Atracción irresistible. Un amor difícil de evitar.

Protegerte.

┆ Meses después.

El sol de la tarde se filtraba por las ventanas del aula, proyectando sombras alargadas sobre los pupitres. Ainara estaba sentada junto a Camila, su mejor amiga, mientras revisaban sus apuntes de historia

—Ainara, tengo que contarte algo. Ayer escuché a Santiago hablando con sus amigos en el pasillo —dijo Camila susurrando.

—¿Qué pasó? ¿Algo malo? —preguntó Ainara levantando la vista

—Sí, estaban hablando de cómo se divierten engañando a las chicas. Santiago dijo que tú eras su próximo objetivo.

Ainara sintió un nudo en el estómago. Santiago siempre había sido amable y atento, pero ahora todo parecía una farsa.

—¿Estás segura? No puedo creerlo… Pensé que era diferente —respondió Ainara con voz temblorosa.

—Lo sé, amiga, él nos dio una imagen diferente. Pero tienes que tener cuidado. No dejes que te engañe, estoy muy segura de lo que escuche.

Mientras tanto, Mauro observaba a Ainara desde el otro lado del aula. Cada vez que la veía cerca de Santiago, sentía una punzada de celos. No podía entender por qué le importaba tanto, pero no podía evitarlo. Decidió que la mejor manera de manejar sus sentimientos era volver a las bromas que solía hacerle meses atrás.

Más tarde, en el pasillo, Mauro se acercó a Ainara con una sonrisa traviesa.

—Oye, Ainara, ¿te has perdido?

Pero ella solo se limitó a mirarlo e ignorarlo. Sin embargo, Mauro agregó:

—Ainara, no me digas, ¿te has inscrito en el curso avanzado de ‘Cómo evitar a los falsos amigos’? Creo que Santiago es el profesor.

Ainara lo miró con una mezcla de irritación y sorpresa.

—Muy gracioso, Mauro. ¿No tienes nada mejor que hacer?

—Tal vez, pero verte enfadada es mucho más divertido.

Ainara rodó los ojos, pero no pudo evitar sonreír un poco. A pesar de todo, había algo en Mauro que la hacía sentir segura, incluso cuando la molestaba.

Con el paso de los días, Ainara comenzó a distanciarse de Santiago, dándose cuenta de que Camila tenía razón. Mientras tanto, Mauro seguía con sus bromas, pero esto hizo que Ainara empezara a notar que detrás de su sarcasmo había algo más. Tal vez, solo tal vez, Mauro no era tan malo como parecía.

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Era un día normal en el colegio, y Ainara estaba en su casillero guardando algunos libros. De repente, sintió una presencia incómoda detrás de ella. Al girarse, vio a Santiago, quien a estas alturas ya era conocido por su actitud arrogante y sus intentos constantes de impresionar a las chicas.

—Hola, Ainara. ¿Qué tal si salimos después de clases? —dijo Santiago, acercándose demasiado.

Ainara dio un paso atrás, incómoda por esa cercanía.

—No, gracias, Santiago. Tengo cosas que hacer.

Pero Santiago no se dio por vencido y se acercó aún más, bloqueando su camino.

—Vamos, no seas así. Solo será un rato, somos amigos, ¿no?

Ainara intentó mantener la calma, pero su incomodidad era evidente.

—He dicho que no, Santiago. Déjame en paz.

Justo en ese momento, Mauro apareció en el pasillo. Había visto la escena desde lejos y no dudó en intervenir. Se acercó rápidamente y se colocó entre Ainara y Santiago.

—¿Hay algún problema aquí? —preguntó Mauro, mirando a Santiago con una expresión seria.

Santiago levantó las manos en señal de rendición, pero no sin antes lanzar una mirada desafiante a Mauro.

—Tranquilo, solo estábamos hablando.

—No parece que Ainara quiera hablar contigo —respondió Mauro, sin apartar la mirada.

Ainara, sintiéndose aliviada por la presencia de Mauro, dio un paso hacia él, tomándolo del brazo.

—Gracias, Mauro.

Santiago, viendo que no tenía oportunidad, se alejó murmurando algo inaudible. Mauro se giró hacia Ainara, su expresión suavizándose y con un rastro de sorpresa por el agarre.

—¿Estás bien? —preguntó Mauro, con preocupación en su voz.

Ainara asintió, todavía un poco nerviosa.

—Sí, gracias a ti.

Mauro la miró a los ojos, notando la gratitud en su mirada.

—No tienes que agradecerme. Siempre estaré aquí para protegerte —respondió sin pensar mucho en sus palabras.

Ainara sintió su corazón acelerarse ante esas palabras. Aunque su relación con Mauro siempre ha sido complicada, momentos como este le recordaban cada vez más que, detrás de su actitud sarcástica, había alguien que realmente se preocupaba por ella y no eran solamente alucinaciones que tuviera.

—Gracias, Mauro. De verdad —dijo Ainara, sonriendo ligeramente.

Mauro sonrió de vuelta, sintiendo una extraña mezcla de satisfacción y confusión.

—Vamos, te acompaño a clase, ya pronto será la hora.

Mientras caminaban juntos por el pasillo, Ainara no pudo evitar sentirse más segura con Mauro a su lado. Y Mauro, por su parte, se dio cuenta de que haría cualquier cosa para protegerla, incluso si eso significaba enfrentarse a chicos como Santiago.

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Ainara llegó a casa con la mente revuelta. Se dejó caer en su cama, mirando al techo mientras repasaba lo ocurrido en el colegio. El encuentro con Santiago había sido más perturbador de lo que quería admitir. Su actitud arrogante y la forma en que había intentado imponer su voluntad la habían dejado inquieta.

«No puedo creer que Santiago sea así. Siempre parecía tan amable… ¿Cómo pude ser tan ingenua?», pensó ella.

Luego el recuerdo de Mauro interviniendo la hizo sonreír ligeramente. A pesar de sus constantes bromas y sarcasmos, Mauro había demostrado una vez más que se preocupaba por ella. Su corazón latía un poco más rápido al recordar sus palabras.

«Siempre estaré aquí para protegerte… ¿De verdad lo dijo en serio?», seguía ella pensando.

«¿Estoy confundiendo la realidad con la ficción? Esto parece sacado de una de mis novelas románticas. El chico sarcástico que en el fondo es un héroe… ¿Será posible que Mauro realmente se preocupe por mí?»




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