Atracción prohibida. Un amor que rompe las reglas.

Un burro es mas inteligente.

Para Mauro la situación no era muy diferente a la de su esposa, Rodrigo, y el ministro Carlos Mendoza, con una sonrisa en los labios y una intención clara en sus ojos, lo llevaron al otro extremo del Salón.

—Mauro, queremos presentarte a alguien muy especial —dijo Rodrigo, con una voz que intentaba parecer casual.

A su lado, Carlos asintió y llamó a su hija con un gesto.

—Liliana, ven aquí. Quiero que conozcas a Mauro.

Liliana Mendoza, una joven rubia despampanante. Su cabello caía en cascadas doradas sobre sus hombros, y sus ojos azules brillaban con entusiasmo. Llevaba un vestido ajustado color blanco que acentuaba cada una de sus curvas. En contraste con la elegancia y simplicidad de Ainara, Liliana exudaba una presencia llamativa y provocadora.

En cuanto Liliana vio a Mauro, una chispa de interés y fascinación iluminó sus ojos. Se acercó rápidamente, con una sonrisa radiante.

—Encantada de conocerte, Mauro —dijo Liliana, extendiendo su mano.

Mauro la estrechó con cortesía, pero su mirada era fría y distante.

—Igualmente, señorita Mendoza —respondió Mauro, sin emoción.

Liliana no se desanimó por la frialdad de Mauro y se colocó cerca de él, intentando tocar su brazo en un gesto coqueto. Mauro se apartó ligeramente, evitando el contacto.

Mauro no podía evitar que sus pensamientos se llenaran de frustración y desdén.

«¿Cómo puede alguien ser tan intensa y fastidiosa?», pensaba, recordando cada intento de Liliana por tocar su brazo y acercarse a él.

«Es como si no entendiera el concepto de espacio personal, estoy seguro de que un burro es más inteligente que esta ser»

—Así que, ¿qué te parece el evento? —preguntó Liliana, tratando de iniciar una conversación mientras sus dedos intentaban alcanzar el brazo de Mauro nuevamente.

Mauro mantuvo su postura firme y distante.

—Es una velada interesante —dijo Mauro, retirando su brazo discretamente.

Cada palabra que Liliana pronunciaba le parecía una tortura.

«¿De verdad cree que puede conquistarme con su charla superficial y su sonrisa falsa?» Mauro deseaba que la noche terminara pronto, o mejor aún, que un rayo cayera del cielo y pusiera fin a su tormento.

Pero Liliana, decidida a ganar su atención, siguió hablando animadamente sobre diversos temas, pero cada vez que intentaba acercarse físicamente, Mauro se alejaba con sutileza.

Mauro ya se sentía incómodo por la persistencia de Liliana.

«¿No entiende que no estoy interesado?, realmente le falta cerebro»

La situación se volvía cada vez más insoportable, y Mauro solo quería encontrar una manera de escapar.

Rodrigo y el ministro observaban la interacción con sonrisas de satisfacción, pero Mauro sabía que su corazón pertenecía a Ainara y no permitiría que nadie se interpusiera entre ellos.

Mientras Liliana continuaba hablando, Mauro pensaba en Ainara y reflexionando sobre como estaban siendo manipulados por sus padres. Sabía que debía mantenerse fuerte y frío para proteger su relación y sus verdaderos sentimientos.

—Liliana, disculpa un momento —dijo Mauro, encontrando una oportunidad para alejarse—. Necesito revisar algo.

Liliana sonrió, aunque con una pizca de frustración.

—Claro, Mauro. Nos vemos luego.

Mauro asintió y se alejó, pero su padre lo siguió todavía con esa sonrisa de satisfacción en su rostro.

—Mauro, no puedo evitar notar que Liliana está muy interesada en ti. Sería una gran esposa. Viene de una buena familia y tiene mucho que ofrecer —dijo Rodrigo, con un tono que intentaba ser persuasivo.

Mauro levantó una ceja, dejando escapar una risa sarcástica, a la vez que sus pies se detenían.

—¿Una gran esposa? Vaya, papá, no sabía que estábamos en un mercado de ganado. ¿Qué más tiene para ofrecer? ¿Un auto nuevo y una casa en la playa? —respondió Mauro, con un tono mordaz.

Rodrigo frunció el ceño, sin entender del todo la resistencia de su hijo.

—Mauro, esto no es solo cuestión de sentimientos. Las conexiones que podemos obtener a través de este matrimonio serían beneficiosas para todos nosotros.

Mauro dejó escapar un suspiro exagerado, como si estuviera escuchando una historia particularmente aburrida.

—Ah, claro, porque no hay nada más romántico que un matrimonio basado en conexiones y beneficios. Me pregunto si en la ceremonia intercambiaremos alianzas o tarjetas de presentación.

Rodrigo parecía cada vez más frustrado, pero intentó mantener la calma.

—Mauro, tienes que pensar en lo que es mejor para ti y para todos nosotros.

Mauro lo miró con una mezcla de exasperación y desafío.

—Lo que es mejor para mí es no ser parte de esta farsa. No soy un peón en tus planes. Y, por cierto, si crees que una cena elegante y una rubia despampanante van a cambiar mi opinión, estás muy equivocado.

—Hijo, por favor, Liliana es una chica hermosa y además tiene algo que no tiene la mayoría de mujeres hoy en día.

—Las rubias son como el hielo seco, parecen interesantes al principio, pero en realidad son frías y superficiales, no son de mi gusto, señor Lewusz.

Rodrigo pareció quedarse sin palabras por un momento, sorprendido por la firmeza y el sarcasmo de su hijo.

—Esto no ha terminado, Mauro. Estaré vigilando tus pasos. No pienses que puedes desafiarme tan fácilmente —dijo Rodrigo, su voz era baja, pero llena de amenaza.

Mauro esbozó una sonrisa irónica.

—Fantástico, papá. Nada como un poco de espionaje familiar para fortalecer los lazos. Haz lo que creas necesario, pero no esperes que me convierta en el títere de nadie.

Con esas palabras, Mauro se alejó de su padre, buscando algo de aire fresco y, más importante aún, la compañía de alguien que no estuviera tratando de manipularlo.

Mauro buscaba a Ainara entre la multitud, sabiendo que ella era la única persona con la que realmente quería estar. Porque su pelirroja no solo era su amor, sino su compañera de vida, su mejor amiga y la luz que iluminaba su camino.




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