Atracción prohibida. Un amor que rompe las reglas.

Mimados.

Mauro y Ainara paseaban juntos por el parque, disfrutando del sol de la tarde y compartiendo un par de helados de vainilla y chocolate. Era uno de esos momentos sencillos, pero perfectos, donde la compañía lo era todo. Ainara se detuvo un momento para probar su helado y miró a Mauro con una sonrisa juguetona.

—¿Sabes? María me llevó a comprar un auto hoy —dijo Ainara, su tono alegre.

Mauro levantó una ceja, sorprendido y emocionado.

—¿En serio? Mi mamá al fin cambiará de auto.

Ainara asintió, sus ojos brillaban con entusiasmo.

—Al principio pensé que estábamos comprando un auto para ella… pero luego me dijo que era un regalo de bodas adelantado para nosotros. Es un auto deportivo azul metalizado, con asientos de cuero y todo tipo de extras. No puedo creerlo.

Mauro soltó una carcajada, lleno de alegría.

—¡Wow, eso es increíble! Mi mamá es realmente sorprendente. Creo que nos están mimando demasiado.

Ainara rio, asintiendo.

—Lo sé, pero estoy tan agradecida. No puedo esperar para mostrártelo. Dijo que me enseñara a manejar para que tenga mi licencia, y ¿tú? ¿Qué tal te fue con mi padre?

Mauro asintió, su sonrisa se ensanchó.

—Francisco me llevó a un apartamento en el Parque Residencial Las Trinitarias. Es un lugar increíble, con vistas impresionantes de la ciudad. Nos dijo que es su regalo de bodas para nosotros. No puedo creer la generosidad de nuestros padres.

Ainara se detuvo en seco, sus ojos se abrieron de par en par con sorpresa.

—¡¿Un apartamento?! Eso es… simplemente increíble. ¿No estamos soñando? ¿Es real?

Mauro la miró, sus ojos reflejaban la emoción y la gratitud que sentía.

—Es un sueño hecho realidad. El apartamento solo está equipado con lo básico, pero podemos decorarlo y amueblarlo como queramos. Le rechacé su ayuda para comprar lo que falta y prometí que trabajaré duro para que a ti no te falte nada.

Ainara sintió una oleada de amor y emoción, abrazando a Mauro con fuerza.

—Somos muy afortunados, Mauro. Tenemos una familia increíble que nos apoya en todo momento. No puedo esperar para empezar nuestra vida juntos en nuestra casa y disfrutar de cada momento en nuestro nuevo auto.

Mauro la abrazó con igual intensidad, sintiendo una profunda gratitud por todo lo que estaban construyendo juntos.

—Sí, tenemos mucho que agradecer a Dios. Pero lo más importante es que tenemos el uno al otro. Con eso, podemos enfrentar cualquier cosa que venga.

Mientras Mauro y Ainara continuaban su paseo, disfrutando de sus helados, él decidió compartir otra noticia emocionante con ella.

—Ainara, hay algo más que quiero contarte —dijo Mauro, su voz llena de entusiasmo.

Ainara lo miró con curiosidad, notando la chispa de emoción en sus ojos.

—¿Qué es, Mauro?

—He conseguido un trabajo de medio turno en una empresa de ingeniería. Trabajaré en mis tiempos libres de la universidad —explicó Mauro con una sonrisa.

Ainara se detuvo y lo miró con sorpresa y orgullo.

—¡Mauro, eso es increíble! Estoy tan orgullosa de ti. ¿Dónde es?

—Es en una firma de ingeniería en el Parque Industrial del Este. Me contrataron para apoyar en el diseño y desarrollo de proyectos de infraestructura. Es una gran oportunidad para ganar experiencia y aplicar lo que estoy aprendiendo en la universidad —dijo Mauro, su entusiasmo era contagioso.

Ainara lo abrazó con fuerza, sintiéndose emocionada por las nuevas oportunidades que se abrían para ellos.

—Estoy tan feliz por ti, Mauro. Sé que harás un trabajo increíble y que esta es solo una de las muchas cosas maravillosas que están por venir.

Mauro sonrió, sintiendo una profunda gratitud por el apoyo incondicional de Ainara.

—Gracias, amor. Prometo trabajar bastante y asegurarme de que a ti no te falte nada. Este es solo el comienzo de nuestro viaje juntos.

Ainara le dio un suave beso en los labios, su corazón lleno de amor y esperanza.

—Juntos, podemos lograr cualquier cosa. Estoy emocionada por todo lo que nos espera.

Mientras continuaban su paseo, hablando de sus sueños y planes para el futuro, ambos se sentían más unidos que nunca. Las emociones y la alegría de este momento especial les daban la certeza de que, sin importar los desafíos que enfrentaran, siempre tendrían el uno al otro para apoyarse y compartir cada paso del camino.

Pero una sombra de inquietud comenzó a asomar en la mente de Mauro. A pesar de la felicidad que sentía junto a ella, no podía evitar que un pequeño rincón de su mente se llenara de preocupación.

«¿Y si algo malo sucede?», pensaba Mauro.

«¿Y si algo empaña nuestra felicidad?»

Sabía que había muchos factores fuera de su control, y la aparición de su padre había sido un recordatorio inquietante de que el pasado podía volver a interrumpir su vida en cualquier momento.

El miedo a lo desconocido, a los posibles problemas que podrían surgir, lo hacía desear con más intensidad el futuro que estaban construyendo juntos. Sobre todo cuando su relación saliera a la luz pública.

Mauro apretó ligeramente la mano de Ainara, buscando consuelo en su presencia. La amaba más que a nada en el mundo, y no quería que ninguna sombra oscureciera su felicidad.

—Ainara, a veces desearía poder adelantar el tiempo y ya estar casados —dijo Mauro, su voz revelando sus pensamientos más profundos—. Quiero que nuestra vida juntos comience sin más demoras, sin más incertidumbres.

Ainara lo miró con comprensión, apretando su mano en señal de apoyo.

—Mauro, entiendo cómo te sientes. Yo también anhelo ese momento. Pero tenemos que recordar que, pase lo que pase, estaremos juntos para enfrentarlo. El amor que compartimos es más fuerte que cualquier obstáculo, no lo olvides mi gruñón hermanastro.

Mauro asintió, sintiéndose un poco más aliviado por las palabras de Ainara. Sabía que tenía razón, pero no podía evitar desear que el tiempo avanzara más rápido, hacia ese futuro en el que estarían casados y compartiendo su vida juntos.




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