.

—Lo sé, Mauro. Pero no podemos rendirnos. Tenemos que seguir luchando y apoyándonos mutuamente. Vamos a encontrar a Ainara, no importa cuánto tiempo tome, pero ella estará de regreso con nosotros —dijo María, con voz firme y reconfortante.

Mauro asintió, tratando de encontrar consuelo en las palabras de su madre. Aunque la situación era desesperante, sabía que no estaba solo en esta lucha.

—Mamá, ¿ya han visto la noticia de que el hijo de la familia Falcón se ha casado?

María asintió, con una expresión seria.

—Sí, Mauro. Ya hemos visto la noticia. Sabemos lo que significa —respondió María, con voz tranquilizadora.

Mauro dejó escapar un suspiro, intentando calmar sus nervios.

—Es solo cuestión de tiempo. Tarde o temprano tendrán que mostrar a Ainara al mundo. Y cuando lo hagan, será nuestra oportunidad de desmentir a esa familia, por muy poderosa que sea —dijo María, con determinación.

—Pero alguien más debe de estar apoyándolos en esta locura, aparte de Estela —dijo Mauro mirando a su madre—. Gracias por el jugo, está sabroso.

—¿Te quedarás a almorzar? —pregunto María para desviar un poco la conversación a otro lado, quería que su hijo despejará un poco la mente, a pesar de lo imposible que sería eso.

—Sí, mejor me quedaré por unos días, mamá, con ustedes, espero que no sea algún problema.

—¡Niño tonto! Por supuesto que no, hijo, sabes que eres bienvenido. —María se acercó, le dio un abrazo y un beso en la frente con cariño.

Mientras tanto, el día avanzaba y la noche se hizo presente en la ciudad crepuscular. Santiago llegó a casa después de un largo día de trabajo. Al entrar, encontró a Ainara sentada en el sofá, leyendo un libro en silencio. La luz del atardecer se filtraba por las ventanas, creando un ambiente tranquilo pero cargado de tensión.

—Ainara, quería decirte que mañana tendremos una cena con mis padres —dijo Santiago, intentando sonar casual mientras se quitaba la chaqueta.

Ainara levantó la vista del libro y lo miró con frialdad. Su expresión no mostraba emoción alguna, solo una indiferencia distante. Asintió sin pronunciar una sola palabra, volviendo su atención al libro que tenía entre manos.

Santiago suspiró, sintiendo el peso de la distancia emocional que los separaba. Sabía que ganarse la confianza de Ainara sería un proceso largo y difícil, pero la frialdad con la que ella lo trataba era un recordatorio constante de lo frágil que era su relación.

—Espero que todo salga bien mañana. Mis padres están ansiosos por verte —añadió Santiago, tratando de mantener la conversación.

Ainara, sin levantar la vista, simplemente asintió de nuevo. Su mente estaba llena de preguntas y confusión, pero decidió mantener sus pensamientos para sí misma. La idea de una cena con los padres de Santiago no le resultaba atractiva, pero sabía que no tenía muchas opciones en su situación actual.

Santiago suspiró, se sentía frustrado, así que pensó en otro tema que quizás pudiera agregar más diálogos entre ellos.

—Mi amor, pronto tendrás que dar una declaración a los medios. Sabes que no somos cualquier familia, además de eso Falcón Energy Corporation, es una empresa muy famosa no solo en el país, sino internacionalmente.

Ainara levantó la vista de su libro, su expresión reflejaba incredulidad y desconfianza.

—¿Para qué? —preguntó Ainara, su tono frío y distante—. No tengo que dar ninguna declaración a los medios, y mucho menos si no tengo ningún recuerdo remoto de nuestro supuesto matrimonio.

El silencio se instaló en la sala mientras Santiago buscaba las palabras adecuadas. Ainara lo observó detenidamente, como si intentara descifrar su verdadera intención. Después de un momento, decidió hacer otra pregunta.

—Si realmente estamos casados, nuestro matrimonio debió haber sido cubierto por todos los periodistas. ¿Dónde están esas noticias? En Google no hay nada de eso, ni siquiera en mis redes sociales —inquirió Ainara, su voz cargada de escepticismo.

Santiago se quedó sin respuesta, sus ojos se movían nerviosamente de un lado a otro, buscando una excusa que no llegaba. La tensión en el aire era palpable, y Ainara pudo ver la incertidumbre en su mirada.

—¿No tienes nada que decir? —dijo Ainara, con una sonrisa irónica—. Eso me lo confirma todo.

Santiago, sin saber cómo reaccionar, decidió evitar el tema.

—Lo importante es que te sientas cómoda y segura. Ya encontraremos la manera de abordar esto —dijo, intentando cambiar el tema.

Ainara volvió su atención al libro, su desconfianza hacia Santiago se profundizaba con cada momento que pasaba. Sabía que algo no estaba bien y que debía mantenerse alerta. La lucha por recuperar sus recuerdos y entender su situación continuaba, pero algo estaba segura, había decidido a no dejarse manipular.




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