Capítulo 1: Los Janssen
KATHLEEN.
Frunzo el ceño, observando mi cabello rebelde en el espejo. Me he levantado desde hace horas sólo para arreglar mi ropa. Quería estar lo más presentable posible para mi entrevista de trabajo. Necesitaba estar lo más elegante posible. ¡Maldita melena salvaje!
Decido dejar mi cabello suelto, si bien no es muy largo pero tampoco es corto. Suelto un suspiro frustrada, dándome por vencida.
Observo mi semblante a través del espejo, me veo bien. Al menos, luzco muchísimo mejor que de costumbre. Llevo puesto una falda negra con medias panty de color beige y una blusa dorada que he cogido prestada del armario de mi hermana, Katherine. Sonrío victoriosa, orgullosa por mi enorme esfuerzo.
— ¡Luces fantástica!—observo a Katherine a través del espejo. Sus grandes orbes cafés me detallan con un brillo en ellos— ¿Tu entrevista será hoy?
Asiento con mi cabeza, retocando mi lápiz labial de color durazno.
— Estoy muy nerviosa.
Katherine hace una mueca con sus labios y coloca sus manos sobre mis hombros, dando un ligero apretón.
— Estarás bien.
— Gracias, Kathe.
Cojo mi bolso, el cual yace sobre el sofá, es de color negro, no obstante, dudo que combine con el resto del vestuario. Observo la hora en el pequeño reloj encima del marco de la puerta.
¡Santa mierda, voy tarde!
Me apresuro en bajar por la pequeña, antigua y polvorosa escalera, cuya madera cruje debajo de mis pies.
Necesitaba este empleo, hace unas cuantas semanas salí de vacaciones de verano por parte de la preparatoria, así que ante la cantidad de tiempo libre combinada con la necesidad que mi familia—Mi abuela, Katherine y yo—comenzábamos a experimentar por causa monetaria, me encontré en la obligación de encontrar un empleo. Solo por estás vacaciones.
Mis padres nos habían abandonado, a mi hermana y a mí a los pocos años de edad, desde entonces mi abuela se ha encargado por completo de nuestra tutela. Katherine trabaja en un pequeño pero acogedor lugar de comida rápida, pues desde hace un tiempo, la abuela enfermó, así que tuvo que tomar un descanso y dejar su trabajo.
Camino hasta la estación de metro más cercana, la ubicación que me ha dado Jessica es sobre una familia que vive al otro lado de la ciudad. Compro mi ticket, el cual consiste en una pequeño papel azul desechable, me detengo en la diminuta sala de espera en el cual se abordan los cajones. Al entrar, sintiendo la velocidad correr en mis venas, en un abrir y cerrar de ojos me encuentro en mi lugar de parada. No me cuesta mucho ubicar la dirección que me han dado, sin embargo, me detengo cuando escucho el sonido de la corneta de un vehículo familiar.
— ¡Vas tarde!—grita Jessica, bajando la ventanilla del auto.
Esbozo una pequeña sonrisa mientras me abrazo a mi misma, debido al heledo viento. Me apresuro en subir al auto.
— ¿Qué haces por estos lados?—inquiero curiosa, jugando con la tira de mi bolso.
— Disfrutando de la vista—responde sarcástica, haciendo los ojos en blanco— Me aseguraba de que llegaras a tiempo a tu entrevista con los Janssen.
— ¡Ah, claro!
— Bueno...aquí es.
Mi corazón salta nervioso adentro de mi pecho en el momento en el que el auto se detiene. No hay nada que temer, repito mentalmente. Observo la enorme casa que tengo al frente, grande, elegante, se notaba que éramos de mundos distintos en su totalidad.
— ¡Mueve tu trasero de mi auto, engendro!—Jessica me grita, sacandome de mi hipnosis.
Me apresuro en bajar, abrigandome ante cada paso que doy. Me tiemblan las piernas, soy conciente de que me encuentro sudando frío. Giro mi cuerpo para asegurarme de que Jessica no se ha movido de su lugar, efectivamente así es.
Respiro con fuerza, armandome de valor, y ubico el pequeño timbre en un costado de la pared forrada de piedras. Es frío debajo de las yemas de mis dedos.
No me hacen esperar demasiado, los enormes portones frente a mí, comienzan a abrirse lentamente. Frente a mis ojos, puedo observar un enorme jardín, debe tener un excelente paisajista. Camino a través del pasaje mientras las gotas de agua, amenazan con comenzar a desplomarse. Apresuro cada movimiento que doy, teniendo cuidado de no cometer ninguna torpeza típica de mí.
Centro toda mi atención en una mujer la cual me espera en la puerta, viste un hermoso y elegante vestido coral, su cabello llega hasta por encima de sus hombros con un perfecto corte, sus ojos azules resaltan debido a su delineado de gato, es una mujer que a simple viste luce imponente.
— ¿Usted debe ser Kathleen Taylor?—sus ojos me observan con atención.
— Así es—extiendo mi mano esperando a que la estreche pero esa acción jamás llega.
La mujer se gira, caminando hasta el interior de la casa.
— Yo soy Sara Janssen, señora Janssen para ti—habla con sequedad mientras camina sin mirarme.
La madera es tan brillante que puedo ver mi reflejo paliducho en él. Las entrañas se mueven en mi estómago sin piedad. Nos detenemos frente a unas puertas de madera. Ella abre las puertas, adentrándose en la habitación que una vez adentro, me doy cuenta de que se trata de un estudio.
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Editado: 17.11.2021