Atracción mortal

Capítulo 10

La forma apresurada e inquieta en que pidió que hablara con él, fue suficiente para despedirme de James, quien no protestó en absoluto. No estaba del todo contenta ya que no me había dicho nada en concreto en el salón de Audiovisual. Sin embargo, no protesté cuando Max me cogió del brazo y me llevó a uno de los pasillos que se encontraban despejados.

—¿Sobre qué quieres hablar? —pregunté al estar solos.

Me miró y pareció haberse arrepentido de haberme interrumpido porque se quedó en silencio, como si estuviera pensando en algo qué inventar.

—¿Has visto a Jordan?

—¿Esa era la urgencia? —Fue fácil confirmar que no tenía prisa para hablar conmigo. Solamente quería apartarme de James. Reí, sin poder creer que había caído en su trampa—. Además, ¿cómo iba a saber dónde está Jordan? Es tú amigo, no el mío.

Se encogió de hombros y se quedó pensativo, mirando algún punto de la pared detrás de mí. Su actitud realmente me confundía. Era absurdo creer que había sentido celos de James. Era imposible y patético.

—¿Algo más que tengas qué decirme? —pregunté, impaciente.

Se rascó la barbilla y no pude apartar la mirada de sus ojos cuando se encontraron con los míos.

—Por ahora no.

—¿Qué se supone que significa eso?

Logré apreciar la tonificación de sus brazos cuando los cruzó en su pecho.

—Significa que hay una probabilidad en el futuro de decirte algo más.

Rodeé los ojos y suspiré.

—Bien, ya que no hay nada de qué hablar, me voy. —Acomodé el lazo de la mochila en mi hombro y comencé a caminar.

—Espero que sueñes conmigo esta noche.

Lo miré sobre mi hombro, sabiendo que no lo decía en serio, pero sí con la intención de hacerme sentir avergonzada.

—Y yo espero que la próxima vez tengas pensado una mejor excusa. —Y con eso, me sentí poderosa.

Salí del edificio y llegué al estacionamiento solo para tener una asquerosa y babeante escena de Alexander con Karen cuando me acerqué a la camioneta. Apartaron sus bocas y ella se sonrojó mientras sonreía en modo de disculpa.

—¿Por qué tardaste tanto? —cuestionó Alexander.

Inmediatamente mentí.

—Fui al baño.

Max pasó junto a nosotros y me sonrió justo antes de dirigirse a su moto. Mis latidos dieron un salto y el pulso comenzó afectarme las neuronas.

—¿Qué diablos fue eso? —exigió Alexander con extrañeza.

Abrí la puerta de la camioneta.

—Nada. —Alcé el hombro y me deslicé en el asiento trasero.

Escuché el ruido de su moto y me contuve a no mirar por dónde se alejaba. Karen subió al lado pasajero al mismo tiempo que mi hermano se ponía a conducir.

—¿Estabas hablando con él?

Respiré hondo, confirmando que no se quedaría tranquilo.

—Tal vez.

—Necesito una respuesta clara, Emily. —Podía sentir su mirada por el retrovisor, pero me aferré a mirar por la ventanilla.

Karen debía estar sintiéndose incómoda. Había pasado por ese tipo de situación una vez que el padre de Claire la regañaba mientras yo estaba ahí.

—¿Emily? —la voz de Alexander era acusadora.

—Alex, me duele la cabeza. —Me quejé, dejando caer la nuca en el respaldo del asiento. No estaba mintiendo del todo, sentía una pequeña punzada en las sienes.

Dejó de insistir y le agradecí mentalmente a Karen cuando tomó la oportunidad para cambiar el tema. Alexander suspiró como señal de derrota y aceleró mientras la escuchaba hablar. Durante el transcurso por la carretera, me quedé pensando en el extraño comportamiento de Max y lo radiante que era su sonrisa.

 

……………..

Cerré el portátil y me dejé caer en la cama, masajeándome los dedos. Había pasado la tarde escribiendo el resumen de la Segunda Guerra Mundial para enviárselo a tiempo al profesor. No entendía cuál era la importancia de eso. ¿Por qué no dejaban el pasado atrás?

Luego de tomar un pequeño receso, llamé a Kim. Por un momento había olvidado que tenía un asunto pendiente con ella. Sabía que me evitaría y lo comprobé cuando no contestó las llamadas. Le envié mensajes en donde le decía que no se libraría de mí hasta que dijera si realmente le gustaba Jordan. Al pensar en él, me acordé de la tonta excusa que Max había usado para alejarme de James. Ahora que lo asimilaba, su acción fue halagadora hasta cierto punto, aunque temía que se volviera un problema.

Me dirigí a la sala y me recosté en el sofá. Alexander estaba en el sillón individual viendo alguna serie de comedia en la televisión. En su regazo tenía una bolsa de frituras, sostenía el control remoto con una mano y con la otra sujetaba un vaso de Coca-Cola. Tenía la seguridad de que estaba molesto. Permaneció callado cuando llegamos a casa. Sabía que imaginaba cosas desagradables con respecto a Max. No podía culparlo, después de todo tenía una reputación peligrosa. Pero desde que estuvo en mi habitación su agresividad ya no era tan intensa como antes. Era como si ese Max frío y perturbador hubiera sido otra persona. Ilógico, lo sé.

—¿Te tiene amenazada?

Mis pensamientos se despejaron cuando escuché a Alexander. Cuando procesé su pregunta, supe que se refería a Max, y si no fuera por la seriedad en su voz, estaría riéndome.

—Claro que no. —Fruncí el ceño y revisé mi teléfono para darme cuenta de que Kim aún no contestaba los mensajes.

—Si te hace daño y te obliga a quedarte callada, tienes que decírmelo.

Lo miré pudiendo notar la preocupación en sus ojos.

—No creo que eso suceda, pero lo haré. —Traté de tranquilizarlo.

Asintió y sus hombros se relajaron. Por un pequeño instante quise contarle lo que había pasado esa noche en mi habitación cuando Max y Jordan aparecieron. No me habían hecho daño y eso era una buena señal, pero me mordí la lengua. Hablando de lengua...

—Por cierto, ¿podrías dejar de intercambiar saliva con tu novia cuando yo esté presente? —Dije, queriendo aligerar las cosas—. No es algo que quisiera recordar.




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