Brayden coloca sus manos en mi cintura ayudándome a incorporarme lentamente, estoy adolorida físicamente y aún peor mentalmente. Han sucedido muchas cosas en tan poco tiempo, que no acabo de creérmelo. Volteo encontrando sus ojos de colores sin ninguna expresión, más serio que nunca. Aun así abre sus brazos y no dudo en abrazarlo, aferrarme a él como una garrapata, me presiona a él sintiéndome tan a gusto, derramando una que otra lagrima…
— Dime que no te hizo más nada antes que llegará — estoy tentada a contarle que no era la primera vez, pero ya no había nada que hacer, solo lo atormentaría como yo lo estuve así que termino negando
— ¿Cómo es que me encontraste? — aclaro mi garganta afectada de tanto gritar, también por el llanto
— Jasmine, no somos nada sin la pequeña nerd.
Doy un paso atrás apreciando esos ojos verdes, celestes, grises en una sola unión que adoro, repitiéndome que estoy bien y nunca más esto volverá a suceder. Brayden había acabado con mis problemas, mi príncipe con gorrito de lana. Era como romper esa burbuja donde he estado atrapada tanto tiempo.
— Ahora solo quiero ir a casa y tomar un baño, ya agradeceré por esto ¿Nos vamos?
Intento no dirigir mi mirada otra vez al cuerpo, me concentro en nuestras manos unidas, en que está conmigo, en que lucharemos por mantenernos así, lo necesito, me he vuelto dependiente a él. Brayden es mi droga. Es lo que deseo más que nada ahora.
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Durante el viaje en su motocicleta no pregunta más nada, solo permanecemos en silencio, mientras estoy aferrada a su espalda con los ojos cerrados, mi cabeza hecha un desastre peor de como debo lucir. A la vez enojada de no haber tenido los suficientes huevos para responder a la estúpida pregunta…
— Rubia hemos llegado — asiento varias veces bajando, él permanece quieto en su lugar, creo que esta vez no quiere quedarse conmigo, aún parece mentira que viviéramos esta situación — Te veo mañana, supongo.
Trago grueso, me lo merezco, no he podido escogerlo enfrente a un ser que he odiado tanto. Que me ha hecho tanto daño, era una pregunta con respuesta simple, merezco esto. Me inclino para besar su mejilla extrañando cualquier contacto con él, toma mi mano sorprendiéndome, temo un poco que este enfado para desquitarse conmigo ahora.
— ¿Ya te dije que te amo? Porqué lo hago Adalyn, te amo mi diabla rubia.
Lleno mis pulmones de aire asintiendo, es increíble que me ame aún sin escucharlo de mi parte. Mi lengua se enreda queriendo decirle lo que mi corazón late, pero hoy no puede ser, he sido secuestrada, intentaron cosas conmigo que abren las heridas en mí, pero sé que Brayden es tan bueno como para esperarme… lo ha estado haciendo después de todo.
Vuelvo a besar su mejilla, dejando mis labios unos segundos largos, antes de dar la vuelta finalmente; paso el portón corriendo hacía la ventana con el temor de tener que encontrarlo otra vez ahí… pero doy una mirada sobre mi hombro, encontrándome con mi protección.
Entro a la habitación partiéndome en llanto, sin poder contenerme más. Bryce es lo mejor que tengo y no quiero dañarlo como yo lo estoy. Soy sucia para él, a pesar de todo, no merezco su amor.
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Suspiro dejando los cojines sobre el sofá, dando por terminada la limpieza de mi habitación que he decidido hacer y he pasado haciendo el miércoles entero, manteniéndome ocupada lo más posible. Apago la música saliendo de esas cuatro paredes rumbo a la cocina por algo para hidratarme, abro el refrigerador repasando mis opciones que son… ¿ninguna? ¡Maldita desgracia!
Un carraspeo de garganta hace que voltee sobresaltada… se supone que estaba sola.
— Diabla rubia o novia mía ¡Lo siento! siempre olvido lo afortunado que soy — no me muevo del lugar, creo que ni pestañeo haciendo que Brayden frunza su ceño asustado — ¿Adalyn? ¿Acaso anda algo mal?
Sigo sin decir nada, haciendo mis manos puños. Estos días no he podido sacarme de la cabeza al castaño, el recuerdo del disparo que le ha dado a… luego se pierde sin decir nada o llamar, no quiero verlo como el malo porqué está claro quién es el culpable de todo esto. Me dice que me ama e igual continúa desapareciendo, tal vez es mi castigo, pero al menos… ¡Ahs!
Abro y cierro la boca ¿Qué se supone que deba decir? No entiendo nada. Todo es tan surrealista, quiero golearlo y a la vez agradezco tener un poco de espacio para mí misma.
— Rubia ¿Acaso dije algo… no quieres que te llame novia? ¿Ya no quieres estar conmigo? — niego suspirando, apoyándome en la encimera frente a él — Porqué sabes mis sentimientos nunca van a pasar, siempre estarán firmes y claros.
No dice más, duda, pero termina acercándose con cuidado antes de alzarme como si de una muñequita tratase. Sé que sabe muy bien sus sentimientos, soy yo la que no logra entender todo este jueguito, no entiendo, estamos bien o estamos mal. Somos unos tóxicos de mierda.
Mis cejas se unen en desconcierto ¡Desaparece y aparece como si nada! ¡Me rescata y dice que me ama! ¡Pero me abandona! ¡¿Quién demonios nos entiende?!
— ¿Qué es lo haces? — pregunto aun cuando dejo que me mantenga en el aire, mis pies enrollados en sus caderas y sus manos en la parte baja
— Volver todo dónde estaba — besa la punta de mi nariz haciéndome sonreír sin poder contenerme.
Salimos por la puerta trasera de casa, mientras me aferro a su cuello aceptando por fin el momento. Somos bipolares y eso ya lo sabía, no tengo porque reclamar, aunque si queremos que funcione deberíamos hablar.
Camina conmigo enganchada como mono hasta la orilla piscina que solo Amelia usa cuando está en casa, otra decoración del lugar…