Capítulo 7: La Inaguración
KATHLEEN.
Mi vida siempre había sido la misma rutina monótona de todos los días: de la casa a la escuela y viceversa. Algunos días solía ir a la cafetería a tomar un café junto a Eduardo y a Jess, pero la relación que estos venían llevando en los últimos días me tenía hasta el borde. No creía poder seguir siendo mediadora en sus discusiones sin sentidos o sus ridículos arranques emocionales. Me consideraba buena amiga pero todo en la vida tiene un límite, el cual decidieron cruzar cuando comenzaron a involucrarme en sus discusiones.
Mi hermana y yo siempre hemos vivido en la misma casa con la abuela, no tenía recuerdos firmes de vivir en otros lugares o con personas distintas, ni siquiera tenía recuerdos sólidos de cómo habían sido mis padres antes de abandonarnos. Dejo salir un suspiro ahogado mientras espero en la pequeña mesa por mi hermana, he venido a buscarla al trabajo ya que doña Janssen me había dado la tarde libre ya que la reunión a la cual estaba obligada a asistir se realizaría esta noche.
Observo a mi hermana detrás de la caja registradora mientras se concentra en contar un fajo de billetes. Ronnie, su jefe, se sienta a mi lado con una taza de café en sus manos.
- ¿Cómo estás, Kathleen?-pregunta, dando cortos sorbos a su café.
- Bastante bien, Ronnie.
Ronnie sonríe, dejando su taza a un lado y luego clava su vista en Katherine. Sus ojos brillan mientras repasan su rostro lo cual hace que una sonrisa se dibuje en mis labios.
Para nadie era un secreto que Ronnie siempre había demostrado cierto interés en Katherine, pero mi amargada hermana solía rechazar todos sus intentos de galán de cuarta.
- Deberías invitarla a salir-murmuro, sonriendo abiertamente.
- ¿Yo?- asiento con mi cabeza de manera obvia- Lo he intentado un millón de veces, pequeña Kath, dudo mucho que algún día tu hostinada hermana acepte salir con un humilde ser como yo.
Oh, Dios.
Había olvidado lo teatral que podría resultar Ronnie en algunos casos. Siempre he pensado que fue un grandioso actor de broadway en su vida pasada.
Katherine se acerca a nosotros dando fuertes pisadas con sus altos y a mi vista, incómodos zapatos de tacón alto. Su mirada viaja de la mía a la de Ronnie. Ella le mira ceñuda y luego niega con su cabeza.
- No.-murmura, Katherine.
Ahogo una risa que quiere brotar de mi garganta. Siempre tan arisca con sus palabras.
- Sea lo que sea que estes por proponerme, es un no, me anticipo a los hechos-explica, mi amargada hermana. La tristeza que invade el rostro de Ronnie me incómoda pero decido alejarme de la mesa junto con mi hermana.
- ¡Adios, Ronnie!-me despido haciendo señas con mi mano. El simplemente me dedica una sonrisa de boca cerrada y asiente con su cabeza.
Cuando estamos afuera del local, Katherine se detiene para verme.
- ¿Fui muy cruel?-su pregunta me cae por sorpresa, no pensé que a Katherine le importaba si sus acciones resultaban hirientes para Ronnie.
- Claro que no.
Ella sonríe, retomando la caminata hasta el edificio el cual queda a poca distancia del negocio en el cual trabaja mi hermana. El cielo está gris, señal de que prontamente la lluvia vendrá hasta nosotros. Nos apresuramos en llegar al edificio antes de que la lluvia nos alcance en el camino.
- ¿Qué más ha dicho el doctor sobre la abuela?-pregunto, presionando el botón para llamar al ascensor.
La incomodidad de Katherine es abrumadora. El ascensor abre sus puertas metálicas frente a nosotras para permitirnos entrar.
- Tenemos que tener paciencia, Kath-me sermonea, esbozando una sonrisa nostálgica- Ella se recuperará pronto.
Aprieto mis labios, asintiendo. Este tema me ponía muy sensible, la abuela siempre había sido mi punto débil, ella había estado conmigo toda mi vida, lo cual era razonable que me afectara. Al entrar a casa me encuentro con el oscuro silencio de un apartamento sin vida. Camino con desgano hasta mi habitación y me dejo caer sobre el suave colchón. Entonces unos ojos azules atacan a mi cerebro.
¿Por qué me sentía tan aturdida con respecto a Mikhail?
¿Por qué me intrigaba tanto ese chico?
Dejo salir un suspiro, recordando su cálido aliento sobre mi cuello. Mikhail era un cretino, un egocéntrico, un presumido, entonces... ¿Por qué me atraía tanto?
Mi mente repara en la inaguración de esta noche. Desvío mi mirada hasta el armario, un vestido gris cuelga de éste. Lo he alquilado en una tienda de ropa usada, pero aún así está en muy buen estado, quizás hasta acepte quedármelo. Doy vueltas por mi habitación, sintiendo un nudo de nervios en la boca del estómago. Me aterraba la idea de ver a Mikhail esta noche, había decidido ignorar su presencia, el problema radicaba en que no podía, había algo en él que atraía a todas las fibras de mi cuerpo como si se trátase de un imán.
Me aprieto las sienes sin dejar de observar el maldito vestido frente a mí.
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Editado: 17.11.2021