Atracción mortal

Capítulo 9

—Te dije que Max no iba a decirte nada —reprendió Kim cuando estábamos en clase de Historia.

El profesor Mathew había dicho que nos reuniéramos en equipo y que encontráramos el modo en que murieron los presidentes más importantes de la antigüedad. Cuando mencionó la palabra equipo, prácticamente todos empezaron a moverse como animales de ganado por el salón. Yo apenas me había acomodado en mi asiento para cuando ya tenía a Kim y Claire en mi mesa, cada una a mi lado.

—¿Y no le has dicho a tu hermano? —preguntó Claire mientras subrayaba los párrafos del libro de texto con su marcador verde fosforescente.

Consideré que sería demasiado tarde sabiendo que eran varias cosas que le había estado ocultando.

—No tengo pensado decírselo.

—¿Por qué no?

—Porque se agarraría a golpes con Max de nuevo. Usa tus neuronas, Claire —exclamó Kim, golpeándose la sien con el dedo índice.

—¡Bien! No te exaltes. —Se defendió ella.

—Necesito encontrar la manera para que me dejen en paz —murmuré. Tenía que dejar de hablar con ellos y dejar de pensar especialmente en Max.

—Si quieres yo puedo intentar hablar con Jordan.

Fruncí el ceño y miré a Kim.

—¿Qué?

—¿Acaso estás bromeando? —dijo Claire.

—Puedo hacerlo. —Se encogió de hombros, mostrando indiferencia.

—No quiero implicarte en esto, Kim. —Hice que mi voz saliera lo más convincente posible.

—Guarden silencio —sentenció el profesor Mathew desde su escritorio.

Pretendimos estar en silencio por unos segundos, pero luego Kim continuó la conversación.

—Yo también quiero respuestas —susurró—. Necesito saber cómo consiguió mi número de teléfono.

Claire resopló y dejó de subrayar.

—Pudo haberlo conseguido con algunas de tus compañeras, así que no busques pretextos para hablar con él.

Fue entonces cuando tuve la sospecha…

—A menos que te guste Jordan —susurré, esperando su negación. Abrió los ojos como si hubiera adivinado sus emociones y luego bajó la mirada a los apuntes. Claire hizo un gesto de sorpresa, y cuando hablé, mi voz salió un tanto fuerte y aguda—. ¿Es eso? ¿Él te gusta?

—Señorita Brown, guarde silencio. —Me advirtió el profesor y sonreí inocentemente mientras algunos compañeros reían por lo bajo.

Decidí enfocarme en lo que tenía qué hacer, por lo que realizamos el trabajo en silencio. Deseaba invadir a Kim con preguntas. No sabía si estar feliz o molesta acerca de su confesión muda. Por un lado, me alegraba de que se viera interesada en alguien, pero ¿de Jordan? Siempre lo juzgaba, decía que era el pisatalones de Max y que odiaba su actitud reservada. Tal vez su odio no era exactamente cierto, después de todo.

 

…………….

Cuando terminó la clase, Kim fue la primera en salir y de ninguna manera iba a dejar que se escapara. Le dije a Claire que la vería luego y me deslicé por los pasillos equilibrando mi mochila en el hombro. Me disculpé con los demás cada vez que topaba con ellos. Seguí trotando y aumenté la velocidad cuando vi el cabello cobrizo de Kim volando por los aires mientras huía. Se desvió hacia lo que supuse era su otra clase, y gruñí. Iba a perderla y yo necesitaba saber qué pretendía.

Apresuré el paso lo más que pude, pero cuando doblé la esquina del pasillo, choqué con un cuerpo masculino. Hubiera caído de manera vergonzosa si no me hubiera sujetado de sus hombros. Sus manos viajaron rápidamente a mis caderas, y como la cobarde que era, lo solté. Lo miré y por un momento tuve la esperanza de que fuera Max. Tuve que sacudir la cabeza ante tal pensamiento innecesario.

El chico sonrió con simpatía, y me aclaré la garganta. No lo había visto antes. Tenía el cabello corto en color negro y sus ojos eran de un castaño oscuro.

—Lo siento —dije, sintiendo las mejillas ardiendo.

—No hay problema —respondió amablemente.

Asumiendo que la conversación había concluido, asentí y lo esquivé mientras pensé en que Kim se había salido con la suya.

—Oye, ¿podrías ayudarme? —lo escuché decir y me giré hacia a él. Hizo una mueca y acomodó la mochila en su hombro—. No tengo idea de dónde está la clase de física.

Fue entonces cuando entendí. Era el nuevo estudiante. Había tropezado y tocado al nuevo estudiante. Aparte de pensar que Claire iba a morir de celos cuando se lo dijera, me di cuenta de que no era arrogante o tenebroso como esperé que sería.

—Claro, yo también tengo esa clase en la siguiente hora. Solo déjame ir por mis libros. —Me siguió a los casilleros, donde guardé y saqué lo necesario. Lo cerré y busqué por última vez a Kim con la mirada. Íbamos a tener una conversación pendiente.

—Me llamo James, ¿y tú? —preguntó cuando comenzamos a caminar por los pasillos mientras otros estudiantes hacían lo mismo.

—Emily. Un gusto, James.

Caminábamos por los pasillos tranquilamente cuando encontré a Max, su cuerpo estaba recargado rígidamente contra su casillero con una mirada dura en su rostro. No me miraba. Sus ojos estaban enfocados en James. Pasamos a su lado y siguió mirándolo amenazadoramente hasta que nos alejamos.

Llegamos al salón justo antes de que la profesora Leyva entrara. James tomó asiento detrás de mí y me contó por qué había ingresado a esta universidad. Dijo que había venido a Zyville con el propósito de visitar a sus familiares. Luego de varios días, el clima templado, la tranquilidad de las calles y la naturaleza que nos rodeaba lo convenció de mudarse. Estaba acostumbrada a escuchar cumplidos como ese. La ciudad era pacífica, y los bosques predominaban en el lugar. Sinceramente, me gustaba vivir aquí.

—Finalmente, terminó la última clase —dijo, una vez que dieron el timbre.

—Me alegro de que hayas sobrevivido este día. —Guardé mis cuadernos y tomé la mochila.

—Sí, pensé que no lo iba a lograr. —Rio y salimos del aula.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.