Estela se encontraba en la lujosa oficina de la familia Falcón, un lugar que reflejaba opulencia en cada rincón. Las paredes adornadas con arte caro y los muebles de diseño transmitían el nivel de riqueza que estaba en juego. Frente a ella, el señor Falcón revisaba el contrato de matrimonio que Estela había preparado meticulosamente.
—Entonces, estamos de acuerdo en todos los términos, ¿correcto? —preguntó Estela, intentando mantener la calma mientras su corazón latía con fuerza. Sabía que todo dependía de ese momento.
—¿Tu hija ya tiene la mayoría de edad?
—Sí, hace unos meses los cumplió —Estela sonrió.
El señor Martínez, un hombre de negocios experimentado y astuto, asintió lentamente.
—Entonces sí, Estela, parece que todo está en orden. Siempre y cuando no haya menores de edad de por medio, sabes que no quiero problemas legales. La suma acordada se transferirá a tu cuenta tan pronto como se firme el contrato. Además, como mencionamos, tu empresa recibirá la inversión necesaria para salir de su crisis.
Estela exhaló con alivio, sintiendo que su plan estaba cerca de concretarse.
—Agradezco mucho su apoyo, señor Falcón. Ainara también se beneficiará enormemente de esta unión.
El señor Falcón sonrió de manera calculadora.
—Es un placer hacer negocios contigo, Estela. Solo espero que nuestra colaboración sea fructífera para ambas familias.
Estela asintió, sus ojos brillando con determinación. Sabía que había jugado todas sus cartas, y estaba a punto de asegurar el futuro que tanto había anhelado. Sin embargo, una pequeña voz en su interior le recordaba que había sacrificado mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir.
El señor Falcón extendió la mano para estrechar la de Estela, sellando el acuerdo.
—Felicidades, Estela. Hemos tomado una decisión que marcará el futuro de nuestros hijos y de nuestros negocios.
Estela sonrió, aunque una sombra de incertidumbre se reflejaba en sus ojos.
—Sí, señor Falcón. A partir de ahora, todo cambiará para mejor.
Estela no podía evitar sentir una mezcla de triunfo y temor. Sabía que había asegurado una oportunidad única, pero también era consciente de los riesgos y sacrificios que había implicado.
El destino de Ainara y su empresa ahora estaba atado a un contrato que no solo definiría su futuro, sino también sus propias ambiciones y deseos más profundos.
La empresa Falcón Energy Corporation es conocida por su dominio en la extracción y exportación de petróleo, así como por sus inversiones en energías renovables, por lo que tienen una imagen de modernidad y responsabilidad social.
La influencia de la familia Falcón en el sector energético les va a permitir a Estela y a su esposo tener conexiones con figuras políticas y empresariales de alto nivel, por lo que la firma de este contrato es una lotería ganada.
Antes de que saliera, fue detenida por la voz del hombre.
—Dígame, Señor Falcón.
—Quiero que entiendas Estela, que en dado caso que el matrimonio de tu hija no se lleve a cabo con mi hijo, tendrás que divorciarte y casarte conmigo —dijo Eugenio, sin perder su sonrisa.
—¿Qué? —Estela abrió sus ojos en grande, no podía aceptar lo que escuchaba, sintió un nudo en el estómago, pero mantuvo su fachada impasible.
—Eso lo hablé con tu esposo, Estela, y él estuvo de acuerdo, es una cláusula que está en el contrato —dijo don Rafael con una sonrisa taimada.
Estela se esforzó por mantener la compostura, a pesar de la furia que sentía ardiendo en su interior. Estrechó la mano de Eugenio con una sonrisa tensa.
—Lo entiendo perfectamente, señor Falcón. Haré todo lo que esté en mi poder para asegurar que este matrimonio se lleve a cabo —respondió, con una voz que apenas ocultaba su rabia.
—En menos de un año debe efectuarse la boda, la cual me dará también el poder de su empresa en caso de que todo salga mal. No estoy dispuesto a perder mi inversión.
Mientras salía del lugar, una sensación de impotencia y furia la abrumaba. Sabía que estaba atrapada en un juego peligroso, pero también estaba decidida a luchar con todas sus fuerzas para mantener el control. Sin embargo, no podía evitar la sensación de que el terreno bajo sus pies se estaba desmoronando, y que cualquier paso en falso podría llevarla a la ruina.
Estela caminaba hacia su auto, sus pensamientos se arremolinaban con una mezcla de furia, incredulidad y traición. La revelación de que su esposo estaba dispuesto a darla como garantía si la boda de Ainara no se concretaba como lo esperaban era un golpe devastador a su orgullo y a su sentido de control.
«¿Cómo pudo hacerme esto?», pensaba, sintiendo que cada paso resonaba con el peso de la traición.
«¿Cómo pudo ofrecerme a otro hombre como si fuera una simple mercancía? ¡Soy su esposa! »
Estela apretó los puños, sus uñas clavándose en las palmas de sus manos. Su rostro mantenía una fachada impasible, pero por dentro, una tormenta de emociones la consumía.
«He dedicado mi vida a construir nuestra posición, a asegurarnos de que tengamos el poder y la influencia que merecemos, y así es como me paga. Ofrecerme como una garantía para asegurar una alianza.»
La ira ardía en su interior, una furia que amenazaba con consumirla. Pero Estela no estaba dispuesta a dejarse vencer por la traición de su esposo. Si algo había aprendido en su vida, era a no mostrar debilidad, a no dejar que nadie la controlara.
«No permitiré que esto me derrote. Encontraré una manera de asegurarme de que todo salga como lo he planeado. Ainara se casará con Santiago, y la alianza se mantendrá. No cederé ni un milímetro de mi poder»
Mientras se subía al auto y se alejaba del lugar, sus pensamientos se centraron en las estrategias y planes que tendría que implementar. Sabía que el camino por delante sería arduo y lleno de desafíos, pero estaba decidida a enfrentarlos con toda la astucia y la determinación que la habían llevado hasta allí.