Atracción prohibida. Un amor que rompe las reglas.

Noche inolvidable.

—Gracias a todos por hacer de esta noche algo tan especial —dijo Mauro, sonriendo y abrazando a los amigos y familiares.

—Nos llevamos cada uno de sus buenos deseos en nuestros corazones —añadió Ainara, con los ojos brillando de emoción.

Francisco y María los abrazaron con fuerza, sintiendo una mezcla de orgullo y emoción.

—Estamos tan felices por ustedes. Disfruten cada momento —dijo María, con una lágrima de felicidad rodando por su mejilla.

Rosa, Leticia y Jean también se despidieron, deseándoles lo mejor en su nueva vida juntos.

Finalmente, Ainara y Mauro se subieron a su auto recién adquirido, listo para llevarlos a su hermoso apartamento. Mientras se alejaban del lugar de la fiesta, Ainara se acurrucó contra Mauro, sintiendo una mezcla de felicidad y emoción.

—Esta noche ha sido perfecta, Mauro —dijo Ainara, mirando a Mauro con amor.

Mauro asintió, sintiéndose igual de emocionado.

—Ha sido una noche mágica, y lo mejor es que esto es solo el comienzo. Tenemos toda una vida de aventuras y amor por delante.

Llegaron al apartamento, un lugar lujoso y romántico con vistas impresionantes de la ciudad. Fueron recibidos con una cálida bienvenida y guiados a su suite nupcial, la cual estaba decorada con pétalos de rosa y velas que creaban un ambiente íntimo y acogedor.

Ainara se giró hacia Mauro, sus ojos reflejaban el amor y la felicidad que sentía.

—Este lugar es hermoso, Mauro. No puedo creer todo lo que hemos vivido hoy.

—Y aún hay más por venir, mi amor. Esta es solo la primera noche del resto de nuestras vidas juntos —respondió Mauro, abrazándola con ternura.

Se besaron suavemente, dejando que la emoción y la pasión del momento los envolviera. Sabían que esta noche sería especial, un recuerdo que atesorarían para siempre.

—Te amo mi Mau.

Mauro y Ainara habían esperado este momento durante mucho tiempo. Finalmente, habían llegado al día de su boda y ahora estaban solos en su habitación, listos para disfrutar de su primera noche como marido y mujer.

La habitación estaba inundada por la luz de las velas, creando una atmósfera íntima y cálida. Mauro miraba a Ainara con ojos llenos de amor y deseo, sintiendo el corazón latir con fuerza en su pecho.

Ainara, nerviosa, pero emocionada, se acercó lentamente a Mauro, con los ojos brillantes de deseo, sintiendo una electricidad entre ellos. Lo miró fijamente, recorriendo cada centímetro de su cuerpo con la mirada.

Se miraron a los ojos, comunicando con la mirada todo lo que las palabras no podían expresar. Sus manos se encontraron, entrelazándose con cariño y ternura. Lentamente, Mauro deslizó sus manos por la espalda de Ainara, acariciando suavemente su piel, haciéndola estremecer de placer.

Ainara susurró el nombre de Mauro, sintiendo como el deseo ardía en su interior. Sus labios se encontraron en un beso apasionado, donde ella tembló de deseo, era un beso lleno de promesas y anhelos.

Sin decir una palabra, Ainara comenzó a desabrochar la camisa de Mauro, revelando su pecho fuerte y musculoso. Sus manos recorrieron cada músculo, cada curva, con ansias de poseerlo por completo.

Mauro la tomó en sus brazos y la llevó a la cama, donde la acarició con ternura y pasión. Sus cuerpos se fundieron en un delicioso baile de deseos, amor y lujuria, dando rienda suelta a sus pasiones más profundas.

Entre gemidos y susurros, se entregaron el uno al otro, explorando cada rincón de sus cuerpos con avidez y pasión. El aroma del amor llenaba la habitación, mientras sus cuerpos ardían de deseo y placer.

El tiempo se detuvo para ellos en ese momento, como si todo lo demás no importara. Se amaron con ternura y pasión, explorando juntos el placer que sus cuerpos les ofrecían.

La noche pasó volando, pero en los corazones de Mauro y Ainara quedó grabado para siempre el recuerdo de esa primera noche de bodas, llena de amor, pasión y entrega total.

Al final, exhaustos, pero felices, se abrazaron con fuerza, sintiendo como sus corazones latían al unísono. Esa noche, se prometieron amarse y respetarse por siempre, en cuerpo y alma, hasta que la muerte los separara. Y así fue como se convirtieron en uno solo, en un amor eterno que nunca moriría.

La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las cortinas del apartamento, iluminando la habitación con un resplandor cálido y dorado. Mauro despertó primero, sintiendo el peso reconfortante del brazo de Ainara sobre su pecho. Sonrió, recordando la noche mágica que habían pasado juntos, sellando su amor en su nuevo hogar.

Ainara comenzó a moverse lentamente, abriendo los ojos y encontrando los de Mauro, observándola con ternura.

—Buenos días, esposa mía —dijo Mauro, su voz llena de cariño.

Ainara sonrió, estirándose un poco antes de acercarse más a él.

—Buenos días, esposo mío. No puedo creer que finalmente estemos aquí, en nuestro apartamento, después de nuestra boda.

Mauro acarició suavemente su mejilla, sintiendo una profunda gratitud y felicidad.

—Sí, es como un sueño hecho realidad. Anoche fue perfecto, y despertar a tu lado es lo mejor que me ha pasado.

Ainara se acurrucó más cerca de él, disfrutando de la calidez de su abrazo.

—Este lugar ya se siente como nuestro hogar. Me encanta todo sobre esto, desde la vista hasta el simple hecho de estar aquí contigo.

Mauro besó su frente, sintiéndose completamente feliz.

—Vamos a hacer de este lugar un refugio lleno de amor y recuerdos maravillosos. Cada día aquí será una nueva aventura.

Ainara asintió, sus ojos brillaban con emoción.

—Estoy deseando vivir cada momento contigo, Mauro. Gracias por todo, por ser tú y por hacerme tan feliz.

Se quedaron así, abrazados, hablando en susurros y compartiendo sus sueños para el futuro. La mañana avanzaba lentamente, pero ambos sabían que, sin importar lo que el día les trajera, siempre tendrían este momento y todos los que vendrían después.




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