El sol de la mañana iluminaba el patio del Colegio Inmaculada Concepción, donde Ainara y sus amigas estaban sentadas en una de las mesas, disfrutando de su descanso entre clases. El ambiente estaba lleno de risas y conversaciones animadas. Ainara hojeaba un libro, tratando de concentrarse, pero sus pensamientos seguían volviendo al chico que no podía soportar.
«Deja de pensar en ese idiota» Pensaba ella.
«Solo quiere fastidiarte, porque nunca le has caído bien, ya que él es un ogro con ego de principito»
—Ainara, ¿qué te pasa? Estás muy callada hoy, algo demasiado raro en ti —dijo Mirtha mirándola con extrañeza.
—Nada, solo estoy un poco cansada —Ainara suspiro.
—¿Es por Mauro? He notado que siempre estás tensa cuando él está cerca —mencionó Bianca con curiosidad, era una chica nueva en la sección, por lo que no entendía bien esa relación y desde el primer día se llevó bien con Ainara y sus amigas.
Ainara sintió un nudo en el estómago al escuchar el nombre de Mauro. Trató de mantener la calma, pero no pudo evitar que su incomodidad se reflejara en su rostro.
—No es nada. Solo… no lo soporto, así que no mencionen ese nombre por favor. Suficiente con tener que verlo prácticamente todos los días —respondió Ainara con voz tensa.
—Pero, ¿por qué? ¡Es tan guapo! —exclamó Camila riendo.
Al escuchar esas palabras, Ainara sintió que se le revolvía el estómago. La imagen de Mauro, con su actitud arrogante y su constante sarcasmo, llenó su mente.
—No es solo eso. Es su actitud. Siempre está buscando cómo molestarme. No entiendo cómo pueden pensar que es guapo —dijo Ainara con molestia, pero firme en lo que decía.
Las amigas intercambiaron miradas, sorprendidas por la intensidad en la voz de Ainara. El sonido de las risas y las conversaciones a su alrededor parecía desvanecerse mientras Ainara trataba de controlar sus emociones.
—Tal vez solo necesita tiempo para adaptarse. A veces, la gente actúa de manera extraña cuando está pasando por cosas difíciles —agregó Mirtha pensativa—. Recuerda que mudarse de lugar para muchos les toma años adaptarse.
—Tal vez, pero eso no justifica cómo me trata. No puedo soportar estar cerca de él —Ainara suspiro.
El olor a césped recién cortado y el sonido de los pájaros cantando en los árboles cercanos contrastaban con la tensión en el grupo. Ainara cerró su libro, sintiendo que necesitaba alejarse por un momento.
—Voy a dar una vuelta antes de entrar a la siguiente clase. Necesito despejarme, ustedes son mis amigas, pero ya me dañaron mi lectura favorita —dijo Ainara levantándose.
Sus amigas la miraron con preocupación mientras se alejaba, sabiendo que algo más profundo estaba afectando a Ainara. Mientras caminaba por el patio, Ainara trató de calmarse, pero la sensación de incomodidad y frustración seguía presente.
Se sentó apartada de la mayoría de los alumnos, mientras que su mente viajó años atrás.
✯¸.•´*¨`*•✿ Flashback ✿•*`¨*`•.¸✯
En el Colegio Andrés Bello, todos los estudiantes celebraban la fiesta de fin de año escolar. La maestra de quinto grado les había dado el permiso a su sección para que salieran al patio y jugarán un rato.
—Tengan cuidado —advirtió la maestra—. Sobre todo si van a correr y no se pierdan de mi vista.
—Si maestra.
—Yo no estaré corriendo como chivo maestra, mi vestido es muy hermoso, para que se dañe, además falta la foto grupal —dijo Ainara cruzándose de brazos.
—No está de más que se diviertan un poco, recuerden que están a un paso de graduarse de primaria, solo tengan cuidado.
Ainara tenía diez años, con su vestido verde favorito, charlaba animadamente con sus amigas cerca de la mesa de bebidas.
Mauro, caminaba con un vaso de jugo, se acercaba distraído, mirando a sus amigos que jugaban cerca. De repente, tropezó con una piedra y, antes de poder reaccionar, el jugo voló por el aire y cayó directamente sobre el vestido de Ainara.
Ainara sintió el líquido frío empapando su vestido y, al mirar hacia abajo, vio la gran mancha roja que se extendía por la tela. Sus amigas se quedaron en silencio, sorprendidas, mientras Ainara sentía cómo sus mejillas se encendían de vergüenza.
—¡Mauro! —gritó Ainara, con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Mira lo que has hecho!
Mauro, aun en el suelo, se levantó rápidamente. Al ver la expresión de Ainara, su nerviosismo se transformó en una risa nerviosa.
—Ainara —dijo Mauro, pero su risa nerviosa continuaba.
Para ella, la risa de Mauro sonaba como una burla. Se sintió aún más humillada y, sin pensarlo dos veces, le dio la espalda y corrió hacia el baño, sus ojos se llenaron de lágrimas, dejando a Mauro y a sus amigas atrás.
Mauro se quedó allí, sintiéndose mal por lo ocurrido, pero sin saber cómo arreglar la situación. Sus amigos se acercaron, tratando de consolarlo, pero él no podía dejar de pensar en la expresión de Ainara y en cómo había arruinado su día.
—No fue tu culpa —dijo Alan.
—Ella es muy chillona —dijo Daniel rodando los ojos—. Todos la conocemos, incluso si le cayera una mínima partícula de polvo, llora.
Ainara, que se había detenido antes de llegar al baño, lloro en silencio mientras escuchaba como se burlaban de ella.
✯¸.•´*¨`*•✿ Fin del flashback ✿•*`¨*`•.¸✯
Ainara suspiró mientras paseaba sus manos por la portada de su libro, ahora tenía trece años y no iba a permitir que Mauro le hiciera los días, un infierno.
«Es un idiota» pensó ella.
Y así fue como desde ese día, Ainara y Mauro comenzaron a evitarse y a tener pequeños enfrentamientos en la escuela. Mauro se sentía culpable, pero era demasiado orgulloso para disculparse, por lo que adoptó una actitud defensiva y sarcástica cada vez que estaba cerca de Ainara.
Pero es que para ambos nada fue tan fácil parte de su infancia, porque cuando los dos tenían nueve años sus padres respectivamente se divorciaron, tuvieron que afrontar cambios que les estaba costando aceptar.
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Editado: 22.10.2024