Atracción fatal: un amor que desafía la muerte.

Fue ella.

Al día siguiente, Mauro estaba en la sala viendo las noticias de la mañana, mientras desayunaba. De repente, una noticia impactante capturó su atención. Una famosa empresa de bienes raíces estaba siendo investigada por diversos delitos ilícitos, incluyendo fraude financiero, evasión de impuestos y lavado de dinero. Los titulares anunciaban un escándalo que sacudía los cimientos de la economía local.

—En otras noticias, la empresa de bienes raíces Inmobiliaria Horizonte se encuentra bajo una intensa investigación por parte de las autoridades —anunció la presentadora del noticiero—. Se ha encontrado evidencia de fraude financiero, evasión de impuestos y lavado de dinero, y se cree que el ministro de Economía, Carlos Mendoza, podría estar vinculado a estos delitos.

La noticia continuó, revelando detalles sobre la búsqueda del dueño de la empresa, Rodrigo Lewusz, quien estaba siendo buscado para que se presentara ante las autoridades.

—Rodrigo Lewusz, dueño de Inmobiliaria Horizonte, está siendo buscado por las autoridades y se le ha emitido una orden de comparecencia —continuó la presentadora—. Además, su esposa, Estela Lewusz, también está siendo buscada, ya que ambos no acudieron cuando fueron llamados por las autoridades.

Mauro, viendo la noticia, sintió un alivio. Al fin, la investigación estaba dando sus frutos.

En ese momento, Ainara entró en el salón y notó la expresión de Mauro.

—¿Qué pasa, cariño? —preguntó Ainara, acercándose a él.

—Están hablando sobre la investigación de la inmobiliaria Horizonte en las noticias. Han emitido órdenes de comparecencia para Rodrigo y Estela —respondió Mauro, tomando la mano de Ainara.

Ainara asintió, también le alegraba esa noticia.

—Esto es solo el principio. La verdad está saliendo a la luz —dijo Ainara con determinación.

—Sí, al final de todo la justicia prevalecerá —respondió Mauro, apretando la mano de Ainara con firmeza.

Ella fijó su mirada en el televisor, pero justo en ese momento, la imagen de Estela apareció en la pantalla. Ainara soltó un grito desgarrador, ya que su mente le jugó una mala pasada. En lugar de ver el rostro de Estela, veía una serpiente.

El miedo y el horror la abrumaron, y antes de que Mauro pudiera reaccionar, Ainara se desmayó. Mauro se levantó con rapidez, olvidando sus propias heridas y levantándola en sus brazos con cuidado.

—¡Ainara, despierta! Mi reina, por favor, no me asustes —dijo Mauro con preocupación, sacudiéndola suavemente.

Sin perder tiempo, Mauro la llevó al médico más cercano para que la atendieran. En la clínica, el médico examinó a Ainara y la reanimó. Después de asegurarse de que estaba estable, el médico le explicó a Mauro lo que había sucedido.

—No te preocupes, Mauro. Solo fue un episodio de ansiedad severa, probablemente desencadenado por algún recuerdo traumático —dijo el médico con tono calmado—. Ainara necesita descansar y evitar el estrés en la medida de lo posible. Te recomiendo que continúe con sus terapias, eso la ayudará y con el apoyo de su familia es importante.

Mauro asintió, agradecido por la atención del médico.

—Gracias, doctor. Haré todo lo posible para asegurarme de que mi esposa se recupere —respondió Mauro, mirando a Ainara con amor y preocupación.

De regreso a casa, Mauro ayudó a Ainara a acostarse en la cama y se sentó a su lado, sosteniendo su mano con ternura.

—Estoy aquí contigo, pimentón —dijo Mauro con firmeza.

Ainara, aún débil, pero reconfortada por la presencia de Mauro, asintió y le devolvió una sonrisa débil.

—Gracias, Mauro. Sé que, con tu apoyo, podré superar estos miedos —respondió Ainara.

Ainara suspiró profundamente y se volvió hacia Mauro. Sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y rabia.

—Mauro, cada vez estoy más convencida de que fue mi madre quien me creó este miedo a las serpientes —confesó Ainara, su voz temblando ligeramente.

Mauro la miró con interés, dispuesto a escuchar.

—¿Por qué piensas eso, pimentón? —preguntó Mauro con suavidad.

Ainara se acomodó en la cama, recordando momentos de su infancia que habían quedado enterrados en su mente, pero ahora salían a la luz.

—Mauro, las pesadillas que he estado teniendo son sobre serpientes. En algunas de ellas, aparece una mujer con rostro de serpiente. No sabía quién podría ser, pero ahora entiendo que es Estela —dijo Ainara, su voz temblando ligeramente.

Ainara se quedó en silencio antes de seguir, lo que diría le dolía más.

—Recuerdo que, de pequeña, mi madre solía asustarme con historias de serpientes. Me decía que si no me portaba bien, las serpientes vendrían a buscarme. Incluso llegaba a poner juguetes de serpientes en mi cama para que me asustara. Era su forma de controlarme y mantenerme obediente —explicó la joven, sintiendo una mezcla de dolor y liberación al hablar de ello.

Mauro apretó su mano con ternura, sintiendo una oleada de compasión por el sufrimiento de Ainara.

—Lo siento mucho, Ainara. Es horrible que esa señora, se haga llamar tu madre, cuando te haya hecho pasar por eso —dijo Mauro mientras la abrazaba—. Es terrible, mi amor. Nadie debería vivir con ese tipo de miedo.

Ainara asintió, agradecida por su apoyo incondicional.

—Por eso es que estoy convencida de que mi madre tuvo mucho que ver en esto, no hay dudas, Mauro, de que ella me creó ese miedo, y ahora entiendo por qué esas pesadillas son tan vívidas y aterradoras, incluso ver su rostro —continuó Ainara, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y dolor.

Mauro sintió una oleada de indignación y protección hacia Ainara.

—Tu madre no es normal, Ainara. ¿Quién en su sano juicio lastimaría a su propio hijo de esa manera? —dijo Mauro con firmeza, tratando de comprender el dolor que Ainara había soportado.

Ainara asintió, sintiéndose reconfortada por las palabras de Mauro.

—Tienes razón, Mauro. Pero ahora que lo entiendo, estoy decidida a enfrentar estos miedos y superar los traumas que ella me causó —dijo Ainara con determinación.




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