— ¡Adalyn Stone Cox! — la pelinegra grita asombrada mi nombre completo. Y yo cambio de colores posiblemente. Era increíble… terrible
— ¡Oh mierda! No escuchaste eso — termino la llamada avergonzada, es lo único que se me ocurre y solo me avergüenzo a mí misma, bueno, aunque haya sido Liee. Me sonroja. Aunque… ¿Por qué ellos están juntos? ¿Me he perdido de algo? Saco esas ideas de mi cabeza… debo aprender a confiar en Brayden, él no es como Fher, no, no, no, él nunca me engañaría o jugaría conmigo. Y menos sabían que es una de mis amigas. Confío en ambos.
Inicio a caminar sin rumbo calmándome tanto internamente como exteriormente; avanzo solo viendo mis pasos, mi cabello moviéndose con el viento haciendo melancólica de alguna manera la caminata hasta una cafetería que hay en un lado de la autopista, donde tomo lugar en una de las mesas fuera, no tardan en tomar mi orden, mientras espero mi comida juego con el azúcar que hay de centro de mesa, bastante distraída
— You were perfect… I was unprefictable — tatareo lo primero que viene a mi mente, completamente en lo mío.
— ¿Adalyn? — trago grueso reconociendo esa voz, claro que la reconozco; levanto la mirada lentamente y siento pesado respirar, se encuentra de pie a un lado de la mesa vestido como el niño rico que es. Vuelvo mi vista al azúcar ignorándolo, esa no parece su idea ya que toma lugar enfrente, me cruzo de brazos molesta de no tener tranquilidad ni un mísero segundo, de que aparezca hasta en la sopa que me iba a comer
— Estuve en tu casa anoche, pero no te encontré, Amelia dice que últimamente estas rara — que profundo suele ser el azúcar blanco, tan interesante de observar, tan dulce de probar… esto es más interesante que cualquier otra cosa alrededor — Adalyn solo quiero ser tú amigo, me he disculpado por lo que hice en el pasado, pediré disculpas otra vez si me lo pides, solo superarlo y olvídate del maldito…
— No necesito que vengas a decirme que hacer o no con mis sentimientos — me levanto de la silla furiosa de que no pueda siquiera comer algo grasiento sola; no le basta con dañarme el momento me toma del brazo impidiendo que me largue, me quema la piel justo en el lugar de su agarre. Es agresivo, lo que me coloca alerta, sus dedos quedaran marcados posiblemente.
— Adalyn por favor dame la oportunidad de demostrarte que he cambiado y lo reales que son mis sentimientos hacía ti — me suelto de su agarre con brusquedad ¡Que se joda! ¡Que me deje en paz! Ya no estamos en la secundaria, tiene que dejarme seguir
— Entiende Fher que no es fácil olvidar todo lo que me hiciste — paso de él, avanzando lejos lo más rápido que pueden mis piernas. Mi teléfono vibra en un mensaje de Joss que habla sobre mi auto, así que vuelvo a McGastón; el viaje de regreso se me hace más corto, es como si tuviera miedo de que Fher me siguiera por lo que llegue en segundos. Y no puedo dejar de ver sobre mi hombro con ese miedo de que se atreviera hacerme algo.
La entrada de la prestigiosa secundaria tiene árboles de un lado del camino hacía el edificio y del otro costado el estacionamiento donde encuentro mi auto como me ha dicho la pequeña ángel Evans. Agradezco profundamente no tener que volver andando.
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Detengo el auto frente a McGastón viendo a Ava Kylie acercarse con un caminar gracioso; estaba llegando al portón de casa cuando recibí una llamada de la pelinegra pidiendo que la recogiera y aquí estoy riéndome de lo exagerada que es. Sube al puesto del copiloto colocándose el cinturón mientras se queja, sus mejillas tienen un ligero rubor y parece agitada… no preguntaré el porqué
— Ava Kylie ¿Qué te pasa? — me burlo, se ventila con la mano bajo la falda. Me cuenta lo sucedido durante el camino hacia la cabaña, claro que ella es muy abierta conmigo y no pasa ni el más mínimo detalle del suceso, habla más de la cuenta diría yo, robándome varias carcajadas. Liee termina con su aventura y procedo a presumir una vez más el regalo que me ha hecho Brayden. Cualquier ocasión en buena para hacerlo.
Detengo el auto junto a los demás, la pelinegra apenas levanta la mirada del teléfono agradeciendo y bajando de este, bastante distraída con el aparato. Apoyo mi cabeza en el respaldar del asiento suspirando, noto el porche de la cabaña a la parejita acaramelada, Joss parece decirle algo en el oído a Dan antes de que este se acerque, inclinándose en mi ventanilla, me acomodo en mi puesto prestando atención al castaño
— Nena, solo vengo a informarte que gorrito este solito en el lago, no sé digo, es una información que a los chicos buenos como yo les gusta compartir — sonríe divertido, deja un sonoro beso en mi cabeza antes de volver con su novia, bajo del auto cerrando la puerta con distracción.
¿Entro a la cabaña o voy con Bryce? Muerdo mi labio indecisa ¡Saben qué! Camino hacía el extenso bosque que esconde el imperio Evans, muy decidida. No sé ni para que lo dude. Elegiría Brayden sobre todos.
Avanzo entre los árboles, siguiendo el camino que he recorrido en muchas ocasiones con los chicos, uno que lleva al famoso lago que nadie parece conocer, lo que nadie se espera encontrar en medio de la nada. Encuentro a Brayden lanzando piedras al agua, agradezco llevar tenis en ese momento porque corro para subir en su espalda, abrazándolo con fuerza. Riendo feliz.
— ¡Bryce! — beso sonoramente su mejilla
— Diabla rubia — sonrío volviendo a dejarle un beso y bajando luego, colocándome enfrente, apreciando sus ojos verdes, celestes, azules, grises. Adoro que nos llamemos de esta manera porque es algo nuestro. Cliché, pero nuestro.