Atracción Irresistible ©

Capítulo Seis

 

Capítulo 6: El Acuerdo

 

 

KATHLEEN.

 

La infancia es un período por el cual todo ser humano atraviesa en algún instante de la vida. Pero sin duda alguna, Mickey Janssen era el niño más desastroso y revoltoso del mundo mundial.

La señora Janssen volvía esta tarde de su reunión, estaba ansiosa, nerviosa y desesperada porque así fuera, pues no creía soportar un día más cuidando al mini monstruo de su hijo.

Después del sábado en la noche no había vuelto a ver a Mikhail. No sabía si debía sentirme mal o bien al respecto, quizás era lo mejor. Aunque trabajaba en su casa, cuidando a su hermano, también tenía entendido que más era el tiempo en el que los Janssen permanecían fuera de casa que adentro de ella. Lo cual me resultaba impresionante porque muchos morirían por una casa como la de ellos.

Mickey jugaba sobre el pasto húmedo, había llovido, el tenía un pequeño avión entre sus manos mientras lo deslizaba por el aire. Habíamos decidido salir a dar una vuelta, aunque para ser honestos, el me había obligado.

Sus habilidades para convencer a las personas eran impresionantes.

¡Maldito escuincle astuto!

Me siento sobre un banco húmedo, se siente frío debajo de mi, mientras observo a Mickey jugar apartado de un grupo de niños un poco mayores que el. Entonces me pregunto si no es bueno socializando. Mickey fija su mirada azulada en los pequeños que juegan fútbol a cierta distancia de él. Me da la impresión de que los niños lo conocen debido a la manera en la que uno se acerca a Mickey y le dice unas cuantas palabras que no soy capaz de escuchar. Mickey grita algo y sale corriendo hasta llegar a mi.

— Vámonos, Kathleen—masculla, pasando por mi lado sin detenerse. Enseguida me levanto cogiendo la sombrilla azul entre mis manos para seguirle.

¿Qué diablos?

Me apresuro en alcanzarle el paso, pero el ya lleva cierta distancia más adelante. La casa de los Janssen queda cerca, así que antes de darme cuenta, nos aproximamos a llegar. Mickey entra dando un portazo detrás de el, cerrando la puerta en mi cara. 
Ya se le está haciendo costumbre hacer eso.

Ignoro la voz gruñona en mi cabeza y entro a la casa. Lo único que veo es el reflejo de Mickey subiendo las escaleras con pasos rápidos y fuertes. Me detengo en el medio de la sala, frustrada por su comportamiento.

¿Qué le habrá hecho reaccionar de esa manera?

Suspiro mentalmente. Jamás entenderé a los niños ricos, es un hecho.

— ¿Qué sucede, troll?—escucho una voz familiar que se aproxima a través de las escaleras.

Oh...carajo.

Entonces sus ojos azules se encuentran con los míos provocando que una extraña electricidad se propague en todo mi cuerpo. Me quedo sin respiración. Mikhail viste una camiseta negra hasta los codos junto con unos jeans a juego y unas converse grises.

— Estás mordiéndote el labio—dice con ese tono de superioridad tan característico de él.

¡Carajo!...inconscientemente he estado mordiendome el labio. Mis mejillas se calientan e intento desviar mi mirada para que no lo note pero por la sonrisa de autosuficiencia que se forma en sus labios me doy cuenta de que es tarde para ocultarlo.

Torpe, Kathleen, me regaño a mi misma.

— Pensé que la servidumbre no podía estar en la sala, ni el comedor, ni en muchos otros lugares, Kathleen—murmura en tono relajado acercándose a mí con lentitud. Me tiemblan las piernas mientras mi cerebro busca una salida para escaparme de este embrollo.

— Acompañaba a Mickey al parque.

El levanta sus cejas, poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba— ¿Qué tiene que ver eso?

— ¿Sabes qué?...yo ya me iba, con permiso—intento pasar por su lado pero su mano atrapa mi muñeca en el aire, deteniéndome.

Lo enfrento, observando sus glaciales azules que ahora tienen un tono más oscuro e incluso, más intenso. Mi corazón late desesperado adentro de mi pecho y lucho conmigo misma por mantener la postura.

— Te dije que habrían consecuencias, Kathleen—habla de pronto, erizando los vellos de mi piel. Le miro ceñuda sin saber que contestar— Juro que me muero por castigarte.

Un espasmo recorre mi cuerpo al sentir el aliento cálido de su respiración sobre mi rostro. ¿Qué diablos está pasandome?. Sus palabras me han dejado abrumada e incluso electrificada. 
¿Castigarme?

¿A lo Christian Grey?

Respiro con dificultad mientras mi pecho sube y baja dando golpes a un ritmo enérgico. Abro mi boca para contestar pero las palabras mueren en mi boca en el momento en que el sonido del timbre de la casa resuena en el lugar. El me suelta con brusquedad y camina con un aura relajada a su alrededor mientras lo observo embobada.

Reacciona, Kath.

Llenando mis pulmones de aire, muevo mis pies hasta la cocina. Dejo caer mí cabeza sobre el mesón, recuperando el aire que el imbécil de Mikhail me ha robado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.