Atracción mortal

Capítulo 13

Estuve por dos largas horas en la habitación. Durante ese tiempo formulé desde las opciones más cercanas a la realidad, a las más disparatadas del mundo. Al final no llegué a ninguna conclusión. Todo lo que pensaba era ilógico y humanamente imposible. Esparcí esa nube de dudas cuando escuché la puerta de la casa abrirse. Alexander gritó que había llegado, su inteligencia me asombró, dejé el teléfono en la cama y fui a la sala.

—Hola, hermana. —Sonrió alegremente y se sentó en el sofá para ver televisión.

—¿Cómo te fue en tu sesión de estudio? —pregunté, sabiendo que no había abierto ningún libro desde su última clase.

—Genial, aunque me duele la cabeza de tanto estudiar. —Se tocó la frente y fingió estar adolorido.

Negué con la cabeza, y rio. Me dirigí a la cocina a prepararme un sándwich y cuando regresé a la sala, el intro de su comedia favorita apenas estaba iniciando.           

—Ahora que recuerdo —dijo, cuando le di una mordida a mi aperitivo—, el sábado habrá una fiesta en casa de Henry.

—Déjame adivinar, ¿es el día de su cumpleaños?

—Quiere celebrar que sus padres salieron de viaje.

—¿Celebra porque sus padres no estarán?

Yo celebraría si tuviera a los míos de vuelta, pensé.

—Sí. —Me arrebató suavemente el sándwich, ignorando mis protestas y le dio un mordisco. Se recostó en el sofá y puso los pies en la mesa de centro—. Estás invitada, por si quieres ir.

—Lo tendré en cuenta. —Le di un golpe en las piernas y gruñó cuando bajó los pies.

—Puedes llevar a tus amigas también.

—Lo tendré en cuenta —repetí antes de entrar a la habitación.

La pantalla de mi teléfono se iluminó, avisando que tenía un mensaje de Kim. Con curiosidad, lo leí.

¿Puedes venir a mi casa? Necesito hablar contigo.

Minutos después, ya estaba conduciendo la camioneta. Le había dicho a Alexander que estaría con Kim. Ni siquiera se inmutó a responder. Solo dio un asentimiento sin apartar la mirada de la televisión mientras se comía mi sándwich.

Una vez que estuve frente a su puerta, me calmé y deseé que se encontrara bien. Luego de un par de golpes, abrió. La expresión en su rostro no me dio señales que algo extremadamente grave había sucedido, pero aún así la noté inquieta. Me llevó al sofá y me ofreció un té frío. Cuando me entregó el vaso, pude notar que su mano temblaba un poco.

—¿Está todo bien, Kim? —pregunté, luego de un sorbo.

Se sentó frente a mí y sonrió nerviosamente, dejando su bebida en la mesita de mármol.

—Hice algo loco —respondió, mirando a su regazo.

Que ella hiciera algo loco era algo a lo que estaba acostumbrada. Una vez fingió tener un desmayo en medio de una exposición. Nos había dicho a mí y a Claire que era la única forma para salvarse de no haber memorizado la parte que le había tocado explicar.

—Bien, ¿qué fue lo que hiciste? —La curiosidad me estaba matando.

—Estuvo mal —murmuró mientras jugueteaba con las puntas de su cabello—, pero no me arrepiento de ello.

Inhalé la poca paciencia que me quedaba.

—Kim, solo dilo.

Suspiró y se sentó recta. Secó el sudor de sus manos en sus piernas y luego me miró, sonrojada.

—Besé a Jordan.

Aparte de sentir un frío invisible en mi cuerpo, escuché un ruido de algo quebrándose. Eso no lo veía venir. Bajé la mirada y descubrí que el vaso que sostenía se me había resbalado de las manos. Luego, caí en la cuenta. ¿Por qué sentía una sensación extraña dentro de mí además de sorpresa? Era como si me doliera saber lo que hizo. Pero no por ella, sino por Jordan.

—Lo siento —susurré al ver el té esparcido en el suelo.

Corrió a la cocina por trapos secos y la ayudé a limpiarlo.

—¿No piensas decir nada? —preguntó, luego de un largo silencio.

Realmente no sabía qué decir. No sabía si felicitarla o criticarla.

—¿Cómo pasó? —cuestioné, manteniendo la voz neutra—. ¿Cuándo sucedió?

Acomodándose en su lugar, me miró un poco avergonzada.

—Hoy, antes de irnos de la universidad. Claire estaba esperándome en el estacionamiento mientras yo iba por los apuntes de una compañera. —Luego de una pausa, sonrió—. Jordan estaba en su casillero guardando sus cosas. Cuando el pasillo quedó vacío, me acerqué a él. Al principio se sorprendió, pero luego se mantuvo frío y firme como siempre. Le pregunté cómo había conseguido mi número de teléfono y me explicó que Marlén, mi compañera de Artes, fue la que se lo dio. Entonces cuando observé sus labios yo... yo no pude resistirme y, lo besé. —Se mordió el labio, y una bilis desconocida se apoderó de mi estómago al imaginarme esa escena.

Me aclaré la garganta.

—¿Qué sucedió después? —Pregunté con cautela—. ¿Te correspondió?

Sus labios se fruncieron y sacudió la cabeza.

—Fue bastante raro. Parecía querer corresponderme, pero luego sentí como su cuerpo se tensó —expresó decepcionada—. Rompió el beso y me alejó bruscamente.

—¿Te hizo daño?

—No, solo me advirtió que jamás volviera hacer algo como eso.

—¿Se molestó? —No podía creer que se enojara solo porque una chica linda lo besara. Quiero decir, Kim era hermosa a comparación de las otras chicas de clase.

—Se enfureció y se marchó de los pasillos maldiciendo en voz baja —añadió.

Fue entonces cuando recordé lo de esta tarde. La razón por la que Jordan había salido tan furioso era porque Kim lo había besado.

—¿Qué dijo Claire cuando se lo contaste? —pregunté, luego de asimilarlo.

Kim rodó los ojos y se dejó caer en el respaldo de sofá.

—Se puso histérica. Dijo que Jordan estuvo mal por haberme rechazado, y que yo era una estúpida por haberlo besado. —Reí, imaginando a Claire regañándola con euforia—. Es una lástima, ¿sabes?

—No importa, no tienes que sentirte mal por ello. —La animé con sinceridad—. Hay muchos chicos que morirían por besarte.




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