Capítulo 42: Papá Mikhail
Mikhail.
—Si, Mikhail y yo seremos padres.
Mi cuerpo se tensa al escuchar esas palabras salir de la boca de Lana, por muchas razones. No tengo cabeza para responder a sus argumentos, pues me encuentro absorto a la situación que transcurre sin previo aviso a mi alrededor. Mi mirada recae en Kathleen. Ella aprieta la bolsa entre sus delgados dedos con fuerza, y no deja de perforar a Lana con ojos venenosos.
Se me hincha el pecho al verla soltar las bolsas sobre el mesón, y tomar su camino afuera de la cocina. ¿Qué cojones se había fumado Lana antes de venir a mi casa?
Una prueba más de lo perjudicial que puede llegar a ser la droga para la salud mental de las personas.
Se supone que iba a ayudarla en su desmadre. El desmadre que ella misma cometió por voluntad propia, pues, conociendo a mi amiga sé muy bien que nadie la obligó a tener relaciones sexuales sin su consentimiento.
Lana entrelaza sus dedos por detrás de mí brazo, y me sonríe nerviosa. Hago una mueca e intento separarme de ella.
—¿Ustedes han tenido sex...? —la pregunta de mi madre me saca de mis casillas. ¿Es en serio? Sara considera sus palabras antes de girarse a mi con la mayor de las interrogantes—. No esperaba ser abuela aún, Mikhail —tuerce los labios, y recarga su peso del mesón, mirándome con seriedad.
—Oh, vamos, Sara. ¿No son adorables? Hacen una increíble pareja, además, será el sueño que siempre tuvimos; nuestros hijos juntos —alega Merci, la madre de Lana con una resplandeciente sonrisa en los labios—. Lo intuía.
Sara arquea las cejas como si ella no estuviese de acuerdo.
—Sinceramente, pensé que mi hijo tenía sus lindos ojitos puestos en otra chica —comenta Sara, mirando detenidamente el brillante mármol del mesón. Luego, se gira a verme—. Supongo que entendió que mezclarse con algunas personas es un error.
Suelto un suspiro, y parpadeo un par de veces para asegurarme de lo que está sucediendo.
—¿Podemos hablar, Lana? —le pido con seriedad. Ella mira a su madre de reojo, y no responde.
¿Qué demonios sucede con ella?
—Lana debe estar cansada, Mikhail. Deberías dejarla descansar, caminamos mucho el día de hoy —me sugiere su madre.
Frunzo la nariz, y le dirijo toda mi atención a mi amiga. Ella suelta un bostezo, y lleva una de sus manos a su estómago.
—Mi madre tiene razón. Sólo quiero descansar.
Lana nota mi descontento al respecto, así que me mira con suplica. No puedo creer que ella esté haciendo esto. Ni siquiera sé quién fue el imbécil que la dejó con un feto en la panza. Genial.
Daddy, Mikhail.
—¿Mer, por qué no llevas a tu hija a una de las habitaciones en la planta de arriba? —opina Sara, sacando una botella de vino de un estante—. Si necesitas algo puedes pedirle a Jordana que te eche una mano.
Merci le sonríe devuelta, y toma a Lana por los hombros para instalarla en una de las habitaciones de la casa. Mi cabeza amenaza con explotar, y por alguna razón, quiero golpear a una chica. No lo haré, debería, pero no lo haré.
—¿Mikhail Vladimir Janssen? —mi madre me mira con severidad. Más allá de eso, con reproche y desaprobación—. ¿Cómo pudiste haber sido tan irresponsable en dejar a una Gilbert embarazada? ¡Esa mujer es una arpía! ¡Te lo he dicho! ¡Te regalé una maldita caja de condones en Navidad!
—Navidad fue hace ocho meses, mamá —le recuerdo. Ella alza las cejas indignada, y sirve un poco del líquido rosado en una copa de vidrio.
—¿Cuantas puedes necesitar al año, Mikhail?
Tuerzo los labios, y me paso una mano por el cabello, dubitativo.
—Depende de...
—Esto es inadmisible, Mikhail. De tus hermanos pensé que tú eras el más sensato —murmura pretendiendo que le duele. Ruedo los ojos, antes de tomar la botella que está sobre el mesón y darle un trago.
—Te equivocas de hermano, el sensato es Micah.
Sara relame sus labios, y asiente con la cabeza como si estuviese haciendo una nota mental. Después suelta un prolongado bufido que me pone nervioso.
Se supone que a ella nuestra vida no le incumbe, y podemos vivirla como queramos. Nunca ha puesto paredes para detenernos, o intentarlo, al menos. No sé qué hacer. Sería muy fácil desmentir a Lana frente a todos para evitar este capítulo, pero no quiero pensar qué reacciones podría conllevar el actuar por instinto.
Todo iba jodidamente genial. Kathleen era mi novia, y ni siquiera habíamos tenido nuestra primera cita juntos. No una que fuese memorable recordar por lo menos, y ya estábamos hasta el tope de los problemas.
Keeping up with Janssen's, todos los miércoles únicamente en E!
—Resuelve esto, Mikhail. No sé cómo lo harás, pero resuelve todo este circo que has armado —sentencia mi madre antes de desaparecer por la puerta de la cocina.
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Editado: 17.11.2021