Atracción fatal: un amor que desafía la muerte.

Sueño o realidad.

Antes de salir de la casa, Santiago, intentando ganar tiempo, volvió a hablar mientras Ainara bajaba las escaleras.

—¿Por qué no te llevo en la tarde? Cariño. Es posible que Francisco no esté en casa, apenas son las 7 de la mañana —dijo, tratando de sonar razonable.

Ainara sonrió al ver que Santiago solo estaba buscando excusas. No lo dejaría salirse con la suya.

—Me iré en este momento, si es que no me quieres llevar, no habrá problemas porque recuerdo con perfección el camino y la hora no importa, estoy segura de que mi padre aún sigue en casa —respondió con firmeza.

Santiago se dio cuenta de que no le quedaban más opciones. Minutos después, ambos subieron al auto de Santiago, y el recorrido fue en completo silencio. Ainara miraba por la ventana, sus pensamientos eran un torbellino de emociones y expectativas, su corazón palpitaba de una manera tan acelerada que ella no sabía por qué.

Al llegar a la urbanización el Pedregal, donde vivía su padre, Ainara sintió una cálida ola de familiaridad. El lugar le devolvía recuerdos fragmentados, pero reconfortantes de su adolescencia. Su corazón se llenó de una extraña sensación de paz y esperanza. Por primera vez en mucho tiempo, sentía que estaba acercándose a algo que verdaderamente le pertenecía.

Santiago estacionó el vehículo frente a la casa de Francisco. Ainara observó la fachada con detenimiento, intentando recordar cada detalle. El lugar, aunque en su mente era una mezcla de imágenes borrosas, le parecía acogedor y seguro.

—Aquí estamos —dijo Santiago, con voz resignada.

Ainara miró a Santiago y le preguntó:

—¿Entrarás conmigo?

Santiago, sabiendo que Francisco probablemente lo mataría si lo veía por todo lo que ha pasado, inventó una excusa.

—No, Ainara. No soy del agrado de tu padre, y lo mejor es evitar un mal momento. Aunque me duele no ser parte de tu reencuentro con tu padre —dijo, intentando sonar convincente.

Ainara, con la barbilla en alto, lo miró fijamente.

—Deberías entrar. Al final, eres mi esposo. No le tengas miedo a mi padre; no come gente —dijo Ainara, con una sonrisa irónica—. Solo espera un poco, después de que hable con él, te avisaré para que pases y por lo menos saludes.

Sin esperar una respuesta de Santiago y menos que fuera caballeroso, Ainara bajó del auto y se quedó de pie, con su maleta aun lado observando la casa. La fachada colonial con un jardín lleno de flores coloridas le daba la bienvenida, y su corazón se sintió cálido de nuevo.

Mientras contemplaba el lugar tan familiar, Ainara tuvo un destello de recuerdos. Recordó algunas peleas que tuvo con Mauro cuando él se mudó después de la boda de sus padres. Era extraño recordar esos momentos, cuando debería estar recordando instantes con su padre. Esa mezcla de emociones y recuerdos fragmentados la confundía aún más, pero también le daba una extraña sensación de esperanza.

Santiago, desde el auto, observaba con una mezcla de frustración y resignación. Sabía que había perdido la batalla por retener a Ainara, pero aún temía lo que podría suceder cuando ella se reencontrara con su familia. Su plan se desmoronaba, y cada vez más se sentía impotente ante la determinación de Ainara.

La joven tomó aire y se dirigió hacia la puerta, decidida a enfrentar lo que viniera. Ainara se acercó a la puerta con una mezcla de nerviosismo y esperanza, mientras dentro de la casa, su familia terminaba de desayunar sin saber lo que estaba por suceder. María estaba a punto de fregar los platos cuando el timbre sonó, resonando por toda la casa.

—Yo abriré la puerta —dijo Francisco, sorprendido de quién podría ser a esa hora de la mañana—. Quizás es la vecina que necesita algo.

Mauro, indeciso sobre si ir o no al trabajo, se quedó en el primer escalón de las escaleras observando a su padrastro dirigirse hacia la puerta. Cuando Francisco abrió la puerta, el mundo pareció detenerse por un instante. Allí, de pie, con una sonrisa llena de amor, estaba Ainara, su amada hija que ha extrañado en los últimos meses.

Francisco, al verla de pie, escuchándola hablar, sintió que estaba en un sueño, que aún no se había despertado. La última vez que había visto a su hija había sido en una cama de hospital, frágil e inconsciente. Verla ahora, sana y sonriente, era como un milagro.

—¡Papá! —exclamó Ainara, con una mezcla de alegría y alivio, lanzándose a sus brazos y soltando la maleta que llevaba.

Francisco, completamente sorprendido, la abrazó con fuerza, sintiendo que su corazón explotaba de felicidad.

—Te he extrañado tanto, papá —dijo Ainara, con la voz quebrada por la emoción.

—¡Mi niña! —exclamó el hombre casi en un susurro, su voz temblaba de la emoción.

Francisco podía sentir el calor y el amor en el abrazo de su hija, como si fuera la primera vez que la veía después de una eternidad. Pero sentir ese abrazo le decía que no era un sueño, eso es real, su hija ha vuelto.

En la sala, Mauro se quedó paralizado al escuchar la voz de Ainara. Su corazón latía con fuerza, y una oleada de emociones lo invadió. Se acercó lentamente hacia la sala, sintiendo cada paso como si estuviera en un sueño. Cuando finalmente vio a Ainara y a su padrastro abrazados, sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras que su corazón galopaba a una velocidad abrumadora.

María, al escuchar el revuelo, se acercó a su hijo, quedando en shock al ver a Ainara en la puerta. Ninguno de ellos fue capaz de pronunciar palabra alguna. La emoción en el ambiente era palpable, como una corriente eléctrica que conectaba a todos en la sala. Sus corazones latían al unísono, llenos de amor, esperanza y una mezcla de alegría y confusión

Los olores familiares de la casa, el sonido del timbre que aún resonaba en sus oídos, y la calidez del abrazo de Francisco hacían que todo pareciera más real. Ainara, con lágrimas en los ojos, sintió que por fin había encontrado un refugio seguro, un lugar donde empezar a reconstruir su vida y sus recuerdos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.