Atracción Irresistible ©

Capítulo Veinticuatro

Capítulo 24: Confesiones

 

 

KATHLEEN

 

Santa virgencita de Guadalupe.

Admito que en el momento en el que se me ocurrió todo ese desastroso plan en el que finalmente, expondría la verdadera identidad de pie grande, no imaginé que la situación tomaría el desenfrenado cauce que tomó. Se supone que debía sentirme bien. Estaba intentando enmendar la situación que la mismísima francesa había creado.

Mal. Mal. Mal. ¿Cómo iba todo?

Pues, mal.

¿Acaso no me conocen?

Mi segundo nombre es “La reina de la peor de las suertes”

Incluso Alex, el protagonista de un día terrible, horrible, malo, muy malo, tenía menos problemas en su vida que una aburrida niñera que lo que menos sabía hacer era cuidar niños. No recuerdo ni porqué me postule para el puesto en un primer momento.

Ah, ya recordé.

Porque soy una reverenda estúpida. ¿Alguien quiere tomar mi lugar como niñera en la casa de los Janssen? El cargo está a disposición. Oh, por favor. Empiezo a creer que más era el tiempo siendo niñera de los condenados hermanos del escuincle que de él mismo.

Kahtleen Taylor, la niñera de playboys.

Podía imaginar a la pequeña Kath dentro de mi cabeza. Ella salta nerviosa hasta esconderse debajo de la cama como toda una cobarde después de empujarme al borde de un acantilado, y lanzarme sin siquiera considerarlo.

—¿Ben qué demonios estás haciendo aquí? —se enfrenta Nox a su prometido, o lo que sea que son ahora. Ben le mira con ojos chispeantes, llenos de...¿rabia? No lo sé, sólo la mira con dolor, mientras ella parece una magnífica cobra alzándose entre la arena—. Se supone que...

Permanezco en silencio, no soy capaz de pronunciar ni una sola palabra. Oh, Dios. Me siento la peor persona del malvado universo. Pensé que estaba haciendo lo correcto en traer a Ben a casa, pero, supongo que fue una equivocación que pronto repercutirá en mi vida.

El amigo de Ben, da un paso adelante, enfrentando a Nox con valentía. Mi mirada viaja entre todos los presentes de la situación, y mi corazón se hunde al darme cuenta de que la víctima de todo ese cataclismo, es el maldito dueño de los ojos azules. El no comprende ni narices de lo qué sucede pero sus ojos denotan decepción.

¿Por qué demonios le afecta tanto la vida de Nox?

¿De qué no me he enterado aún?

—¡Abandonaste a Benjamín el día de su boda, Nox Proulx! —rabia el chico, cuya altura es inferior a la de la modelo que se encuentra en el medio de la sala—. ¡El puto día de su boda!

Mikhail eleva ambas cejas, acercándose a ambos mientras Nox no deja de suspirar y lanzarme veneno a través de sus ojos color humo.

—¿Boda? ¿ibas a casarte? —el ojizarco no se lo esperaba. No tenía idea de la clase de persona por la que se hacía pasar Nox.

—No es lo que piensas, Mik —ella luce nerviosa, por primera vez desde que la conocí puedo detallar sus sentimientos. Le duele.

Pie grande está herida.

Y yo había causado su dolor.

¿La victoria se sentía como la mismísima mierda? Porque si es así, cedía mi papel de justiciera.

Ella intenta acercarse a él, sólo que el se apresura en alejarse alzando sus brazos en una clara advertencia. Por supuesto que, Nox es una chica persistente. La voracidad que transmite su mirada es implacable. Se asemejan a miles de dagas clavandose en la frente de cada uno de los presentes.

Específicamente, en mi frente.

—Puedo explicarlo, Mikhail. Solo escúchame... —le ruega, a punto de estallar en lágrimas.

Dramática.

Deja de fingir, Nox. Todos saben la verdad. No puedes seguir fingiendo.

Pero me muerdo los labios frente a los absurdos pensamientos que surcan mi mente. La conversación había iniciado hace cinco minutos pero estaba comenzando a sentirme mareada.

—No es a mi a quién le debes explicaciones, Nox —emite gélido el dueño de los ojos azules. Puedo notar la acidez en el tono de su voz, como si le asqueara estar junto a ella. El le dirige una mirada que es capaz de penetrar cada fibra de mi cuerpo. Me recuerda al mismo chico distante e indiferente que conocí cuando apenas entré en la casa de los Janssen—. Lo siento mucho, hermano. Creo que ella está acostumbrada a huir de los compromisos —farfulla, palmeando la espalda de Ben en manera de disculpa antes de desaparecer por las escaleras.

Mikhail ya no forma parte de la escena, y su dura partida, causa estragos en mi cuerpo. Le dirijo una  mirada a Nox. Ella tiene un par de lágrimas alrededor de sus párpados, y observa a Ben con un infinito dolor arremetiendo contra sus huesos. No puedo confirmar si se trata de una fría actuación, o si en verdad, por primera vez, está demostrando lo que siente.

—Te amé. Te amé por cómo eras y no por quién eras, no me importó los errores que habías cometido antes de conocerme, sólo me importó lo que me hacías sentir, porque pensé que tú te sentías de la misma manera. Nunca te pedí que cambiaras por mí, y jamás te pediría que dejes de ser quién eres sólo para sentirme bien conmigo mismo, pensé que me amabas, pensé que lo sentías tu también...




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